Por José Eugenio Nsue
Qué desperdicio de país el nuestro. Teniendo a gente, poca, lúcida, valiosa con ideas y principios que proponer, rebatir y confrontar en debates públicos radiotelevisados por el bien de nuestro país y también sobre todo para que los paisanos, los jóvenes, sepan quién es quién, quién propone qué y qué piensa cada cual, en cambio los pocos medios de comunicación estatales están secuestrados por el régimen y pasan horas y horas haciendo propaganda para ellos, pasean imágenes infumables del triunvirato, dueños del país: el padre – presidente, la madre – presidenta y el hijo – presidente, y su gobierno fantasmagórico.
Venimos reivindicando y señalando hacia dónde han de dirigirse los debates y las discusiones sobre la situación y el estado de cosas en nuestro país, qué debemos hacer y en qué podemos contribuir cada hijo de esta bella nación, qué estilo de vida y valores queremos para nuestra sociedad, así como el sistema de gobierno que deseamos y creemos que sería el mejor para el pueblo; no posponer esas cuestiones para cuando palme el dinosaurio igual será demasiado tarde.
Uno de los grandes debates que los africanos hemos ido postergando y no hemos querido afrontar, sobre todo la República de Guinea Ecuatorial, como en el resto de los continentes, a pesar de presumir de ser la cuna de la humanidad, es el sistema político adecuado, el modelo de Estado que nos conviene, cómo queremos ser gobernados cuando seamos mayores.
África ha sido y está siendo un desastre en su encaje con la civilización, no encuentra o no busca cuál ha de ser el sistema de gobierno que le conviene; de repente ha resurgido movimientos y manifestaciones radicales antioccidente, reivindicativos de la africanidad o el panafricanismo como a comienzos de los 50 cuando empezaban los movimientos independentistas. En ese contexto cabe circunscribir una afirmación que ha originado las presentes reflexiones en forma interrogativa, según la cual: «África quiere el desarrollo y no la democracia porque ésta en África, ‘lleva un ropaje colonialista, por su carácter impositivo’ «.
No puedo no estar en total desacuerdo con tal afirmación y calificarla de temeraria si no contradictoria. Para empezar, todo desarrollo, sobre todo material, científico, tecnológico, industrial, social, humano parte de Europa y por lo tanto se puede considerar también que llevan ‘el ropaje colonialista’ y sin embargo no por eso vamos a renunciar sus usos y beneficios solo porque nos han llegado a través y por medio de los colonos. Hablar de la democracia, aunque fuera a la occidental, es hablar de los derechos humanos, de la dignidad y las libertades de las personas.
Partiendo del hecho de que todas las personas somos seres humanos y como tales libres e iguales para poder desarrollarnos, a no ser que los africanos nos creamos distintos, de otra naturaleza entonces, ¿cómo podemos creer que no necesitamos la democracia entendida como una forma de organización social y política de un Estado (pueblo) en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante herramientas de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes. Una forma de convivencia social en la que los miembros son LIBRES e IGUALES y las relaciones sociales se establecen conforme a mecanismos contractuales? (Wikipedia). ¿Cómo se puede afirmar que África no necesita la democracia cuando precisamente lo que carece África son las libertades, la igualdad entre sus ciudadanos, la educación, la sanidad; sus gobiernos son autocráticos, despóticos, nepotistas, además de criminales y cleptócratas, en su inmensa mayoría; donde la vida de las personas carece de valor, no vale nada y su dignidad pisoteada?
Pensamos que precisamente antes de cualquier avance o desarrollo tecnológico, científico y material o junto con esos, había que implantar, hasta imponer las democracias en todo el continente para que las personas sean tenidas en cuenta, su dignidad salvaguardada y sus derechos y libertades sagrados, respetados, igual que la formación y la educación. ¿Para qué sirven construir rascacielos, palacios, autopistas, fabricar aviones, automóviles o barcos cuando los que viven en ellos y los utilizan, lo hacen como ratas, son tratados como cucarachas? Quizás lo que habría que reivindicar o proponer, sería africanizar, inculturar la democracia como se ha hecho con el cristianismo, es decir integrar los valores y principios de la democracia en la cultura, costumbres y tradiciones POSITIVAS de la sociedad africana. Por cierto, ¿el cristianismo no es acaso una religión colonialista e impuesta; por eso la vamos a minusvalorar, descalificar o rechazar?
Empieza a preocuparse la aversión hacia el Occidente que crece en África y entre los africanos académicos, jóvenes y también los dinosaurios gobernantes incapaces de desarrollar sus países, proteger y respetar las vidas de sus ciudadanos y asumir sus responsabilidades, a pesar de eternizarse, aferrarse al poder y convertirlo en cotos y haciendas personales y familiares; echan la culpa de sus fracasos a Occidente, reivindican «l’autenticité», la africanidad y nos advierten lo pernicioso que son las ‘ideas importadas’ (el vetusto Obiang), pero al mismo tiempo son incapaces de curarse en sus países por falta de hospitales dignos de ese nombre, tienen que viajar utilizando medios de transportes occidentales, viven en palacios y mansiones construidos con el material procedente de Europa, se visten con vestidos fabricados en Occidente, se someten a los tratamientos y tecnología occidentales. Curiosamente lo único que aborrecen de Occidente es la materia del respeto de los derechos humanos, las libertades fundamentales tales como la libertad de expresión, pensamiento y de credo, la organización social, sobre todo el respeto y la defensa de la dignidad y la integridad de las personas; ahí sí que hay que tener mucho cuidado con las ideas importadas y a ser posible, acercarse a Asia de Putin, Xi Jinping o Kim Jong – Un.
Para mí, puestos a escoger entre el desarrollo ruso, chino o norcoreano donde construyen monstruosidades, incluidas armas nucleares, mientras sus pueblos viven oprimidos carentes de libertades de expresión, pensamiento y de culto, me quedo con las democracias occidentales a sabiendas de que todo es perfectible, nada es perfecto, pero se vive libre, los derechos individuales son respetados, la justicia, algo lenta y muchas veces renqueante, se aplica, la educación y la sanidad gratuitas estángarantizadas; aquí merece la pena vivir y si se esfuerza, los sueños se realizan.
Esa es mi opción para África; ¿y la tuya?
Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?