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La noche de Casa África es de descubrimientos. Y este año provenían de Guinea Ecuatorial, el país escogido por el proyecto Vis a Vispara dar a conocer sus nuevos talentos. Una iniciativa, coordinada por Casa África, que cada año da la oportunidad a los músicos de una nación del continente negro de darse a conocer entre los promotores españoles.
Los ganadores del concurso de este año, y por tanto embajadores de esta edición, han sido Nélida Karr y el batería Alex Ikot, quienes con sendos conciertos entregados en el Escenario Mercados del Mundo el pasado lunes, demostraron que Guinea Ecuatorial está despertando y posee un gran potencial musical.
Nélida Karr salió sola con su guitarra eléctrica. Primera canción, expectación máxima; segunda, el público de Sallent de Gállego en absoluto silencio. El arranque de la actuación (con Erupe batobiera y Tyena e botto) fue una exuberante demostración de poderío vocal y dominio del escenario, que por momentos hizo recordar a las grandes divas del soul.
Pero esa muestra de talento no había sido más que el comienzo. Ya con su banda, apostó por su faceta más melódica, con temas fuertemente influidos por la canción tradicional hispana, con momentos dignos de Rocío Jurado. No en vano, Sigo vagando, De mil maneras y Hoy decidí, las cantó en castellano (Guinea Ecuatorial es el único país de África en el que el español es el idioma oficial). No es una comparación exagerada, la propia artista reconoce la fuerte influencia de nuestra música y cultura; incluso de Alejandro Sanz.
El baterista de su banda es el propioAlex Ikot, pero por motivos obvios -actuaba en solitario justo a continuación- no pudo participar en el concierto, lo que otorgó más espacio y protagonismo a su guitarra y su bajista, apostando por pasajes más progresivos. La cantante movió su repertorio de manera solvente entre los sonidos latinos y pasajes más jazzísticos, pero en la recta final el protagonismo se lo llevó la percusión.
Y llegó el turno de Alex Ikot, a quien poco le queda por demostrar sobre su dominio de la batería. Ha colaborado con las figuras más importantes de la música africana de los últimos 30 años (de Manu Dibango a Youssou N»Dour) y durante el largo tiempo que ha residido en Madrid, ha trabajado con parte de la diáspora del continente negro más reconocida. Pero a Pirineos Sur vino a demostrar su valía como compositor, como máximo responsable de su propia banda.
Su último y aún reciente trabajo, Village Rhythms, acaparó toda la atención de su show y sirvió de guía para plasmar las inquietudes e intenciones del batería: crear un mapa sonoro lo más amplio posible que fusione ese afrojazz que maneja tan bien con sonidos de otros países africanos como Nigeria, Camerún, Senegal o Ghana.
Le acompañaron en el viaje un bajista y guitarrista tan versados como él en el concepto del ritmo y del groove, un imaginativo teclista, y dos implicadas cantantes que no dudaban en ejercer también de bailarinas.
Diario del Alto Aragón