Maelé y Pierre Claver Zeng, frente a frente

Por Andrés Esono Ondo

Como habrán observado muchos de mis amigos de Facebook, una de mis aficiones es la música: me reconforta, me relaja y me aleja mentalmente de los sinsabores a que nos somete a diario el régimen dictatorial. Después de mucho tiempo sin publicar nada aquí sobre esa gran afición mía, hoy hago un alto en el camino para hablar de dos iconos que marcaron a muchos jóvenes de nuestra generación (la mía, quiero decir): Martiniano Elé Ndoho (Maelé) y Pierre Claver Zeng; un ecuatoguineano (me gusta decirlo así, que es otro debate) y un gabonés. ¿Qué tienen en común estos dos personajes? Dos cosas principales: ambos son músicos y cantan en lengua fang, y son de esta misma etnia. Uno, Pierre Claver, nació en 1953, y otro, Maelé, no nos dice cuándo vio por primera vez la luz, pero no tendrá alrededor de cinco años menos que el otro.

maxresdefault-1A principios de 1975, los melómanos de Gabón, Camerún y Guinea Ecuatorial, quedaron boquiabiertos por un joven guitarrista nacido en la provincia de Oyem, República Gabonesa. Tocaba de maravilla la guitarra acústica, tenía una voz de tenor y cantaba acompañado de dos o tres chicas. La profundidad de sus reflexiones, el hábil manejo del lenguaje, a la vez filosófico y poético, con un fuerte compromiso social y político, nos situaban ante un enorme artista, filósofo, antropólogo y crítico político, además de un gran conocedor de la tradición fang. Así lo demuestran las canciones de su primer álbum: “Ané ntangan” (como un blanco, crítica al presidente Omar Bongo), “Me wou miteign” (Me muero de dolor, estoy enfermo), “Avuat ening” (Harto de vivir), “Ening” (La vida), “Nkoum Ekeign” (un poblado de Oyem), y Elisa (Habla del amor conyugal, el matrimonio como cosa de dos)…

Zeng no dejó indiferente a nadie, y todo el pueblo fang aplaudió la aparición de un cantante que venía a relevar al mítico Hilarion Nguema. En un año, Pierre Claver se convirtió en el ídolo de los jóvenes, en el amor platónico de las adolescentes y en el hijo que toda madre quisiera tener… Un auténtico fenómeno de masas.

Mientras consumíamos nuestro nuevo producto, entre 1976 y 1977, Radio Bata nos sorprendió con la aparición de un maelecantante joven, natural del distrito de Bata, Guinea Ecuatorial. Aunque con menos recursos lingüísticos y estilísticos que Pierre Claver, intentaba cantar como Zeng, tocaba la guitarra acústica y también le acompañaban voces femeninas. Era Maelé. Menos profundo que el chico de Oyem, solo hacía canciones de amor y de alabanzas a Macías. Sus primeras canciones fueron “Make mayi papá Mañe Ela…”, “Maelé, ñongma” (“Hazme tuya, Maelé”), “Evom nguan”, “Awom bindeglé” (10 castigos), “Cuna de la Revolución”… Sin dejarnos respirar, Maelé publicó uno de sus mayores éxitos de la época: “Wa ñeb a Edjoé, papá Mesié Nguema Biyogo” (El poder te queda como anillo al dedo, Papá Mesié…), con el cual ganó el Festival de Música de Bata en 1977. A continuación, publicó “Amigo” y “Bekuiñ balogh otong” (Los pigmeos achican el arroyo). Los guineanos, huérfanos de ídolos como siempre lo habían sido, se volcaron con el nuevo héroe. Los otros cantantes emergentes, como Bessosso y Mba Besolo, fueron eclipsados sin más. Las emisoras Radio Bata y Radio Malabo hicieron de Maelé un asunto de Estado: su música se oía en todo momento, a cualquier hora de las emisiones. Para los comedidos, Maelé era el condiscípulo de Zeng, y para los exaltados, era su maestro.

La fama traspasó las fronteras y alcanzó Camerún y, cómo no, Gabón. Pierre Claver se batió en retirada.

En el mes de julio de 1978, Maelé representó a Guinea Ecuatorial en el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, celebrado en La Habana (Cuba). A su regreso a nuestro país, cantó “Edjam bingayen à Cuba…” (lo que vimos en Cuba…, que todos los países del mundo odian a los yankis).

El mismo año, 1978, como una serpiente que se revuelve al ser pisada por la cola, Pierre Claver contraatacó. ¡Vaya si contraatacó! Y lo hizo a lo grande. Ahora con innovaciones difíciles de alcanzar para Maelé. A su arte barroco, Zeng añadió el piano, el bajo, la percusión y el viento. Por otra parte, su temática es cada vez más social, política, antropológica y hasta existencial. Los títulos más sobresalientes de su nuevo álbum son: “Edjima”, “Essingang” (El hombre es un monstruo para el hombre, en referencia a Bongo), “Mbot anabé” (El ser humano es malo”), y “Nven e boulou”. El nuevo álbum deja estupefactos a todos los melómanos. Jamás se había escuchado nada igual en lengua fang. Zeng, que combina su actividad artística con su formación universitaria en la Omar Bongo, en Libreville, se ha convertido en el ídolo y guía espiritual de la Juventud gabonesa, su fama traspasa las fronteras y su inclinación hacia la política preocupa al dictador Bongo, que ordena su detención. Los estudiantes de la Universidad Omar Bongo se declaran en huelga para exigir su inmediata liberación; les siguen los de los centros técnicos y medios. La enseñanza se paraliza en todo el país, y el dictador, para evitar males mayores, se ve obligado a ceder, y cede ordenando la liberación del artista. Zeng ya es un héroe nacional.

Y su fama va en aumento, pese a que son los momentos de apogeo de Nico Mbarga, el camerunés que, afincado en Nigeria, triunfa en todo el continente africano (y del que me ocuparé en su día). Por su parte, Maelé se apaga, se diluye. No puede dar más que no sea cantar a Macías y a su Revolución ni, mucho menos, seguir la estela del cantante gabonés. Y así llegamos al Golpe de Estado de 1979. ¡Por fin, la libertad! Pero Maelé sigue sin producir nada interesante desde mi punto de vista, y solo lo vemos en esporádicas apariciones en la TVGE, con las chicas y chicos que bailan y cantan con él, entre ellos un jovencito Anfibio.

Pero Pierre Claver vuelve a principios de 1980, y pisa todavía más fuerte: “Eya mone” (Hijo ajeno), “Medjo yemu” (Los temas de hoy en día), “Essap”, “Afrika” (denuncia el expolio del continente por potencias extrajeras), “Vivre à moitié”, “Séparation”, “Nguié” y “Bidja binnem”. Hace una visita a nuestro país y ofrece sendos conciertos en los Cines Marfil (Malabo) y Okangong (Bata), en junio de 1980. Su actuación, en ambos casos, es, sencillamente, memorable. La puesta en escena, las bailarinas, el vestuario tradicional, la voz de Zeng, la percusión y la guitarra fueron sensacionales. Definitivamente, Zeng es único, sin igual, irrepetible…

Como no hay dos sin tres, ni tres sin cuatro, y como si quisiera regalarnos unas navidades de ensueño, Zeng dio otro puñetazo sobre la mesa en diciembre de 1982, otro álbum en el que sobresalían temas como “Okwale walong”, “Make mayi wa” y “Abaha” (Casa de la palabra). Los pinchadiscos de las discotecas de Malabo tenían miedo de poner “Okwale” porque todo el mundo se lanzaba corriendo a la pista, nadie se la quería perder sentado. Y así, hasta 1987, con las canciones “Ekang ye ngom”, y “Bibulu”, entre otras.

¿Y dónde está Maelé, el ídolo de los guineanos? Maelé es, efectivamente, el ídolo de los guineanos, el mejor con diferencia. Por eso, cunde el malestar entre sus seguidores cuando, en 1983, Bessosso y Efamba son patrocinados para publicar sus primeros álbumes en Francia, mientras queríamos ver y escuchar lo nuevo de Maelé, que lo llevaba preparando con mucho tiempo y mimo. Los comentarios son para todos los gustos, incluidas especulaciones políticas. En 1984, ¡por fin!, Maelé es financiado para viajar a Francia y publicar su primer álbum, con los arreglos de Toto Guillaume y Aladji Touré, según me contaron por entonces. El resultado es una joya: “Andeme Ela”, “Bong ye o Kie-Ntem”, “Ayong”, etc. El éxito es total, rotundo. Maelé ha reconquistado, primero, los corazones de los guineanos, y, en segundo lugar, el de los cameruneses. Nuestro artista es el primer guineano que hace que se hable de Guinea fuera de Guinea; le adoran en Camerún, le miman. En 1987, saca “Chabeli”, otro éxito. En 1989, su mejor obra: “Abom”. Nuestro hombre ya es internacional, ya codea con los mejores de Camerún, como Sam Fan Thomas, Moni Bilé, o Ben Deca.

No sabemos cómo ve todo esto el señor Obiang a través de sus gafas oscuras. ¿Dos gallos en el mismo corral? Y, en efecto, Maelé publica “Engóng”, una crítica al afán acaparador de los hombres del régimen, “dos gallos no pueden cantar en el mismo gallinero”, dice una estrofa de dicha canción. Maelé abandona Guinea, y también Camerún, por motivos que desconozco. En una de sus apariciones en Tele5 (España), canta “Engóng” y, al ser preguntado por el sentido del tema, dijo que era para hacer ver que “hay para todos y el pez grande no tiene por qué comerse al pez pequeño”. El “exilio” español marca el declive de Maelé como artista. Ya no volverá a ser el mismo. En Madrid, la oposición le contacta al enterarse de que anda por ahí huyendo de la dictadura. La reunión se celebra en el hotel Florida, en Madrid, en 1991. Maelé responde a sus interlocutores que él no es político; como artista, “soy un bien de consumo público”, de todos. No puede meterse en política porque, según el mismo, parte de la población dejará de consumir su producción musical por razones ideológicas.

Sin embargo, acuciado por las dificultades de supervivencia en Europa, Maelé regresa a Guinea entre 1995 y 1996, con un álbum bajo el brazo, en el cual explica que la vida es difícil en Europa, donde hay que pagarlo todo: el agua, la luz, el alquiler de la casa, la comunidad… Trabajas y trabajas esperando conseguir dinero; juegas a la quiniela y a la lotería pensando ganar mucho dinero, pero nada de nada. A partir de entonces, la temática de Maelé es una retórica de sus consejos a su hermano Saturnino, Saelé, las loas a Obiang, a su PDGE y al grupo Antorcha…, hasta que le nombran, primero, Delegado Regional del Ministerio de Cultura en Bata, y, después, responsable distrital del PDGE en el mismo distrito.

Y así, hasta la famosa canción en la que dice que “PDGE ane nkobo nfé” (“el PDGE es otro idioma”), frase que invita a interpretaciones subjetivas. Ahora Maelé tiene la salud deteriorada. Hace dos o tres años el Gobierno le dio dinero para irse a Europa a curarse, pero, si bien agradeció públicamente a Obiang por la ayuda, él mismo manifestó, a lo largo de una entrevista en TVGE hace un año, que la cantidad “fue insuficiente”, tanto que él y su esposa comían “con cinco euros a la semana, y gracias a que el pollo es barato en España”, aseguró ante la incredulidad del entrevistador…

Retrocedamos a 1990. Son los momentos de la efervescencia política en todo el continente africano, pues acaba de celebrarse la cumbre de la Francofonía en La Baule (Francia), en la que el presidente francés, François Mitterrand, ha exigido a los tiranos africanos que introduzcan reformas en sus regímenes. Mientras Maelé asegura que “es un producto de consumo público” y no puede hacer política, Pierre Claver Zeng hace cuatro años que aparcó su carrera musical en 1987, y ahora está embarcado en su otra pasión, el cambio social a través de la acción política.

La Conferencia Nacional, celebrada en Gabón en 1990, es un punto de inflexión en la vida de Zeng. En ella, se ha exigido a todos los intelectuales gaboneses que se involucren en la vida política para dar solución a los numerosos problemas políticos y sociales causados por el partido único, el PDG. Pierre Claver, un joven intelectual que ha combatido a la dictadura de Bongo a través de la música, tiene ahora la oportunidad de hacerlo desde la arena política. Se afilia al Partido Social Gabonés y participa activamente en sus campañas electorales. El dinámico Zeng, necesitado de acción política, acepta el puesto de ministro de Asuntos Sociales en el Gobierno del Primer Ministro Casimir Oye Mba, del gubernamental PDG, motivo por el cual es expulsado de su partido. Zeng funda el suyo, el Movimiento Africano para el Desarrollo, con el cual es elegido diputado en varias ocasiones, al tiempo que sigue en el Gobierno. En las campañas electorales de 1998 y 2005, Zeng no rectifica y sigue apoyando a Omar Bongo, asegurando que la política no es una guerra, sino un medio para resolver los problemas de las personas. Tras la muerte de Omar Bongo Ondimba en 2008, Zeng apoya a Oye Mba en las elecciones presidenciales de 2009 en una candidatura alternativa a la del hijo del desaparecido dictador, Ali Bongo Ondimba, quien las gana en medio de un fraude clamoroso.

El genio no olvida su otra gran pasión, la música, así que, en 2005, Nzeng, entre campaña electoral y campaña electoral, entre consejo de ministros y otras reuniones inherentes a sus obligaciones políticas, elabora, con toda generosidad y maestría, la última joya de su irrepetible carrera musical. Pierre Claver, el trovador, el poeta, el antropólogo de la música fang que se embarcó en la política para ayudar a los jóvenes, a los mayores y a los desfavorecidos de Gabón, presiente algo. Es consciente de que ha estado jugando con fuego y, a pesar de su relativa juventud, 52 años, presiente el final de sus días. Una palabra que es tabú y a la que nos referimos siempre con eufemismos, LA MUERTE, aparece en su último álbum: “Awou”. La muerte, aquel ser abstracto pero inmisericorde, implacable con los niños y mayores; que no tiene piedad por dejar viudas y huérfanos, que no se compadece ni de los pobres, ni de los poderosos; que acaba con los árboles y los animales del bosque; ese bicho odioso que siente una envidia malsana por nuestras vidas y no nos deja vivir en paz…, ese bicho abstracto acecha a nuestro genio. La canción “Awou”, reflejo del existencialismo observado en su obra, tiene unas connotaciones elegíacas y dramáticas solo comparables con las coplas dedicadas por Jorge Manrique a su padre tras la muerte de este, con la diferencia de que Zeng canta su propia muerte, escribe su propia elegía, dedicada a sí mismo en vida, antes de dejarnos, para siempre, el 19 de mayo de 2010. Solo tenía 56 años de edad, el mejor cantante en lengua fang de todos los tiempos.

Estos dos hombres, Martiniano Abaga Elé Ndohó y Pierre Claver Zeng, coincidieron en el tiempo y tuvieron la misma pasión, la música, y acabaron en la política, por motivos diferentes: uno por supervivencia material, y otro por compromiso social manifestado a lo largo de su copiosa carrera musical.

He narrado los hechos de la vida de ambos tal como la conocí a través de comentarios, medios de comunicación y por su propia obra, desde mi modesto punto de vista y mi faceta de amante de la música como entretenimiento, e implicado en la política como medio para luchar contra las injusticias y establecer la igualdad de derechos entre todos, por un mundo mejor.

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