En Guinea Ecuatorial, las elecciones deberían ser una oportunidad para que la voz del pueblo se escuche y se respete. Sin embargo, en las últimas presidenciales, lejos de cumplir con este ideal, se confirmó lo que muchos ya temían: todo estaba controlado, desde los candidatos hasta los resultados. Lo que se vivió fue un simulacro, una farsa que solo perpetuó un sistema que desprecia a su pueblo.
Lo más indignante es que no solo el partido gubernamental estuvo involucrado en esta farsa. El CPDS, que debería ser una oposición real, se convirtió en cómplice activo. No impugnaron los resultados de las elecciones. Al contrario, su Secretario General optó por viajar a España para asistir al Congreso de la Internacional Socialista, celebrada en Madrid, mientras ignoraba por completo el fraude que había ocurrido en Guinea Ecuatorial. En sus propias declaraciones en X( antitiguo twitter), resaltó su participación junto a otros partidos progresistas del mundo, dejando claro cuáles eran sus prioridades. Es difícil no preguntarse: ¿Sabían de antemano a qué estaban jugando? Todo apunta a que sí. Según fuentes confiables, habrían recibido 360 millones de XAF de Teodoro Obiang para participar en este macabro teatro electoral.
Si su candidatura no era de meme, ¿cómo se explica que el Secretario General abandonase lo relativo a las elecciones para acudir a un congreso que no aporta nada aparte de teorías? Podría haber designado a otra persona en segundo plano y haberse enfocado en las elecciones. Pero como la ocasión prometía fotografías con Pedro Sánchez y otros miembros del gobierno español, como el actual Ministro de Asuntos Exteriores, prefirió los flashes, los bocadillos y la comodidad de una habitación de hotel en Madrid. Una reunión o congreso de la Internacional Socialista no se organiza de forma repentina; al igual que las elecciones, fue programada con antelación. Sin embargo, entre ambos eventos, debió prevalecer lo que las elecciones generales representaban para Guinea Ecuatorial, el acto político más relevante para un verdadero demócrata.

Abandonar el proceso poselectoral a su suerte para acudir a una reunión donde se repartirán bocadillos y fotografías es una tomadura de pelo a todos los que tuvieron la valentía de votar por el CPDS el día 22 de noviembre y a quienes lo apoyaron desde las redes sociales. Este tipo de actuaciones muestran un profundo desprecio hacia los votantes y una falta de compromiso con los principios democráticos a defender.
Aún más grave es que, según las leyes del régimen de Teodoro Obinag, el CPDS ya debería estar ilegalizado. La normativa vigente establece que un partido político que participe en dos elecciones consecutivas sin ganar un solo escaño pierde su reconocimiento legal. Sin embargo, el CPDS sigue operando, una situación que sólo se puede explicar por su complicidad con el régimen en plaza. Mientras se presente como «oposición», permite al gobierno mantener la fachada de un sistema pluralista ante la comunidad internacional, aunque esta pluralidad sea un espejismo.
Esta situación deja a la población en un estado de frustración y resignación. Las elecciones no son más que un show, un montaje en el que los ciudadanos son obligados a ser espectadores, mientras su voluntad es pisoteada una y otra vez. La falta de alternativas reales y el miedo a las represalias mantienen a muchos en silencio, pero cada acto de burla aumenta el resentimiento, y es solo cuestión de tiempo para que este encuentre una salida.
La Ley Fundamental de Guinea Ecuatorial establece principios claros que han sido violados en este proceso electoral. Por ejemplo, el Artículo 1 declara que «Guinea Ecuatorial es un Estado soberano, de derecho, que garantiza la libertad, la justicia y la igualdad«. Este fraude electoral contraviene directamente este principio, al no garantizar justicia ni igualdad en la expresión de la voluntad popular.
El Artículo 13 es igualmente revelador: «Todos los ciudadanos tienen derecho a participar en la dirección de los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal«. Si las elecciones no son libres ni justas, se vulnera este derecho fundamental de la ciudadanía.
Por otro lado, el Artículo 41 otorga al Presidente de la República la responsabilidad de «garantizar la estricta aplicación de esta Ley Fundamental, el funcionamiento de los poderes públicos y la continuidad del Estado«. Ante estas irregularidades, el Presidente debería tomar medidas para corregirlas y restaurar la credibilidad del proceso electoral.
Además, el Artículo 102 detalla que los órganos legitimados para interponer recursos de inconstitucionalidad incluyen al Presidente de la República, el Vicepresidente, el Primer Ministro, la Cámara de los Diputados y el Senado con mayoría cualificada, y el Fiscal General. Estas entidades tienen la facultad de solicitar la intervención del Tribunal Constitucional para anular unas elecciones viciadas por el fraude.
Lo que queda claro es que, mientras el partido en el poder y sus aliados disfrazados de oposición sigan siendo parte del sistema, Guinea Ecuatorial no conocerá elecciones libres ni justas. Para empezar a cambiar, sería necesario anular los últimos comicios fraudulentos y evitar que los mismos actores vuelvan a participar jamás. Ese cambio solo será posible si el pueblo decide, con valentía, que ya no está dispuesto volver a ser burlado en sus propias narices.