Érase una vez… Una manada de monos que cayó en un hoyo-trampa para elefantes. Al intentar uno de ellos subir por la pared para llegar a la cima, el resto, nerviosos y ansiosos por salir de allí, se dieron cuenta de que su idea tendría éxito. Le agarraron unos cuantos y le arrastraron para que cayese de nuevo hasta el fondo.
Hecho que se repitió varias veces entre el mismo mono y los otros hasta que otro mono de la manada les recriminó.
–Basta ya de hacer el mono. ¿Por qué no dejamos que uno de nosotros suba hasta arriba y busque una cuerda, palo grande o lo que sea, para sacarnos de aquí, en lugar de estar peleando para nada?
–Buena idea. –Aprobaron varios–.
En consecuencia, formaron una columna animal, aupándose unos sobre otros, hasta que pudo uno de ellos salir a la superficie. Éste, una vez arriba, buscó una cuerda larga, la lanzó a sus compañeros y uno tras otro, por fin, pudieron salir todos de aquella trampa, que nunca fue hecha para ellos.
Baron Ya Búk-Lu. Cortesía de APCA (Asociación para la Promoción de la Cultura Africana)