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Por José Eugenio Nsue
Hace días que yo comparaba Guinea Ecuatorial con Venezuela, de cómo los dos países coincidían absolutamente en todo lo que tenía que ver con los malos tratos a las personas, la violencia institucionalizada, el crimen organizado, la incompetencia de sus dirigentes, la corrupción generalizada, etc y la consecuencia de esta situación catastrófica es la miseria y la pobreza entre la población de los dos países, el hambre que pasa casi el 80% de sus habitantes, la falta de medicamentos y el éxodo masivo de los cientos de miles de ciudadanos que huyen de los infiernos en que se han convertido esos dos países agraciados por la madre naturaleza y por el Creador. De donde no hay tantas coincidencias es en la actitud de sus ciudadanos y en la clase política de la oposición de los dos países.
Mientras vemos cómo amplios sectores de la población venezolana desafía la brutalidad, la agresividad y la violencia impenitente del embrutecido Nicolás Maduro con manifestaciones, huelgas y protestas, muchas veces arriesgándose de ser tiroteados, muchos han perdido sus vidas con esos tiroteos pero imparables en esa lucha por la dignidad, las libertades y por la democracia; en Guinea Ecuatorial en cambio no se mueven ni las moscas. El casi 100% de la población está en una especie de letargo o hibernación; no les conmueve nada, no se movilizan por nada; todo lo aguantan: que les insulten, agredan, torturen o asesinen impunemente a uno de los suyos, no pasa nada; hasta para llorar por las desgracias de los suyos les cuesta no vaya a ser que sus verdugos les vean llorar. A los pocos, poquísimos que intentamos quejarnos abiertamente y en voz alta de nuestras y sus injusticias y desgracias causadas por el abyecto régimen de asesinos, somos los culpables y los provocadores que no merecemos vivir ya que a los Obiang Forever no hay que tocarles, son intocables. Hacer que un guineano tanto en el interior como en el exterior se manifieste contra el régimen dictatorial o secunde una protesta es como empujar una oveja bajo la lluvia. Ellos esperan sentados o acostados debajo de sus camas u ocultos en la selva a la espera de que vayan a salvarles, a rescatarles. El último ejemplo es el desangrante caso de la injusta e ilegal detención, la brutal paliza y torturas desde los barracones tétricos de Guantánamo, la Comisaría de torturas de la Gestapo del rey de Akoakam hasta su absurdo y ridículo encarcelamiento del activista Joaquín ELÓ AYETO desde hace más de una semana. Nadie ha sido capaz de moverse ni de movilizar por lo menos a sus familiares para salir a protestar ante quien sea por tantas arbitrariedades y tantos abusos de poder; como Paysa ELÓ como lo conocen en el mundo del activismo guineano, ha habido detenciones, agresiones y muertes de otros tantos paisanos sin que se haga nada. El partido del que se dice pertenecer, CPDS, lo único que ha hecho y hace siempre es sacar sendos comunicados condenando, lamentando e informando a la opinión pública nacional e internacional del trato cruel e inhumano que está siendo tratado su miembro y, posteriormente desaprobar la falta de solidaridad de los otros partidos de la oposición externa. Desde que ese partido adoptó como la única opción de lucha contra la cruel dictadura del rey Obiang Nguema I la no violencia y el diálogo no se sabe cuántos comunicados y escritos de repulsa y condena contra los flagrantes y habituales ataques a los ciudadanos inocentes, políticos y activistas pacíficos de la oposición por parte de este diabólico régimen han surtido efecto; ¿quién les ha dicho que manifestarse, hacer una huelga o protestar públicamente son necesariamente una violencia?
Entre los opositores venezolanos los hay que han estado o están en la cárcel, otros en el exilio y otros en el país (Leopoldo López, Daniel Ceballos, Wilmer Azuaje, Gikber Caro, Juan Guaidó, etc), todos han intentado combatir la dictadura antes de Hugo Chávez y ahora de Nicolás Maduro formando alianzas, plataformas, agrupaciones; a veces han estado unidos, otras veces separados pero donde nunca han dejado de estar es en la calle para hacerse visibles, estar con y junto a la ciudadanía disgustada y, sobre todo, para demostrar al régimen de Maduro que ellos son igual o tan hombres como él se cree; tanto es así que el mismo Juan Guaidó ya tuvo un par de balazos en su propio cuerpo durante una de las manifestaciones. Esta determinación y este aplomo que está demostrando el grupo de los opositores venezolanos capitaneado por el ingeniero Juan Guaidó y flanqueado por otros tantos que se encuentran diseminados por Europa y América del Norte está consiguiendo que la causa venezolana sea tenida en cuenta, que la población tenga la certeza y esperanzas de que hay políticos que están determinados a luchar por su pueblo hasta dar la propia vida; nunca hay bienestar y felicidad sin sufrimiento (MBENG ONÈ MINJUG AYAT, decimos los fang; algo así como que: “el bien, lo bueno está tras los sufrimientos”).
Oteando en el horizonte de la oposición guineana en el interior y en el exterior, nos preguntamos: ¿quién es nuestro JUAN GUAIDÓ; dónde está ese líder que desafía al régimen dictatorial plantándose en sus narices, mantiene un discurso coherente, aceptable y entendible por la comunidad internacional; un discurso unificador y cautivador para la inmensa mayoría de los guineanos? Hartos estamos en oír, ver como se regodean los políticos opositores de lo guay que son, de cómo se les quedan bien los trajes de Gucci o Pedro del Hierro, de lo capacitados que se sienten en detrimento de otros ya desahuciados o caducos; inundan las redes sociales de escritos y comunicados fantasmagóricos y apocalípticos, vídeos autocomplacientes y vergonzosos, audios intimidatorios y ofensivos y fotos propagandísticas como únicas acciones de lucha contra la dictadura. Todos los aparatos represivos de la dictadura del rey Obiang Nguema I y los suyos campan a sus anchas, están en pleno funcionamiento; atacan cuando quieren y al que quieren; torturan cuando quieren, como quieren, donde quieren y a los que quieren; encarcelan a los que quieren, como quieren y cuando quieren. Hacen lo que quieren, como quieren, donde quieren y cuando quieren mientras, la oposición sigue descalificándose los unos a los otros, vetándose y boicoteándose mutuamente. Hasta una que se hace pasar por la hija del primer sanguinario y asesino en serie presidente Francisco Masie Nguema Biyogo, se atreve a decir que los de su región de su supuesto padre, Mongomo, saben cómo y pueden acabar con el actual sanguinario, asesino y ladrón de presidente en un periquete pero no lo hacen porque el resto de los guineanos de otros distritos nos hemos conjurado de exterminar a los oriundos de aquella región. Si no fuera que en todas partes hay tontos contemporáneos, podíamos llamarla tonta contemporánea con orden de capullín; o sea, para la susodicha, le parece bien que una familia acabe con las vidas de todos los habitantes incluido muchos de Mongomo antes de que se acaben con ella.
De lo que nos ocupa en estas reflexiones es saber, ¿quién es actualmente nuestro JUAN Guaidó? ¿Quién es el valiente que coja los toros por los cuernos, se ponga al frente y frente a Obi para decirle: aquí estoy dispuesto a echarte, y así comprobar si el pueblo de Guinea se despierte, le secunde y todos se vayan de la mano para la victoria o muerte? Esta es la cuestión; lo demás, son cuentos chinos. Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?