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    ¿Qué nos queda por ver en esta Sodoma y Gomorra?

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    Por José Eugenio Nsue

    Según la Biblia, Sodoma y Gomorra, fueron 2 ciudades destruidas por Dios con fuego y azufre caídos del cielo, por sus pecados, que la tradición rabínica afirma que fueron la ganancia y el apego excesivo a la propiedad y las riquezas lo cual convirtió a sus habitantes en seres sin compasión, blasfemos y sanguinarios. A esos pecados, tratándose de Guinea Ecuatorial, cabría añadir además, la lujuria, la fornicación, la impudicia, la pederastia o pedofilia; o sea, el país se ha convertido en la cuna de la inmoralidad por eso ya no llama la atención cualquier abuso, acto criminal u ofensa pública de unos contra los otros. Los guineanos hemos llegado a un nivel de crueldad, criminalidad (sanguinarios), que nos hemos vuelto insensibles, nuestros corazones de piedra y la humanidad la hemos mandado al carajo.

    Como dice Josimar, hace mucho que asesinamos la vergüenza y la enterramos en el fondo del mar, solo así se explican los hechos como embarazar a una menor de 11 años, fotografiarla semidesnuda con la tripita y las tetitas al descubierto, colgar la foto en las redes sociales sin si quiera pixelarla la cara como si fuera un objeto, una muñeca hinchable. No se sabe si la pequeña tiene padres o hermanos, qué dicen sobre lo que han hecho con su hija o hermanita, si alguien va a responder por ese crimen. No se sabe si en lo que queda de país, existen aún individuos que se parezcan humanos que les puede conmover e interesar el caso de esta niña violada y embarazada, porque apelar a que el Estado se implique cuando se ve que ahí no queda ni existe Estado, o que el Gobierno actúe cuando está demostrado que lo que se llama Gobierno en ese infierno, no es más que un atajo de inútiles, vividores y maleantes; invocar a la justicia para que se encargue de perseguir al o a los criminales pederastas y violadores de la angelita abusada y embarazada, es como pedir peras al olmo en un país en el que cada familiar del sátrapa es una institución, es ley en sí y nadie ni nada puede litigar contra ellos, ni juez que les puede juzgar. La iglesia, que debía poner el grito en el cielo, condenar con contundencia este y todos los abusos, violaciones y explotación de todo tipo a menores, ha hecho el pacto con el mismísimo diablo (los Obiang y su régimen), ni quiere molestar ni puede, mira para otro lado, es incapaz de sacar una miserable Carta Pastoral aunque sea solo testimonial para que el pueblo crea que está con él, si el Arzobispo está más pendiente del dinero que atesora sin saber de dónde ni cómo lo consigue y algún joven avispado sabiendo que el susodicho guarda el dinero debajo del colchón, se lo ha llevado, al parecer.

    No queremos incurrir en la misma desidia que denunciamos, atacamos y criticamos de las autoridades, instituciones y la sociedad guineanas de no reaccionar, hacer algo con lo que está pasando, ni siquiera denunciarlo. Si eso nos vuelve ser repetitivos y cansinos por denunciar todas y cada una de las atrocidades y barbaridades que se cometen a diario en el país, no pasa nada; queremos dejar constancia y demostrar a los sectores sociales que sufren y padecen las acometidas del régimen criminal de los Obiang nuestra cercanía y para que sepan que no están solos, hay guineanos, pocos, que estamos con ellos; su sufrimiento es nuestro sufrimiento, sus angustias y sus miserias, también son nuestras. Nuestra postura y nuestro compromiso son una declaración de intenciones, si pudiéramos tener otras posibilidades y medios, sus casos serían tratados de otra forma. Todos no podemos permanecer pasivos, ser insensibles, mirar hacia el otro lado y ocuparnos solo de nuestros asuntos y nuestras vidas; así no se hace sociedad ni se construye una nación.

    Los guineanos nos hemos acostumbrado a vivir y contemplar escenas surrealistas, situaciones kafkianas en el país como cientos de mujeres reclusas, rapadas, mojadas y arrodilladas en charcos de agua estancada, manos en cruz rezando a la «Santa Puta» en fang por supuesto. Dicen que estaban en una academia de militares. Oyendo lo que decían, nadie en su sano juicio diría que estaban recibiendo alguna clase de adiestramiento o de manejo armamentístico o que recitaban o aprendían alguna consigna o grito de guerra; más bien se parecían a aprendices de brujo o aspirantes a trabajar como putas en los burdeles. La reacción que tal esperpento causó ante los guineanos, fue de risa y divertimento, como déjà vu, en lugar de sonrojo, asco, repulsa y lástima saber que los policías y las mujeres soldados que se preparan para defender a la patria y garantizar el cumplimiento de la ley (inexistente) y el orden, son lo que vemos en los vídeos de tiktok; da igual ya que entre los que están y los que se «preparan» para estar en el ejército y cuerpos de (in)seguridad del Estado, son tal para cual.

    Yo no sé si este pueblo o país ha tocado fondo, si se puede vivir peor de como se vive la gran mayoría de los guineanos y si se puede ver peores cosas que lo que se ve actualmente; lo cierto es que Dios, si existe y pienso que sí, está teniendo demasiada paciencia con Guinea Ecuatorial, sobre todo con la banda de inútiles, sanguinarios, despiadados y blasfemos que lo malgobierna y ha llevado al país a donde se encuentra ahora. Hace tiempo que tenía que mandar caer sobre ellos el fuego y el azufre como en Sodoma y Gomorra. No me dirán que en este país no queda ningún Lot del que salvar de la destrucción divina que han ganado con su obrar y seguro que llegará más pronto que tarde por tanta maldad.

    No seré como Abraham en su súplica a los ángeles por algunos hombres buenos en Sodoma y Gomorra; no pediré solo por los 10 justos, voy a pedir, pido y pediré a Dios que cuando castigue a Guinea y sus dirigentes, tenga compasión y misericordia por la inocente niña abusada sexualmente y embarazada con tan solo 11 añitos de vida y a todas las menores víctimas de lo mismo; pido a Dios que se apiade de todos los niños explotados, enfermos y sin escolarizar porque sus padres no pueden ocuparse de ellos, costear sus tratamientos y su escolarización; pido por todas las mujeres que son violadas, explotadas y embarazadas para luego abandonarlas y tienen que ocuparse de sus hijos solas; también pido por todos los activistas y opositores injustamente perseguidos, encarcelados, secuestrados y torturados solo por querer una Guinea Ecuatorial justa, libre y próspera para todos; finalmente, pido a Dios que no tarde mucho más, venga a salvar lo que queda salvable en ese infierno, no vaya a ser que cuando venga, sea demasiado tarde y encuentre el país lleno de calaveras. Por favor.

    Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?

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