¿A dónde vas , Guinea; a Dónde?

Por José Eugenio Nsue, filólogo

Albert Einstein decía que «el mundo tal y como lo conocemos es fruto de nuestro pensamiento. No lo cambiaremos si no modificamos nuestro pensamiento«; mas yo añado que «nuestro país, Guinea Ecuatorial, tal como lo conocemos es fruto de nuestras palabras, obras y omisiones. No lo cambiaremos si no nos cambiamos antes nosotros mismos«. Me he llevado un sobresalto y un disgusto desgarrador a comienzos de la semana que estamos terminando con la noticia de la muerte de un paisano en Tenerife, Juan Sisinio NGUEMA, de Mongó-Onvang, Niefang. Al parecer, habría muerto solo en un hospital tinerfeño y su cadáver sigue en el depósito desde el 2 de septiembre del año en curso sin que nadie absolutamente le buscase, denunciara su desaparición, le echara de menos; ni mucho fuera nadie a identificar o reclamar su cuerpo hasta que el hospital donde murió puso en conocimiento del caso en el juzgado de guardia y este abriera diligencias pertinentes antes de ordenar que el Ayuntamiento hiciera cargo del cuerpo o que el propio hospital utilizara dicho cuerpo para fines de investigación en las facultades de medicina.

Este mismo año algo parecido ha sucedido en Las Palmas de Gran Canaria con otros dos paisanos: el capitán del ejército Juan MONGOMO y el teniente Marcos ABANDA ANDEME; ambos murieron solos, ¿abandonados?, lejos de la comunidad de los guineanos. El año pasado lo mismo pasó aquí en Lanzarote; mi tío Agustín MBOMIO NSUE, cabo primero de la Legión se nos fue en el mes de marzo sin que su relación con la comunidad guineana fuese fluida más bien fue todo lo contrario; tampoco mantuvo ningún contacto con sus familiares de su pueblo natal. El alejamiento fue tal que una vez fallecido, hasta hoy ninguno de su pueblo natal se ha interesado por él. Faustino MBA OVONO (Chico MBA), fue otro caso de guineanos apartados o auto-excluidos que nos murió solo en el hospital José Molina Orosa de Arrecife – Lanzarote porque, como se ha dicho antes, su relación con la comunidad guineana era nula y con su familia, inexistente.

Seguro que si recorriésemos toda la geografía española, europea o mundial, nos encontraríamos con numerosos ejemplos de paisanos perdidos y viviendo como anacoretas sin relacionarse los unos con los otros; muchos de ellos sin ningún arraigo ni laboral, ni profesional, ni familiar, ni social y acabados al igual que los casos descritos, como unos desarrapados, pordioseros o renegados.

Casi todos ellos salieron de Guinea Ecuatorial antes de la independencia o inmediatamente después de ella por lo que a Macías NGUEMA BIYOGO ÑEGUE NDONG y de sus fechorías conocerían a oídas, por comentarios, por los testigos oculares o por lo publicado por los medios de comunicación occidentales; de Obiang NGUEMA MBASOGO y su régimen ídem que ídem; por lo que su comportamiento y sus particulares formas de ser, si bien idénticos a los de los actuales guineanos, no son atribuibles al desastre existencial que esa saga haya provocado en el país desde hace medio siglo.

El que los guineanos mayores de 55 años nos comportemos como seres deformes o amorfos; no se vislumbra en nuestro comportamiento ni valores tradicionales que tanto presumimos poseer como la hospitalidad, el respeto hacia los mayores, el espíritu de sacrificio y el esfuerzo, la defensa de lo nuestro y el honor así como la justicia distributiva, etc; ni valores cristianos que hemos bebido desde la cuna como la caridad, la fraternidad, el compartir, el Amor a Dios y al prójimo, el no mentir, no robar, no matar, obedecer a papás y a mamás, etc; ni mucho menos valores universales que rigen en las sociedades desarrolladas y civilizadas como el respeto escrupuloso a la dignidad humana, a las leyes y demás normas establecidas, el decoro y el civismo como normas básicas de toda buena convivencia; el trabajo como un deber de toda persona para vivir y ganarse la vida con cierta dignidad, etc. En cambio nos hemos acostumbrado a envidiar a los que les va bien; a criticar a todo el mundo que nos cae gordo; a apartarnos de los demás viviendo como lobos solitarios; a no ganarse la vida con dignidad sino haciendo chanchullos; a no respetarnos mutuamente; a ser insensibles ante el dolor y el sufrimiento ajeno, etc. El lema del guineano es: «cuanto peor les vaya a todos, mejor para mi«.

El guineano de Guinea Ecuatorial es incapaz de entenderse con el otro; de respetar la palabra dada; de arrimar el hombro por el bien colectivo. Algunos se escuden en problemas étnicos y en cuestiones tribales: «no quiero saber de esos porque son bubis, annoboneses, kombes, bujebas o fang»; «a mi qué me importa lo al que torturan no es familiar mío»; nos estamos construyendo muros de hormigón que nos han separado (no puedo decir que nos están separando porque ya es un hecho la separación entre nos); por eso es prácticamente imposible que nos entendamos en cuestiones que atañen al colectivo; está siendo imposible que funcione la administración o cualquier sector en el país por esos prejuicios. De ahí la imposibilidad de que funcionen los partidos políticos o las asociaciones en Guinea por esos muros construidos por nosotros mismos.

Empiezo a entender que la musiquilla esa de que «Guinea va como va»; «Guinea es lo que es» porque lo gobiernan la saga de los innombrables; no es más que una excusa barata porque los que vivimos fuera del país y tenemos casi la misma edad que los actuales gobernantes; es más, estamos fuera del país antes de que ellos gobernasen seguimos haciendo lo mismo que los que están o viven dentro del país; ¿los NGUEMA son también los responsables de nuestra indiferencia?

Algunos, modestamente, hemos querido evitar esa deriva de indiferencia poniendo en práctica una serie de iniciativas para romper esa inacción y apatía que le ha caracterizado al guineano como la creación de asociaciones ahí donde hemos estado. Por ejemplo, en Asturias, España un grupo de estudiantes guineanos creamos una asociación y cuando convocábamos a los paisanos para informarles los fines de la misma; se nos acusaban las guineanas que eran las más de que había hecho la asociación para que ellas nos pagaran los estudios a los que no teníamos becas ni familiares que ayudarnos. Pero cuando el Principado de Asturias nos dio una subvención, la sede de llenó de guineanos como nunca; hasta se presentaron los minusválidos; ¿a que no sabéis para qué vinieron? : ¡¡ para exigir su parte de dinero de la subvención porque España había dado dinero a los guineanos de Asturias y había que repartirlo!! ¿Os acordáis de las asociaciones estudiantiles de Madrid en la década de los 90? ¿Cómo terminó aquello?: como el rosario de la aurora; hasta hubo puñetazos y kárate al estilo Kung Fu entre los miembros de la junta directiva porque era imposible que se entendieran. ¿Qué pasó entre los partidos políticos que iban a Madrid cuando Felipe González, presidente entonces del Gobierno español les daba alguna ayudita para que esos incipientes proyectos políticos pudieran tener algunos fondos con los que organizarse? ¿A que aquello terminó como una merienda de negros; nunca mejor dicho? ¿Se acuerdan de otro intento de Felipe González de querer aglutinar y organizar mínimamente a la oposición en el exilio en España y les pedía a los líderes que eligieran a un grupo de interlocutor con el que hablar? ¿Cómo acabó aquello?

Seguro que ejemplos sobran allá donde hay una colonia de guineanos de mayores o de jóvenes; de hombres o de mujeres; en todas ellas hay un denominador común: la falta de entendimiento, la falta de empatía, desconfianza mutua; sobre todo un supino desconocimiento y falta de práctica de una convivencia social.

El guineano primitivo se había caracterizado desde siempre a vivir en aldeas generalmente tribales si no concentradas; de ahí a ir a vivir en una urbe, le ha supuesto romper con sus esquemas ancestrales o tradicionales y si no ha aprendido y no le han enseñado cómo vivir en pisos y en barios o urbanizaciones rodeado de gente de diversa procedencia y de diferentes etnias no puede saber comportarse civilizadamente porque estará tentado a querer reproducir los modos de vida de su aldea o de su tribu. Todos somos testigos directos de lo que aquí afirmamos en el país y donde haya una colonia de guineanos.

Con esto no estoy diciendo que las dictaduras que estamos padeciendo en el país desde hace medio siglo no sean las culpables de la deriva que lleva el país. Está claro que el embrutecimiento del guineano de hoy; la insensibilidad, la indiferencia y el egoísmo que caracteriza al guineano de hoy; la manía de apropiarse de lo ajeno sin pudor; la apología a la ignorancia; el enriquecimiento ilícito y meteórico fruto de la cleptocracia como práctica generalizada; la utilización de la mujer como un objeto, como una posesión y como clinex de usar y tirar así como las violaciones de menores y asesinatos violentos y de prácticas satánicas…, son la herencia que nos van a dejar los regímenes de los NGUEMA.

La cuestión es, como lo dije no hace mucho, el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla; si todos los guineanos de todas las edades adolescemos de los mismos defectos casi; si nos comportamos todos los guineanos igual estando en el país o en el exilio; y si somos incapaces todos los guineanos de todas las generaciones de organizarnos, de apoyarnos los unos a los otros, de romper los muros que nos separan en vez de seguir construyendo más por lo menos los que nacimos antes de la independencia y vivimos fuera de nuestro país, desgraciadamente; no digamos que el país es el que tiene problema y es la causa de nuestras desgracias.

Si revisáramos nuestra historia nos daríamos cuenta de que nada ha cambiado en el país; las mismas traiciones que hacían durante la independencia por parte de los llamados Padres de la independencia entre ellos mismos. El profesor Eugenio NKOGO ONDO lo explica meridianamente en su conferencia en Hofstra University, Hempstead (Nueva York), en abril de 2009 titulada «Reminiscencia histórica, experiencia de las luces y de las sombras de un proyecto político» (os recomiendo su lectura); son las mismas traiciones que se hacen hoy; de ahí las bicefalias de todos los partidos así como el transfuguismo de los «políticos» guineanos. Ya no es noticia en Guinea Ecuatorial de ver a muchos que cuando se levantan por la mañana de sus camas son de un partido político; al mediodía durante el almuerzo ya son de otro partido diferente y cuando se acuestan por la noche terminan siendo de uno nuevo; da lo mismo que el partido sea de izquierda o de derecha o que el partido no tuviera una ideología definida, la cuestión es escalarse como sea (un arribismo patológico). La misma indiferencia e indolencia que se mostraban aquellos que habiéndose formado profesionalmente y teniendo la ocasión y oportunidad de poder demostrar su sapiencia en el país en cambio se dedicaban a vivir del cuento, a presumirse y a corromper a las jóvenes adolescentes en los primeros años de la independencia; sigue siendo la misma tónica 50 años después. La imposibilidad que había para que los guineanos pudieran formar las asociaciones; crear sindicatos y demás proyectos sociales en los que trabajar por el bien común antes de la independencia, seguimos igual 50 años después.

Me encanta la definición que Albert Einstein hace de la locura: «locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes«. Así es el guineoecuatoriano; hacemos siempre lo mismo una vez y otra y otra y otra esperando obtener resultados diferentes y eso es simple y llanamente imposible.

Más que reprimenda a mis compatriotas; cómo un insignificante como el que hace esas reflexiones va a pretender reprimir a alguien. Lo que hago es lamentar la ocasión que estamos perdiendo y que han perdido todos los paisanos que esperaban vivir en una Guinea mejor y convivir con ciudadanos civilizados, y soñaban con una sociedad, la guineoecuatoriana, sana, justa, alegre, solidaria, despierta, creyente; además de llorar por esos paisanos que la muerte les ha llegado en circunstancias penosas sin que su gente, su pueblo o alguien pudiese despedirse de ellos y desearles buen viaje a la morada santa. Esa es mi angustia y esa es mi gran decepción.

¿Pensáis, queridos compatriotas, que estamos haciéndolo bien de verdad? ¿Pensáis que la solución de los problemas de Guinea pasa sólo por la caída del rey de Akoakam de verdad?

¿Pensáis que no ha llegado el momento de que entonemos cada uno el «mea culpa, mea culpa, mea grandisima culpa», y hagamos cuanto antes un propósito de enmiendas?

Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?

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