Obiang pide ahora a la población poner su grano de arena para frenar el hundimiento total del país


Por José Eugenio Nsue

Ya lo habíamos avisado no hace mucho, en el país de los Obiang nada cambia ni con el final de año, ni con el comienzo de uno nuevo, si algo puede cambiar es para peor; así que nada nuevo bajo el sol. Tampoco nos sorprenden ya los acostumbrados, tediosos y surrealistas soliloquios que el sátrapa regala a sus pobres mentales cada 31 de diciembre en forma de discurso de fin de año a la nación en el que se supone que debe hacer un balance de su gestión y sus logros durante el año transcurrido así como los desafíos, proyectos y propuestas para el que está por comenzar. Pero, como primero, Obiang está reñido con la verdad, donde está él, la verdad sale despavorida; si abre la boca, ella se esconde en el fondo del mar; en segundo lugar, no tiene nada que presentar a la población como logro ni este año, ni en los últimos 45 que lleva en el poder simplemente porque no se ha hecho nada en beneficio de la sociedad; y en tercer lugar, ya no puede prometer nada porque no lo había hecho en todo su mandato, ahora que está en su ocaso y el barco que lleva tripulando todo ese tiempo o se ha encallado, o está a la deriva a punto de hundirse como Titanic. Lo que se le ha ocurrido esta vez a falta de qué decir y ofrecer al país, ha sido una invitación a la población de poner su grano de arena, arrimar el hombro para rescatar el país.

O sea, Obiang que ha vivido toda su vida de espalda a la población, ha considerado que el país era un coto familiar que sus padres y dios le dejaron en herencia y regalaron, por eso ha tenido a bien colocar a todos los suyos en todos los puestos claves, estratégicos y fuentes de ingresos para abusar de ellos vorazmente, muchos de ellos incompetentes, mediocres y analfabetos; así mismo ha confiado a sus cuñados y amigos para que formen parte del saqueo y disfrute del ‘coto’. Durante todo ese largo tiempo que está en el poder, los únicos que viven lujosamente, viajan por todo el mundo, se curan en las mejores clínicas del mundo, van comprando inmuebles en las mejores ciudades del mundo, mandan estudiar en el extranjero a sus vástagos y van con la mujeres más deslumbrantes, mientras que la población está abandonada a su suerte cacareando y picoteando como gallinas. Ahora que ya lo han despilfarrado, dilapidado, gastado todo inexplicablemente, es cuando llama a la población a poner su grano de arena para arreglar el desaguisado provocado por la nula administración y fatal gestión suya y de toda su familia.

Se sabía que Obiang no tenía vergüenza, escrúpulos, sentimientos, ni corazón; toda su vida ha demostrado que no le importa nada más que su bienestar personal y el de sus allegados, no percibe a los demás como seres humanos si no como simples sujetos que están al servicio de sus intereses personales y para satisfacer sus apetencias libidinosas y caníbales. Cuando han estado disfrutando de las bonanzas económicas sin contar con el pueblo, ahora que se les ha acabado el chollo, es cuando Obiang camaleónico y cínico, se acuerda de la población y le pide que ayude al Gobierno a reflotar la economía para no dejar que el país se hunda y desaparezca.

Lo de esa familia es tremendo, inaudito, insólito hasta vomitivo. El Padre-presidente, que lleva en el poder más años que todos los presidentes españoles de la democracia, los 9 últimos presidentes norteamericanos desde Jimmy Carter hasta el 2⁰ mandato a partir del 20 de enero de Donald Trump pasando por: Ronald Reagan, George H. W. Bush, Bill Clinton, George W. Bush, Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden; 6 presidentes franceses, desde Valéry Giscard d’Estaing hasta Emmanuel Macron pasando por François Mitterrand, Jacques Chirac, Nicolas Sarkozy y François Hollande; en todo ese tiempo, no ha sido capaz de desarrollar ni industrializar el país, tampoco ha podido sanear la economía, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. A cada crisis de Gobierno provocada por el mismo y su posterior remodelación, promete formar un Gobierno competitivo y capacitado para sacar adelante el Programa de Gobierno y luchar contra la corrupción que antes negaba que existiera: «la corrupción es cosa del Occidente, no existe en nuestro país», decía a los medios de comunicación internacionales; reflotar y diversificar la economía. Al cabo de un tiempo, los vuelve a cesar acusándolos de inoperantes y corruptos, para después volver a nombrar prácticamente a los mismos, así toda la vida. El año pasado en junio, nombró un equipo de expertos economistas que bautizó como Consejo Nacional para el Desarrollo Económico y Social y los encargó urgentemente hacer un Informe para la recuperación económica y medidas para luchar contra la corrupción, meses después volvió a formar un macro gobierno compuesto por más de 80 miembros a los que había acusado de corruptos e insolventes, entre los Primeros Ministros, Ministros de Estado, Ministros, Ministros Delegados, Viceministros, Secretarios de Estado y Directores Generales, que dijo que era un Gobierno de tecnócratas y expertos que iban a sacar el país de la profunda crisis en la que estaba metido; entonces dijo que quería rodearse de patriotas, personas eficientes y dispuestas a dar como él la vida por el país y sacarlo a flote. Al final del año, nos trae el mismo cuento de que el país no avanza, ha entrado en una crisis profunda y no tiene ya arreglo a no ser que los ciudadanos aporten su grano de arena; ¿dónde están el informe y las medidas que han elaborado los honorables miembros del famoso Consejo Nacional para el Desarrollo Económico y Social para rescatar la economía del país, y dónde están los resultados de la gestión de los flamantes y brillantes miembros del reciente Gobierno? Lo único seguro es que tanto los unos como los otros, que han estado colaborando con los Obiang en el expolio nacional y a los que había llamado en reiteradas ocasiones corruptos, malversadores e ineficaces, están forrados por el erario público.

Ahora que todo se ha ido al pique, el país está en ruinas hasta el extremo de que el Presidente-hijo, que venía despilfarrando el dinero del Estado haciendo de Papá Noel, regalando los juguetes a los hijos de los pobres mentales, este año, no lo ha podido hacer. Cuando la inmensa mayoría de la población guineoecuatoriana vive en una absoluta miseria, no tiene para comer 3 veces al día, comprarse los medicamentos, ni escolarizar a sus hijos; ¿cómo va a poner su grano de arena? ¿Con qué va a contribuir para rescatar el país de la quiebra económica que le han metido los Obiang? Ahora es cuando cuenta la población, ¿verdad, los Obiang?

Si tuviera un poco de dignidad y vergüenza y quisiera rendir algún favor a la nación esa maligna familia, podía hacer caso al consejo que el Arzobispo de Abidjan en la toma de posesión da a las autoridades: IL FAUT SAVOIR PARTIR, SINON L’AMOUR VA SE TRANSFORMER EN HAINE (hay que saber marcharse, si no, el amor puede convertirse en odio).

Es hora de que los Obiang se marchen; ya son muchos, muchísimos años que han demostrado que con ellos en el poder, Guinea Ecuatorial va a su desaparición, no pueden hacer más daño que el que han hecho, tampoco lo pueden hacer peor que lo que han hecho. DONC, IL FAUT SAVOIR PARTIR, C’EST LE MOMENT DE PARTIR.

Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?

«…il faut savoir partir…»

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Un comentario

  1. Incontrastablemente estamos asistiendo a las últimas tácticas de ajedrez de unos ineptos y estúpidos que desde hace cuarenta y cinco anos, según ellos, han impartido sabias orientaciones.
    Como es posible en un desgobierno donde mas de la mitad ni siquiera saber leer? Incluido, el padre que no es otra cosa que lo que ya se dijo en su día en la academia militar de Zaragoza.
    El vástago primogénito no es otra cosa que un payaso vestido con chaquetas caras que sufre probablemente de discapacidad psíquica y con trastornos de personalidad.
    La primera en todo es sin lugar a dudas una fulana de mas en el reinado de las bestias.
    Si analizamos la situación, no nos aporta nada nuevo que no sepamos, sino que simplemente viene a confirmar lo que llevamos diciendo mas de medio siglo.
    Es el fin de una historia pintada der oro que no nos deja otra cosa que las cascaras podridas y amargas que la historia se acordara vilmente.
    Vous l’avez dit: Hay que saber salir con honores.

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