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No nos podemos sustraer a la realidad internacional, por lo que vamos a meternos en uno de los temas que están muy de actualidad a nivel mundial; que es el feminismo. Queremos intervenir en este asunto de manera un tanto peculiar: haciendo una disertación comparativa; buscando analogías entre el patriarcado y elcapitalismopor un lado, y el feminismo y comunismo, por otro.Y, como es habitual en nosotros, vamos a empezar por las definiciones.
Patriarcado. Es una forma de organización social en que la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia, denominado «patriarca». La autoridad del patriarca se puede extender a los parientes lejanos del mismo linaje. El concepto puede extenderse a todas las organizaciones sociales en las que existe un desequilibrio de poder entre varones y mujeres, en favor de los primeros.
Feminismo.Es un conjunto heterogéneo de movimientos políticos, culturales, económicos y socialesque tiene como objetivo la búsqueda de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y eliminar la dominación y violencia de los varones sobre las mujeres y de los roles sociales según el género.
Capitalismo. Sistema económico y social basado en la propiedad privada de los medios de producción, en la importancia del capital como generador de riqueza y en la asignación de los recursos a través del mecanismo del mercado. La sociedad se organiza en clases sociales abiertas determinadas por el poder adquisitivo.
Comunismo. Doctrina económica, política y social que defiende una organización social en la que no existe la propiedad privada ni la diferencia de clases, y en la que los medios de producción estarían en manos del Estado, que distribuiría los bienes de manera equitativa y según las necesidades.
Antes de continuar, es menester apuntar que, la igualdad de derechos que demanda el feminismo no está de ningún modo reñido con el patriarcado y que los defensores del feminismo (al menos, los más mediáticos) adolecen de la exclusión del detalle de los derechos cuando pregonan su defensa de la igualdad. Reclaman la igualdad del hombre y la mujer a secas. Este planteamiento de las (incluso los) feministas es el que inspira nuestra presente apreciación.
Desde que está de moda esta visión del feminismo, no deja de venirnos a la cabeza la analogía con el comunismo.Si bien es cierto que el sistema patriarcal tiene sus errores y que es abiertamente mejorable, el planteamiento, al menos teórico, de este feminismo parece abordar las cuestiones sociales sin reconocer la realidad. Algo así como la dicotomía entre el capitalismo y el comunismo. Donde a pesar de sus incoherencias, sus chanchullos y sus injusticias, el capitalismo es una opción realista de la vida del ser humano, en tanto que rima con la actitud y el comportamiento innatos del hombre frente a la propiedad; en definitiva, el capitalismo es una opción social sostenible y que, efectivamente, funciona (con los debidos y necesarios ajustes). Por contra, el enfoque comunista es totalmente ajeno al comportamiento y los instintos humanosy por consiguiente, es insostenible y no funciona. El comunismo sólo resultaría si las personas dejasen de proceder como seres humanos, lo cual sería una contradicción en sí mismo.
El hombre y la mujer son las dos caras de la misma moneda. Están concebidos como dos versiones o formas o piezas del mismo puzle. Y la relación entre ellos no es de superioridad – inferioridad, sino de complementariedad. Y desde luego, no ha lugar a hablar de igualdad entre ellos: el hombre y la mujer no son iguales. Tampoco ninguno es mejor o peor, ni superior o inferior que el otro. El hombre y la mujer son distintos y encaminados a complementarse. Esa afirmación es una evidencia, una perogrullada; sin embargo, ante la insistencia de los defensores de la igualdad (a secas) entre ambos géneros, parece que la tenemos que demostrar. Si el hombre y la mujer fueran iguales, la naturaleza (o Dios) no hubieran hecho las dos versiones: habría únicamente hombres o mujeres. Por ejemplo, para la procreación y la reproducción de nuestra especie (buena parte del sentido de nuestra existencia), se constata claramente que es necesaria la participación de ambos géneros. Lo cual es interesante, ya que, en los países donde se ha legalizado el matrimonio homosexual desde hace unos cuantos años, hasta ahora, no se registrado que las parejas del mismo sexo hayan procreado.
Entendemos que la controversia en todo este asuntode géneroproviene del planteamiento tradicional del patriarcado, donde se establecía una relación superior – inferior entre el hombre y la mujer y se adjudicaba al hombre la superioridad y a la mujer la inferioridad. Obviamente, éste es un planteamiento equivocado. Pero, pretender contraponer a este error, la acepción de que el hombre y la mujer son iguales (a secas), sería francamente ir de error en errata; o como se dice en el lenguaje coloquial ir de guatemala a guatepeor (con el debido respeto a los guatemaltecos). Sería cometer el mismo error de tratar de contrarrestar el capitalismo brutal con el comunismo. Y como salida a estas dos visiones de la sociedad, disponemos hoy en día de los actuales estados sociales modernos; que basados en el capitalismo, incorporan aspectos del comunismo y, sobre todo, prescinden de las prácticas más brutales del capitalismo de inicios del siglo XX.
En este sentido, continuando con las analogías, nos mantenemos en la convicción de que el hombre y la mujer no son iguales. Y que no están destinados sino a complementarse. Por lo que la batalla de género se debe circunscribir en la igualdad de derechos y de oportunidades; y prescindir de la quimera de la igualdad a secas. Esta igualdad de derechos y de oportunidades es la que deben preservar y promover los estados y los gobiernos. Y luchar contra las discriminaciones de género y sancionar a aquellos (empresas, instituciones o personas físicas) que las cometan o alienten.
EYI NGUEMA MANGUE