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«Cuando el poder es el único medio de supervivencia, la tiranía se vuelve una estrategia de vida»
Por Amancio Edú
Porque su permanencia en el poder no se basa en una visión de Estado, ni en un proyecto colectivo de nación, sino en el miedo individual y visceral a perder los privilegios que les garantizan la subsistencia. En ausencia de una economía nacional sólida y diversificada, el poder se convierte en el único lugar desde el cual es posible comer con dignidad, vestir con respeto y ser tenido en cuenta. Y ese miedo estructural lleva a muchos dirigentes a pactar con las antiguas metrópolis, incluso a costa de la soberanía del país.
Es tarea de cualquier gobierno moderno dotar a sus ciudadanos de las herramientas necesarias para transformar el territorio en polos de desarrollo económico, organizados en torno a grandes latifundios, cooperativas o empresas regionales. Estas estructuras, que hoy podríamos llamar corporaciones territoriales, permiten que la organización del poder se asiente no solo sobre la gestión de individuos, sino sobre espacios económicos productivos. La gran ventaja de este modelo es que genera múltiples economías independientes capaces de sostener el bienestar social incluso en momentos de crisis o transición política.
En las sociedades democráticamente maduras, la alternancia en el poder no representa una amenaza para la vida digna de quienes lo ejercen, porque existen mecanismos de redistribución y garantías sociales que permiten a cualquier ciudadano mantener su estatus económico y social, esté o no en el gobierno. Pero en una sociedad como la guineoecuatoriana, donde la mayoría de los dirigentes llegaron al poder sin haber construido previamente un patrimonio personal, profesional o empresarial que les asegurara la subsistencia, el poder se transforma en un escudo contra la pobreza.
Por eso, una vez alcanzada la cumbre del Estado, es difícil que quieran soltarla: el regreso a la vida común es percibido como una caída al vacío. De ahí que la competencia por el poder en Guinea Ecuatorial no pueda entenderse como una simple dinámica democrática: es, en muchos casos, una lucha desesperada por no volver a ser nadie. Y cuando lo único que se tiene es el poder, se está dispuesto a todo para conservarlo.
Son dirigentes sin una infraestructura económica propia que les permita sostenerse fuera del aparato estatal. Y como tampoco poseen una visión política o técnica de gobernanza, buscan el amparo de las antiguas metrópolis. El neocolonialismo se convierte entonces en un atajo: preservan el aparato represivo, controlan la ayuda internacional, monopolizan los ingresos nacionales por exportaciones de petróleo y minerales, y con esos recursos sostienen una red clientelar que los blinda frente a cualquier cambio.
Mientras tanto, entregan a las potencias extranjeras la gestión de las infraestructuras estratégicas del país: la educación, la sanidad, la cultura, las carreteras, las telecomunicaciones. Renuncian, en los hechos, a la soberanía nacional, a cambio de una estabilidad política que les beneficie a ellos y a sus aliados, pero no a la ciudadanía. Así, conscientes o no, perpetúan un neocolonialismo funcional, en el que el país se convierte en un territorio administrado por intereses foráneos, mientras los nacionales se resignan a sobrevivir bajo una tiranía alimentada desde fuera.
Una dictadura es cuando una sola persona detiene todos los poderes. Cuando esta misma persona tiene como objetivo de morir en el poder, entonces la dictadura se convierte en eterna.
Todos los que participan de cerca o de lejos a consolidar el poder autoritario serán juzgados por la historia.
Para imaginarse una alternancia política habría que ser capaz de hacer otra cosa que vivir del saqueo del país.
Los socios, amigos, feligreses y aduladores que participan en el desgobierno del sátrapa y del satrapin son incapaces de levantarse y ir a buscar un empleo, desgraciadamente no disponen de la mas mínima competencia.
Incluso, los que ayer fueron amigos de la tiranía y que hoy viven exiliados tampoco disponen de la facultad intelectual para ejercer el poder de manera distinta y imaginarse una alternancia que aporte serenidad y estabilidad. Van por ahí contando bufonadas y estupideces, nada mas…..
Me alegraría que una vez por todas toda esta gentuza se asocien para un bien común.
Gobernar con sentido no esta al alcance de todos, preguntarlo a los que se fueron del poder en el reino de España y que actualmente hacen lobying y susurran en los oídos del sátrapa.
Tengo fe y un sueno para mi pueblo….