¿El coronavirus ya en Guinea Ecuatorial?

Por José Eugenio Nsue

«¿Por qué no esperaremos mucho de esta vigilante Providencia, que mientras deja destruir cuida, por medios ignorados y no previstos, de edificar y reparar?» ( Gaspar Melchor de Jovellanos; literato, filósofo y estadista español, 1744 – 1811 ).

Estos días, creo que como a la inmensa mayoría de los paisanos, me ha llegado un audio de un joven guineano que, al parecer, trabaja en una de las Plataformas petrolíferas del país; en el audio que mandaría a un familiar contaba, desesperado y muy preocupado, de la situación en la que se encontraban él y sus más de un centenar de guineanos y extranjeros que ahí se encontraban. Decía que un ‘blanco’ que acababa de llegar a la Plataforma había dado positivo del famoso virus de moda mundial actual tras haberle hecho una prueba en el Laboratorio que tenían arriba en las instalaciones solo para ¡¡los blancos!! El ‘blanco’ había aterrizado en el aeropuerto de Malabo, había pernoctado dos noches en un hotel capitalino; después, se fue a Bata pasando por los dos aeropuertos, volvió a pasar dos noches en otro hotel en la capital económica del país. En todo ese recorrido y estancia en el país, nadie vio nada, nadie detectó nada. Al detectárselo, los jefes suyos llamaron al Ministerio de sanidad para informarles del caso. Decisión del Ministerio: ordenar a todos los que se encontraban en la Plataforma de quedarse donde estaban junto con el supuesto sospechoso de contagio y bajo ningún concepto pueden pisar el territorio guineano (palabras textuales del audista), mandar a dos ‘técnicos’ a ir a sacarle la sangre (que llegaron casi un día después de haberles avisado) para ir hacer la prueba; mientras, la misma empresa sabiendo que no hay en el país un Laboratorio para detectar el Coronavirus, había decidido enviar por su cuenta una muestra de sangre a la vecina Camerún; ellos están en cuarentena, no tienen donde aislar al blanco sospechoso, no saben tampoco si alguno de ellos podría infectarse porque nadie les ha hecho nada; están abandonados a su suerte. Termina el joven alertando a la población que se cuidara mucho; prefieren (los que gobiernan) que nos muramos todos los que estamos aquí en la alta mar.

La cuestión en este caso como en los anteriores no es tanto que no haya nada preparado, equipado en el país para hacer frente en caso de una emergencia como la aparición del desgraciado virus, a pesar de las bravuconadas, teatrillos y ridículas afirmaciones de los exaltados y enajenados del régimen que van diciendo por ahí que el país goza de una red de hospitales más sofisticados de toda África cuando por cualquier dolor de cabeza o de muelas, todos los que lo pueden permitir cruzan las fronteras o cogen un avión para ir a Camerún, Marruecos, Túnez o Europa para hacerse curar; en un país en el que uno de sus dueños, para ir a saciar sus instintos básicos y alimentar sus vicios es capaz de llevar en una maleta más de 20 millones de euros o llevar un Yate de lujo valorado en millones de euros a unos Carnavales en Trinidad y Tobago; en esto y demás locuras, despilfarran el dinero del Estado que debía ir destinado para proteger a la población y al país que tanto les ha dado y dicen querer y servir. Y no es que no pueda haber facultativos, preparados, expertos en el país para hacer frente a cualquier situación de emergencia sanitaria; la cuestión es la falta de voluntad política de los dueños de la nación. Lo mismo pasó cuando empezó la otra pandemia, el Sida, allá en los años 90; no se hizo nada, lo tomaban a cachondeo y hasta unos analfabetos osaban a ir a lo que en Guinea se llama medios de (in)comunicación diciendo alegremente que no existía tal enfermedad, que era un invento occidental, que no pasaba nada. A día de hoy, ¿hay una sola familia en Guinea que no llore a uno, dos, tres y hasta diez seres queridos muertos por culpa del Sida? ¿Se sabe cuánta gente está infectada en el país de Sida?

La cuestión son la indiferencia y la insensibilidad a las que ha llegado el guineano, no me cansaré de repetir, tripetir y hasta cuatripetirlo. Para el Ministerio de sanidad, que se mueran 100 guineanos, como no sean familiares suyos o de la casa real de Akoakam, no importa, no pasa nada. Algunos ya lo dijeron cuando empezó ese tema de Coronavirus; algunos chicos, estudiantes guineanos que se encontraban en el país de origen y en la Zona 0 del foco de infección, Wuhan, China y se encontraron abandonados y pedían desesperados ayuda para hacerles salir de ahí; se oyeron audios en los que decían que los chicos se quedaran ahí en China, que no los trajeran a Guinea para que no contagien a toda la población; o sea que se tenían que morir aquellos estudiantes para que se salven. Esta misma actitud se vive a diario cuando ha habido un accidente, una desaparición, una llamada de socorro…Nunca he oído que Salvamento Marítimo, si es que existe, haya ido a rescatar a los pescadores en peligro o buscarlos en el caso de un hundimiento; los dos o tres coches de Bomberos nunca llegan a tiempo a salvar nada ni a nadie, ya no digamos rescatar a alguien (seguro que estarán listos cuando los necesite la familia del Único hombre, ecce homo); lo que se hace llamar ‘Protección Civil’, brilla por su ausencia; más bien están ahí para desproteger y acabar con los civiles. Ahí están los tíos maltratando salvajadamente a las sobrinas, otros macheteando y linchando a los ¿delincuentes? o cosiendo a golpes o a palos todas contra una… ni la policía ni nadie se presenta para auxiliar, los presentes se ponen a grabar y a jactarse; las dos o tres ambulancias, algunas donadas por la Cruz Roja, no salen llevar a los enfermos sin previo pago; hasta para llevar un cadáver al depósito o sacarlo de la cama de donde ha fallecido, hay que pagar previamente. En esto se ha convertido nuestra solidaridad y humanidad.

No sería justo escurrir el bulto de nuestra insolidaridad e inhumanidad en los regímenes de los sanguinarios Nguema; ellos no son los únicos culpables. Nuestra indiferencia e insensibilidad son consustanciales al ser del guineoecuatoriano y ha llegado a un nivel apocalíptico. Vivir hoy en día en Guinea Ecuatorial se ha convertido en una cuestión de Providencia divina; lo siento por mis amigos ateos, agnósticos e indiferentes: la vida de los guineanos depende de Dios, nunca mejor dicho.

Así lo pienso y así lo digo; ¿ qué os parece?

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