El africano y el ser persona digna. Guinea Ecuatorial como paradigma

 

Por José Eugenio Nsue, filólogo

Esta vez como tantas otras, me he dado la licencia de meterme en camisa de once varas para ‘divagar’ un poco sobre una cuestión que desde hace unas dos semanas venimos debatiendo animadamente en el grupo de WHATSAPP, Claret Padre Sialo, en el que estamos entre mi apreciado y admirado cuñadito, mis compañeros y demás hermanitos claretianos y yo a cerca del ‘concepto’ o de los conceptos ‘persona’ y ‘dignidad’.

El tema, motivo de ese debate por WHATSAPP, empezó a raíz de unas reflexiones mías del domingo pasado en las que hablaba de Real Madrid y le comparaba con el síndrome de la «opulencia africana» de lo que mi cuñado se lamentaba de la ‘suerte’ del africano, de África y de lo negro como la esencia o la expresión del mal y de todas las desgracias, a pesar de que había africanos de bien, que se comportaban como personas y eran dignos como todo el mundo…

He dicho que iba a divagar sobre esas cuestiones porque no me considero ‘experto’ de nada ni conocedor de esas disciplinas donde se puede estudiar en profundidad al ser humano; yo sólo me limito a reflexionar y a opinar en voz alta, a veces, de lo que pienso, de lo que admiro y de lo que critico y aborrezco.

El tema de la persona humana y su dignidad se puede abordar desde múltiples ángulos y según la intención y/o finalidad del que lo aborda; por ejemplo:

– La RAE  (Real Academia Española), define a la persona como: 1. Individuo de la especie humana; 2. Hombre o mujer cuyo nombre se ignora y omite; 3. Hombre o mujer distinguidos en la vida pública; 4. Hombre o mujer de prendas, capacidad, disposición y prudencia; 5. Personaje que toma parte en la acción de una obra literatia. Aquí no creo que nos puedan resolver la cuestión que nos ocupa: ¿qué es ser persona y qué significa tener dignidad? ¿Y cómo se entiende esos conceptos en África y entre africanos?.

– En filosofía, se definiría generalmente a la persona como ‘un ser con poder de raciocinio que posee conciencia sobre sí mismo y que cuenta con su propia identidad ‘. A partir de esta definición, ¿podemos afirmar que los africanos en general somos eso viendo cómo actuamos?

– En psicología, la persona es ‘alguien específico’ (el concepto abarca los aspectos físicos y psíquicos del sujeto que lo definen en función de su condición de singular y único).

– En derecho: una persona es todo ‘ente’ que, por sus características, está habilitado para tener DERECHOS y asumir OBLIGACIONES. En ese sentido, los africanos, poderosos y proletariados pasando por los liberales y la clase media, ¿estamos habilitados para tener derechos y asumir obligaciones; somos conscientes de ello; y si fuera cierto que somos conscientes, dónde lo aplicamos?

– Teología, Si tomamos a San Agustín como referencia; este afirmaba que ‘un individuo podía ser considerado persona por su CAPACIDAD de AUTORREFLEXIÓN; es decir, que siendo consciente de sus limitaciones y responsabilidades frente a Dios, debe analizar cada uno de sus actos para que ellos no lo delaten y lo alejen del camino de la VERDAD y la FELICIDAD ‘. ¿Podemos afirmar entonces que la mayoría de los africanos somos capaces de autorreflexionar? Es más, ¿sabemos lo que eso significa;  lo aplicamos en nuestro existir?

Al igual que el ser persona, la dignidad no se queda de lado. Descartando las demás acepciones de ese término, podemos dar por válida esa definición de la dignidad: «cualidad del que se hace valer como persona, se comporta con RESPONSABILIDAD,  SERIEDAD y con RESPETO hacia sí mismo  y hacia los demás y no deja que lo himillen ni degraden«.

Sabemos que la dignidad, o ‘cualidad de digno’, hace referencia al valor inherente al ser humano por el simple hecho de serlo, en cuanto ser RACIONAL, dotado de LIBERTAD. No se trata de una cualidad otorgada por nadie, sino consustancial al ser humano.

Esa es la cuestión, queridos míos; mi cuestionamiento es para que nos aclaremos, los africanos, qué es lo que entendemos por ‘ser una persona’ y ‘gozar de la dignidad’ teniendo en cuenta todo lo dicho anteriormente.

Miremos por donde miremos, no se puede hablar de personas cuando no somos capaces de hacer uso de nuestro raciocinio; cuando no estamos habilitados, capacitados, para tener derechos y asumir obligaciones; si no somos conscientes de nuestras limitaciones ni tampoco somos responsables ni mucho menos podemos analizar nuestros actos. Si no nos respetamos ni a nosotros mismos ni a los demás y si nos dejamos humillar hasta el extremo y humillamos a los demás sin piedad y sin compasión; ¿cómo se puede hablar de ser personas y de la dignidad entre los africanos? A no ser que nos declaren o, mejor dicho, nos declaremos a casi todos los africanos locos, enfermos mentales y por consiguiente, declararnos ‘ENAJENADOS’.

Puede que sea muy contundente en mis conclusiones pero, creo que la cuestión de la que tratamos aquí no admite medias tintas. Estamos viendo todos los días, gracias a las redes sociales, todos los días: linchamientos de vecinos a otros vecinos mientras, la bandada o chusma con aspectos humanos contempla impertérrita dichos crímenes; vemos cómo gobernantes y prohombres de los regímenes dictatoriales de todo el continente masacran a sus semejantes;  roban a más no poder los bienes públicos; abusan despiadadamente y pisotean a sus subordinados y los tratan como animales; vemos cómo unas especies humanas en forma de mujeres bailan desnudas y pelean desnudas por las calles o en los bares en plena luz del día y ellas mismas se graban y cuelgan esos vídeos en las redes sociales; vemos cómo ‘agentes del orden público ‘ armados borrachos cayéndose por las calles o bailando descordenadamente creando un caos en las caóticas calles de las ciudades africanas… A pesar de ello, seguimos clamando y pidiendo que se nos consideren como personas y que los demás continentes nos insuflen como en Pentecostés una especie de hálito en forma de dignidad.

No, señores. Así no se hace personas. El ser persona es una gracia que Dios nos dio en la creación al hacernos a su imagen y semejanza y al dotarnos de una conciencia, una inteligencia  y del libre albedrío; es decir, la capacidad de distinguir el mal del bien y, si no estamos de acuerdo con la intervención divina y su existencia, también nos puede servir esta otra definición de la persona: un ser CAPAZ de vivir en una sociedad y que tiene SENSIBILIDAD, además de contar con INTELIGENCIA y VOLUNTAD.

En esta última definición,  se nos exige que tengamos, otra vez, CAPACIDAD  (circunstancia o conjunto de condiciones, cualidades o aptitudes, especialmente intelectuales, que permiten el desarrollo de algo, el cumplimiento de una función, el desempeño de un cargo; etc); que tengamos SENSIBILIDAD  (capacidad o propensión natural de las personas a emocionarse ante la belleza y los valores estéticos o ante sentimientos como el amor, la ternura o la compasión); que contemos con INTELIGENCIA  (facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones  y formarse una idea determinada de la realidad), y VOLUNTAD  (capacidad humana para decidir con libertad lo que se desea y lo que no).

Objetivamente, ¿quién puede afirmar que el africano en general reúne todos esos requisitos y características para ser considerado una persona? ¿Qué gobierno africano podemos afirmar que está compuesto por personas; cuántos jefes de Estado africanos, incluido Donald Trump, podemos decir que son personas? Y no me digan que nos falta una formación académica porque nuestros padres; desde luego el mío, mis tíos, mis suegros así como muchísimos amigos de mis padres que no habían ido a la escuela; a pesar de ello, fueron personas y tenían dignidad como si fueran catedráticos universitarios o más.

Lo que yo pienso es que nacimos humanos como todos pero, por una serie de circunstancias y vicisitudes en África y con el paso del tiempo, nos hemos ido o bien nos han ido asilvestrando y embruteciendo hasta el estadio en el que nos encontramos África y los africanos hoy en día: lejos de ser personas.

Mi país, Guinea Ecuatorial, es el paradigma de lo que aquí afirmamos. Encontrar personas cabales hoy en día en esa jungla es como buscar una aguja en un pajar; los pocos que pueden haber, o bien los persiguen, o se han escondido para no ser masacrados por los humanoides que se ha adueñado del país; o simplemente se han escapado de las fauces de esos caníbales. Todo el país está secuestrado por unos bárbaros y alienígenas venidos de otro planeta.

También Tarzán nació humano pero dudo que fuera persona. Ahora bien, si algunos quieren seguir sosteniendo que por tener aspecto humano, por intentar hablar como los humanos, por vestirse con vestidos y trajes de lujo y peinarse o cortarse el pelo y por viajar en coches de lujo y andar erguidos… por eso han de llamarnos personas; yo me niego la mayor porque el hábito no hace al monje.

 

Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?

 

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Un comentario

  1. Artículo excelente, D. José Eugenio Nsué; mis felicitaciones por la precisión, claridad y gran coherencia ideológica.

    D. Felipe Anselmo: le felicito igualmente por compartir, como yo, la preocupación del Filósofo y su disponibilidad de querer saber la solución que le damos al problema.

    En mi humilde opinión, creyendo en tener una respuesta a la cuestión planteada por D. Felipe, cual no le digo ahora, ni sé si se ajustará a su preocupación, prefiero preguntar primero qué o quiénes crean el problema objeto de esta disertación? y si tuviéramos una solución que pueda resolver el problema, ante quién la proponemos, y si existen condiciones reales que nos permiten hacer uso de la solución?. En caso de NO a la cuestión que precede, por qué?.

    Para mí, la solución al problema es: el RESPETO ESCRUPULOSO DE TODOS LOS CIUDADANOS, desde Obiang Nguema Mbasogo hasta la úlltima persona sin formación de mi pueblo, AL ORDENAMIENTO JURIDICO ACTUALMENTE VIGENTE EN GUINEA ECUATORIAL, cual tiene como norma suprema LA CONSTITUCION, de la que todas las normas emanan el poder.

    Esa Constitución, a parte de su contenido expreso en su artículo 13 relativo a los derechos fundamentales de las personas en el territorio de G.E., recoge igualmente en su parte dogmáctica todos los valores supremos recogidos por el Filósofo en su disertación (RESPETO, DIGNIDAD, etc); pues de ser respetada esa Constitución y el resto de normas, serían todos esos valores coercitivamente respetados.

    Sobre la cuestión de, quién o quiénes crean el problema? Creo que la respuesta es clara en mi humilde punto de vista: son todos los poderes públicos que, merced al «Pincipio de Legalidad», están llamados a cumplir y a hacer cumplir las normas; son: el Gobierno (cuyos representantes están obligados a gobernar dentro de los límites enmarcados por la ley – quienes siempre han gobernado en clara violación flagrante de las normas, siendo éste presidido por el Presidente de la República y Jefe de Gobierno, S.E. Obiang Nguema Mbasogo ), y el Poder Judicial (que, con los jueces, magistrados y sus presidentes de órganos, están llamados a juzgar y hacer ejecutar lo juzgado – al ver a menudo los tantos expedients pendientes en el Poder Judicial que van a menudo al Parlamento o a la Defensoría del Pueblo, demuestra claramente la infecacia del Poder Judicial, éstos, por los tantos mandamases en el país, no pueden a veces ni juzgar, ni ejecutar lo juzgado; ósea están en la imposibilidad general de poder trabajar, debido a los encarlamientos arbitrarios que sufren, amenazas, toruturas, etc. – son presididos por el mismo cerebro, ahora con un nombre diferente, es el Presidente del Consejo Superior del Poder Judicial y Primer Magistrado de la Nación, S. E. Obiang Nguema Mbasogo).

    Le pido ahora, D. Felipe, que me responda si existen condiciones para que la solución que le tengo propuesto (aplicabilidad coercitiva, y por igual a todos, del ordenamiento jurídico) sea implementada en nuestra sociedad y pueda dar frutos?

    Ante esta persona, qué solución proponer, a quién proponerla y qué resultado se puede obtener de esta proposición?

    Quién crea el problema para su beneficio personal, y cree que lo resolvería para el beneficio de todos como siempre se lo ha sugerido el Pueblo de G.E.? Ni me lo sueño, no sé qué dirá, D. Felipe.

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