«Querido Presidente de la Internacional Socialista, querido Secretario General,
Estimados compañeros y compañeras, representantes de los partidos miembros de esta gran familia:
En representación de mi partido, Convergencia para la Democracia Social de Guinea Ecuatorial, acudo a este Consejo de la Internacional Socialista para dar mi aportación a los temas planteados en la Agenda y denunciar la situación política de mi país, causada por una terrible dictadura que lleva ya casi cuarenta años en el poder, al frente de la cual está el presidente más longevo del mundo, el General Teodoro Obiang Nguema Mbasogo.
Como he dicho, mi país está gobernado por una dictadura que lleva cuatro décadas en el poder obtenido tras un sangriento golpe de Estado en 1979. En 1986, se fundó el Partido Democrático de Guinea Ecuatorial y, en 1991, se inició un interminable proceso de democratización que, pese a haber sido legalizados 18 partidos políticos, sigue sin ser culminado. Al contrario, hemos asistido a un proceso de afianzamiento del sistema de partido único en el que la oposición es meramente testimonial.
El régimen del General Obiang se basa en la corrupción que ha empobrecido a un país que, hasta hace poco, era el tercer productor de hidrocarburos del África subsahariana, y cuyos ciudadanos y ciudadanas viven con menos de un dólar al día, sin los servicios sociales básicos como la educación, la sanidad, el agua potable y la vivienda digna. El régimen utiliza la fuerza para reprimir a la oposición, perseguir y marginar a los líderes políticos críticos con el poder establecido, celebrando periódicamente elecciones que no cumplen los estándares mínimos de libertad, transparencia y equidad, como las que han tenido lugar este pasado día 12 de noviembre.
En efecto, se acaban de celebrar elecciones legislativas y municipales en Guinea Ecuatorial, cuyo resultado oficial ha sido más del 97% de los votos a favor del partido gubernamental y tan solo un escaño a la oposición. El proceso electoral empezó con un censo trucado, en el que se inscribía a personas ausentes o no residentes, a menores de edad e, incluso, a personas fallecidas, ya que el partido en poder suele pagar a las familias en función del número de miembros inscritos en el censo electoral. Durante la campaña, la oposición, como es habitual en el país, no tuvo acceso a los medios de comunicación del Estado que, sí, están al servicio exclusivo del partido en poder. Lo que hubo el día de las votaciones, no podemos decir que fueran elecciones, sino un escandaloso pucherazo, ya que faltaron papeletas de la oposición en cerca de la mitad de las mesas electorales del país, con el voto público como norma, el uso de una papeleta única para tres elecciones distintas, el voto delegado a cargo del padre que votaba por todos los miembros de su familia, presentes o no, mayores de edad o no, y vivos o muertos, con la expulsión o detención de interventores de mesa de la oposición, y ausencia de observadores internacionales imparciales. Y todo esto ocurría mientras el acceso a internet permanecía bloqueado con el fin de aislar al país del resto del mundo.
En definitiva, las elecciones del 12 de noviembre fueron el enésimo asalto electoral armado al poder en Guinea Ecuatorial. Es un hecho ya demasiado recurrente, que se suma a la falta de todo tipo de libertades y derechos que padece la población de Guinea Ecuatorial, un país en el que no hay prensa independiente, están prohibidas las manifestaciones reivindicativas, no existen sindicatos, la libertad de circulación está restringida y los tribunales de justicia son utilizados para reprimir a los dirigentes opositores. Tras mi asistencia al Congreso de la Internacional Socialista, celebrado en Cartagena de Indias en febrero de este año, a mi regreso a Guinea Ecuatorial fui detenido y acusado de haber viajado a Bélgica para comprar armas con el fin de dar un golpe de Estado. Fue una burda acusación cuyo único objetivo era meterme en la cárcel y debilitar a mi partido.
Pido a este Consejo de la Internacional Socialista una respuesta unánime al régimen de Guinea Ecuatorial, mediante una resolución de condena a las elecciones celebradas en este país el 12 de noviembre de 2017.
Compañeras y compañeros, dos de los temas de la Agenda de este Consejo son “Trabajando por la estabilidad y la paz en un mundo de múltiples conflictos“, y “Promoviendo respuestas humanas a las crisis humanitarias”. Estas dos cuestiones están íntimamente ligadas entre sí, pues las crisis humanitarias que vive el mundo de hoy no se deben a catástrofes naturales, sino a conflictos derivados de problemas políticos no resueltos, de las injusticias causadas por los más fuertes contra los más débiles, de las dictaduras que acaparan todos los recursos de los países dejando en la miseria a sus poblaciones, de la represión política en muchos países africanos y asiáticos, y de las dictaduras longevas.
Desde el Consejo de la Internacional Socialista celebrado en Luanda (Angola), en 2015, mi partido viene proponiendo que Naciones Unidas estudie la necesidad de crear en la ONU un Comité Especial de Democratización, que tenga, como función, supervisar e impulsar la democratización de los países dominados por regímenes dictatoriales, con un papel parecido al que tuvo el Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas, gracias al cual los territorios bajo administración de potencias coloniales, alcanzaron su independencia.
Quien utilice el argumento de que los Estados actuales ya son independientes y soberanos, pasa por alto el hecho de que la soberanía, en gran parte de los países africanos, no reside en el pueblo, sino en manos de los gobernantes, que son, en su mayoría, dictadores.
No debemos limitarnos solo a buscar respuestas humanas a las crisis humanitarias. Tenemos que evitarlas con políticas globales, internacionales, que ayuden a los países a ser libres y prósperos. Si las crisis humanitarias, que afectan al mundo entero, son consecuencia de la inestabilidad y los conflictos, la búsqueda de la paz y la prevención de dichos conflictos, también debe ser internacional, mundial y global.
Quiero terminar esta intervención apelando, una vez más, a nuestros compañeros y compañeras que presiden la Internacional Socialista, que adopten todos los mecanismos necesarios para reunificar a nuestra organización, abriendo un proceso de acercamiento y de diálogo con aquellos partidos políticos hermanos que, por las razones que fueren, dejaron de participar activamente en la vida de esta gran familia socialista.
Muchas gracias».