Por José Eugenio Nsue
Nunca me ha gustado contestar ni mucho menos polemizar con los pocos osados paisanos que están atreviendo a denunciar en público lo que está pasando y padeciendo la población guineana, para no ser como muchos audistas que lejos de informar o formar al pueblo que está huérfano de información y educación para que se levante y sepa defender y luchar por sus derechos, están en continúa greña y a la gresca los unos contra los otros con estupideces y sandeces. En esta lucha, todos cabemos, nadie sobra.
Voy a hacer una salvedad por esta vez, voy a intentar poner un poco de luz y dar mi punto de vista sobre un artículo leído recientemente en radio macuto.org, titulado: «¿Qué esconden las manos de Monseñor Matogo? En el artículo sin el firmante, se acusa al Monseñor emérito de Bata de ser un manirroto, «dejar vacías las arcas de la diócesis, ser opaco en la gestión a lo largo de su trayectoria desde su paso por el colegio internado de Niefang, su etapa como Provincial de los claretianos y hasta su administración en la diócesis de Ebebiyín, nunca se molestó en rendir cuenta a nadie…»
La pregunta que me surgió y me hizo preguntar y verificar cómo están las cuentas de todas las diócesis de Guinea, cómo se administran o gestionan, cuáles son sus fuentes de financiación y con qué fondos cuentan; datos que debían ser públicos en los portales y páginas web de los obispados como en todo el mundo; en Guinea son confidenciales al igual que los presupuestos del Gobierno, recibí el silencio por respuesta.
En todo caso, me he dado cuenta que el artículo en cuestión si no es tendencioso, al menos está sesgado. Es sabido por todos los feligreses y los ciudadanos avispados que la iglesia católica guineana es deficitaria, casi está en bancarrota porque no tiene ni fuentes de financiación, ni fondos propios, no produce nada y con las limosnas que les da, es imposible sostenerla; sobre todo la iglesia diocesana ya que la organización, gestión, administración de las congregaciones y órdenes religiosas son totalmente distintas. Los religiosos tienen como lema la solidaridad, viven en comunidades y hacen los votos de pobreza, castidad y obediencia. Sus ingresos provienen de sus inmuebles, terrenos, colegios internados, limosna, donaciones, aportaciones y ayudas externas de sus Gobiernos Generales…, todo va a un fondo común y el Superior o el Provincial junto con su equipo de Gobierno, va repartiendo, distribuyendo en cada comunidad según las necesidades.
Los diocesanos y las diócesis guineanos son harina de otro costal; ni viven en comunidad, ni son solidarios ni unidos, cada uno se busca la vida como puede. A diferencia de la organización de las otras diócesis del mundo, el Obispo u Ordinario, es la máxima autoridad y el Moderador de la curia. En su organigrama, se rodea de una Vicaría Judicial compuesta por un Tribunal Eclesiástico, Notaría Judicial, un Consejo de Gobierno, Consejo Presbiterial, Consejo de Pastoral y Colegio de Arciprestes; otra Vicaría General que se ocupa de: Secretaría General, Notaría de curia, Economía, Patrimonio, Vida Consagrada y el Clero; otra Vicaría de pastoral y Nueva Evangelización que se encarga de la Transmisión de la fe: enseñanza, catequesis, infancia, Juventud, Universitaria, Misiones, Ecumenismo; Acción Caritativa, Social y Penitenciaria, Salud y Tercera Edad, Migraciones y Cáritas… Cada párroco a su vez, tiene que constituir su propio equipo de gestión, consejo parroquial, en el que cada uno se ocupa o se encarga de una parte de gestión (economía, liturgia, Cáritas, enfermos, etc, etc); es más cada párroco tiene que rendir cuentas al obispo de la gestión de su parroquia: ¿cuánto se ha recaudado, cuántos gastos, cuánto se ha destinado a Cáritas y a los más necesitados y cuánto se ha enviado en la cuenta de la diócesis, además de los problemas de la parroquia). O sea, la diócesis es un gobierno eclesiástico donde se trabaja en equipo. El obispo no es un sabelotodo, necesita estar rodeado, acompañado por unos sacerdotes entendidos en la materia y dispuestos a servir a la iglesia diocesana en todos sus aspectos.
Nada de eso pasa en la iglesia católica de Guinea; los Obispos no tienen Consejos de Gobierno, tienen más miedo de sus propios sacerdotes porque saben cómo se las gasta, como más cuentan con un vicario que suele ser ninguneado por los compañeros del oficio, los párrocos nombrados por ellos pasan olímpicamente de sus Obispos, sus parroquias son cotos privados y fuentes de ingresos que administran como les da la gana, no rinden cuenta al obispado, por eso se matan literalmente para ocupar las parroquias rentables y los que lo consiguen, viven como reyes y los otros lo pasan canutas. Me cuentan que la única fuente de ingresos que tienen las diócesis es la aportación que Obiang dona a la Conferencia Episcopal, que se reparten entre las diócesis y otras ayudas que el régimen va dando a cada obispo a título personal, otras entradas o ingresos provienen de las matrículas en las escuelas católicas para aquellas diócesis que las tengan y poco más; ¿con esos ingresos míseros, cómo se puede mantener la iglesia?
Por eso los curas en Guinea están catalogados en: primera categoría, los que viven en la abundancia, se visten de moda, circulan en cochazos, vienen a Europa a curarse y salen con mujeres despampanantes; los de la segunda categoría, aquellos que a pesar de cumplir con su cometido, en cambio no les da para cubrir los gastos básicos ni aun dando clases en algún instituto, las limosnas no les dan para comprarse un coche para su apostolado si quiera; y los de la tercera categoría, aquellos destinados en los poblados y municipios recónditos, esos que si no los ves celebrando misas, no se puede creer que son sacerdotes, viven en una precariedad absoluta . Entonces, si los obispados hubiesen tenido dinero, ¿no mejorarían las vidas de sus sacerdotes, enviarles para curarse en Europa, etc, etc?
Entonces, afirmar que el Monseñor Juan Matogo es el que ha dejado las arcas vacías, no es exacto. ¿Cuánto dinero dejó el Arzobispo Rafael María NZE ABUY tras su muerte, el Monseñor Ildefonso Obama en Malabo y Ebebiyín donde estuvo destinado, o el difunto Monseñor Anacleto SIMA? ¿Cuánto dinero tienen el Arzobispado de Malabo y los obispados de Evinayong, Mongomo o Ebebiyín?
Obiang y su régimen los tienen cogidos donde más duele a los obispos y sacerdotes de Guinea precisamente porque no tienen ni para sobrevivir, con su apoyo económico y financiación compran su silencio, tampoco ellos mismos, la iglesia católica guineana, pueden declinar esas ridículas ayudas que les dan como hacen muchas iglesias hasta africanas; y eso que se supone que se hicieron sacerdotes católicos no para ganar dinero, sino las almas. A muchos se les ha olvidado. La iglesia católica guineana es probablemente una de las iglesias más pobres del mundo; acusar a uno solo de despilfarrar los ingresos y vaciar las arcas de una diócesis cuando todos recuerdan cómo algunos listillos de la diócesis de Bata, siempre la diócesis de Bata timaron y vaciaron la cuenta que el obispado tenía en Madrid en el banco Santander dejando sin nada al difunto Monseñor Anacleto SIMA hasta hacerle que pase sus últimos años como un paria, es pura calumnia, y la calumnia es un pecado aunque por lo que se ve, nadie sabe ya qué es un pecado en este esperpento de país, hasta los hombres de sotana.
Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?