Por Celestino Okenve
Guinea es un país maldito desde que su gobernante, con su equipo familiar con el que manda, decidieron no hacer caso a la Ley.
Obiang publica leyes. Y produce con frecuencia decretos presidenciales. Pero no se crean que utiliza esas normas para nada positivo.
Tanto su sobrino Nicolás Obama Nchama, el que me torturó, como el ministro del Interior Clemente, no creen ni usan las leyes. Así que no leen las leyes.
Y aunque les digamos que violan las leyes, es como si oyeran pasar al viento. Les da absolutamente lo mismo. Dicen, y posiblemente sea cierto, que nada les va a pasar. El jefe de ellos, Obiang Nguema Mbasogo dice públicamente que no permitirá que la justicia haga su trabajo cuando no le interesa. Y cuando le interesa, usará la justicia para violar los procedimientos judiciales y condenar así a sus enemigos.
Decir y escribir que la dictadura viola sus propias leyes parece por tanto una pérdida de tiempo. Pero no dejaremos de decirlo. Diciéndolo, dejamos constancia por escrito de esas violaciones y además hacemos ver al mundo guineano e internacional el tipo de persona que gobierna Guinea y cómo esa forma de ser le inhabilita para gobernar.
Todo colectivo humano, toda organización social necesita unas reglas de juego para organizar las pautas de conducta y para organizar los conflictos. En caso de que no existan las reglas de juego, no puede hablarse de organización social sino de caos. Esas reglas de juego son las leyes y normas.
Obiang no usa reglas de juego para orientar su conducta, aunque sean sus propias reglas de juego.
Todas las leyes que hay en Guinea han sido publicadas por él. Y es el primero que no las cumple.
Nosotros no podemos hacer otra cosa sino exigir el cumplimiento y cumplir las leyes. Porque si la oposición somos la alternativa de poder, solo podremos gobernar usando las leyes. Su cumplimiento ahora nos entrena para cumplirlo después en democracia sin grandes problemas.
Muchos militantes de partidos no quieren seguir las normas estatutarias de sus partidos. Y algunos partidos de la oposición no quieren seguir las leyes y normas, aduciendo que son dictatoriales. Y cuando se trata de cumplir los acuerdos pactados con otros partidos, se muestran reacios a cumplir los acuerdos que finalmente no les interesa. Si se queda en difundir comunicados conjuntos aprobados, los partidos no ejecutan lo acordado. Este incumplimiento de acuerdos y normas por parte de algunos opositores plantea un problema muy serio. Tantos años de dictadura han influido negativamente en ellos haciéndoles perder el rumbo del buen proceder.
La oposición debería ser la primera que exija el cumplimiento de las leyes y la primera en cumplirlas. Es cierto que las leyes guineanas son leyes dictatoriales, pero es condición necesaria que el Estado guineano sea antes un Estado de Derecho -aquel donde las leyes se cumplen- para luego ser un Estado Democrático -aquel donde las leyes son democráticas- De esta forma, con un Estado Democrático que es ante todo un Estado de Derecho, las leyes se cumplirán y serán leyes democráticas. Aclaremos que son leyes democráticas las que son expresión de la voluntad popular, es decir, las que provienen de un parlamento democrático, léase, las que han sido producidas, debatidas y promulgadas por un parlamento elegido democráticamente en libertad.
La Ley debe estar en primer lugar y debe ser acatada por todo el mundo. Sin Ley, con su acatamiento, no hay Estado. Por encima de la Ley no hay nadie. Aquel, por mucho ministro que sea, que viole la Ley, se encontrará, tarde o temprano, con la Ley enfrente.
Fuente: Guinea-Ecuatorial.net