Al ciudadano guineoecuatoriano (III)

 

Por Nguema Faus

… Gracias a estos “come patatas, charlatanes, envidiosos y desesperados de Europa y América”, por lo menos se sabe lo que llevas sufriendo en tu país desde hace 39 años.

Para serte sincero, aquí no importa mucho lo que pasa en Guinea Ecuatorial ni en África; aquí la gente tiene sus preocupaciones y no entienden que unos seres humanos sean incapaces de reconocer su situación, unirse y luchar, como lucharon y siguen luchando ellos, para ser cada día mejores.

Estos “come patatas” también podrían desentenderse, pero no lo hacen porque, aunque ellos no sufren en propia carne lo que tú sufres día a día, sí que les preocupa mucho su país, sus familias y su pueblo; y muchos de ellos están fuera de Guinea precisamente por ser luchadores y negarse a aceptar una muerte lenta y segura.

La historia pasada y reciente de nuestro mundo, así como la historia pasada y presente de nuestro pequeño país, nos han enseñado y demostrado el mucho daño que puede hacer una sola persona en poco tiempo. Tenemos varios ejemplos pasados y presentes que no hace falta mencionar.

La elección de una persona equivocada, en un momento clave de la historia de un pueblo, puede marcar la historia y el futuro de este pueblo para siempre; igual que la elección de una persona adecuada marca la historia y el futuro de los pueblos en sentido positivo.

No es fácil acertar en este sentido, porque siempre hay personas muy hábiles y listas que saben manejar, manipular y convencer a los demás, usando todos los medios a su alcance, para ganarse su confianza. Una vez que consiguen el poder, suele ser ya muy tarde pararles.

Por eso siempre ha sido, es y será importante y decisivo el papel de los ciudadanos y los pueblos. En cualquier tiempo y lugar el pueblo puede ser engañado o manipulado, elegir o permitir que una persona inadecuada asuma el poder, y luego darse cuenta o no de su error. Si por suerte se da cuenta del engaño, también tiene la responsabilidad de luchar para corregir su error. No suele ser fácil, pero no suele quedar otra alternativa. Suelen quedar dos opciones: aguantar y asumir las consecuencias, o luchar para rectificar.

El poderoso, en cualquier época, cultura, lugar o sector, nunca cede o deja su poder fácilmente. Cualquier poder, ya sea político, económico, social, religioso, tradicional o familiar, es adictivo. Nos acostumbramos fácilmente a mandar, dominar y gozar de los privilegios que da cualquier tipo de poder; por eso nos cuesta tanto ceder después el puesto; y por eso ha habido y hay guerras y luchas de sucesión en todos los sectores, desde las familias hasta los partidos políticos, gobiernos, iglesias, etc.

Si nos fijamos en la historia de los países más avanzados, nos damos cuenta de que en algún momento de su historia tuvieron que luchar y sacrificarse para librarse de sus opresores. La libertad y los derechos humanos nunca han sido ni serán un regalo, siempre han sido y serán una conquista.

Por eso las personas y los pueblos oprimidos tenemos que tomar una decisión muy difícil y dolorosa: seguir sufriendo, lamentando, muriendo rápida o lentamente, buscando siempre a los culpables occidentales de nuestra desgracia y al mismo tiempo esperando que nos vengan a salvar; o empezar a luchar por una libertad y unos derechos que quizás no lleguemos a ver o disfrutar; igual que los padres de la independencia empezaron a soñar y luchar, con escasos medios, ante el poderoso gobierno colonial. Su sueño y su lucha se hicieron realidad muchos años después de su muerte. Pero si no hubieran empezado, nunca llegaría o tardaría más en llegar la independencia de nuestro país.

Muchos se rieron de ellos, otros les llamaron ingenuos e ilusos, y otros les traicionaron ante el gobierno colonial. Los seres humanos somos así en todas las épocas y generaciones, y la historia se repite una y otra vez. Hoy todos reconocemos y agradecemos lo que hicieron, porque ya hemos visto el resultado de su lucha; pero la mayoría de sus contemporáneos no les creyeron ni apoyaron; unos por miedo a las represalias del poderoso gobierno colonial, otros por defender sus privilegios e intereses, y otros por comodidad.

Claro, era mucho mejor y más fácil ser amigo del colono rico y poderoso, aun traicionando a tus hermanos pobres y a tu pueblo; que apuntarte a un sueño y una lucha que parecían imposibles y en las que no ibas a ganar nada a corto plazo; igual que ahora es más fácil ser amigo del rico y dictador Obiang y su familia, aun traicionando a tus propios hermanos y a tu pueblo; que apoyar a unos ilusos e ingenuos que sueñan y luchan por una libertad y unos derechos que hoy no te dan de comer.

 

CONTINUARÁ…

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