Países humanizados y países deshumanizados. El caso del niño Gabriel

 

Por José Eugenio Nsue, filólogo

Para toda persona con un mínimo de sentimientos y de conciencia seguro que desde que saltó el pasado 27 de febrero el caso del pequeño Gabriel; ese niño andaluz de Almería (Nijar) que se había perdido mientras estaba en el pueblo de sus abuelos y tíos. Según las informaciones de todos los medios de comunicación españoles que se habían volcado absolutamente, el pequeño acababa de almorzar donde la abuela  y decidió ir a la casa de sus tíos que no distaba a más de 100 metros; en ese tramo es donde se le perdieron la pista ya que el chaval nunca llegó a casa de su otra familia. Hasta hace rato que dicen que le han encontrado muerto en el maletero del coche que llevaba la actual pareja del padre del niño; no ha dejado de estar consternada, enrabietada e impactada por esta tragedia. No deja de ser incomprensible y frustrante el hecho de que sigue habiendo individuos con aspectos humanos capaces de cometer actos tan execrables y despiadados como arrebatarle la vida de un inocente niño donde los haya sin justificación alguna. ¿Qué culpa tienen los niños como para que unos monstruos se ceben con ellos en sus dirías, locuras y frustraciones?

A parte del drama que están viviendo los padres a estas horas porque, hasta que se han confirmado los peores augurios, todos teníamos la esperanza de que lo podían encontrar con vida; lo que me ha llamado la atención y me ha hecho pensar de donde vengo y de recordar a aquella niña guineana – annobonesa Anita Manel Catalán, al parecer, que una corriente de agua, escombros y defecaciones del río Cónsul llevó por delante en una barriada malabeña.

Desde el día de la desaparición del pequeño Gabriel, RIP, todo el Estado español se había movilizado desde el jefe de Estado, Su Majestad el Rey Don Felipe VI, el presidente del Gobierno español, don Mariano Rajoy Brey, el ministro del interior, el señor Zoido; así  como los vecinos y voluntarios venidos de todos los lados; la Guardia Civil, la policía nacional y local, la protección civil; todos con sus mejores equipos humanos y materiales así como todos todo el espectro político español: PSOE, C’s, Podemos, etc; todo el mundo se había movilizado, volcado e involucrado en la búsqueda del pequeño. Los que no podían acudir presencialmente, lo han hecho o bien rezando, o bien enviando sms y whatsapp; los colegios, institutos y universidades enviando mensajes de ánimo y apoyo tanto al pequeño Gabriel como a sus padres. Desde las primeras horas de todas las mañanas hasta este mediodía se veían helicópteros sobrevolando las zonas colindantes; perros adiestrados y entrenados para los rescates y búsquedas de personas haciendo batidas en las montañas, alcantarillas y bosquecillos. El objetivo era encontrar como sea vivo o muerto a Gabriel como así ha sido.

Esto demuestra la talla de los ciudadanos de un país y las instituciones gobernadas por humanos que sufren, padecen y sirven a sus ciudadanos.

Ese despliegue envidiable cuando ocurre una catástrofe en estos países contrasta con la inacción y la indiferencia de los países deshumanizados donde, a parte de los gobernantes, sus familias y los allegados, nada de lo que les pasa a los ciudadanos importa. Nada les conmueve a los guineanos, por ejemplo; para que si los gobernantes y los mal llamados instituciones y cuerpos y fuerzas de seguridad nacionales hacen dejación de funciones y se caracterizan por si inoperancia; cuando menos la población puede actuar solidariamente. En el caso de la niña Anita Manel Catalán, sólo un puñal de valientes y heroicos estudiantes de la Plataforma juvenil «Somos+» y unos cuantos vecinos sin medios materiales se esforzaron infructuosamente por encontrarla. No hay en el país en más de 49 años ninguna estructura ni terrestre, ni marítima, ni mucho menos aérea preparada y lista para acudir en auxilio de los ciudadanos en caso de una emergencia.

Lo que se parece a los bomberos, siempre llegan, si llegan, cuando todo está chamuscado y carbonizado. Los que caen al mar en el puerto o como en Annobón cuando un avión no pudo frenar en el «espectacular» aeropuerto que han regalado a la isla, y se precipitó en el mar; hasta hoy ni se ha podido recuperar un solo cuerpo ni mucho menos dar una explicación técnica de lo que pudo haber pasado; los familiares nunca podrán dar Santa sepultura a sus seres queridos. La embarcación que zozobró en la travesía entre Douala – Malabo con muchos comerciantes guineanos dentro; hasta hoy no sé ha sabido nada ni de las víctimas ni de la embarcación ni los motivos del hundimiento.  Los familiares nunca sabrán nada de los suyos. Los medios de comunicación estatales no se ocupan ni se preocupan de estas nimiedades; son pecata minuta. Sólo importan las salidas de la familia real de Akoakam y las fiestas y juergas del vice de su padre; estas sí que son noticias en el país.

Total, esto es lo que hay.

He querido compartir con vosotros la angustia y la tristeza que como padre me ha causado ese vil asesinato de Gabriel cuyos padres quiero mandar todo mi apoyo y solidaridad. Que el pequeño Gabriel descanse en la paz del Señor y que comparta con los angelitos celestiales la felicidad que le han arrebatado aquí y, sobre todo que los asesinos o la asesina paguen durísimamente por este crimen. MIS reconocimientos y admiración al pueblo español, a sus políticos y a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado español por su profesionalidad y dedicación. Con vuestra maestría se cumple el lema de los cuarteles españoles: ‘Todo por la patria’.

Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?

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