Las huellas de la política tribal

Por Zanghadji Maêt Salet ·
«BATO OBAMA MANGUE : UN RIO DE SANGRE«
Soltaba la tierra sus amarras, y ya la nave partía con rumbo y destino trazados por un incierto que bien conducía a los hombres camino de la segunda esclavitud; pues dicen, desde las lejanías, que aquí, antes fue que hubo vida. Y ahora, ya 48 años después, sí, partimos con destino propio: camino del puerto, ya en tierra propia. Pasaron años, sí; y, fue así cómo nos contó el tiempo la historia que aquí se escribió con la decisión de quienes resolvieron «hacer correr un río de sangre».Pero, ya para este tiempo, dijo entonces mi nombre que fue en un tiempo que aún quedaba por olvidarse; cuando aquí no hubo más patria que aquella hecha de pisotones, patadas, culetazos y marcas de la propia casa con ganas de escribir epitafios en tumbas marginales.
Pero, como bien dijo mi abuelo: «Aquí la vida llegó desde Jabôñ, no desde Angola«.
Y así fue:
De todo aquello dejado perfectamente doblado y bien guardado en aquel viejo baúl, sólo extraigo aquí, aquellos viejos recuerdos que una vez me pintaron muy de cerca, las orillas del nombre del miedo: tan sólo tenía 15 años.
Lógicamente, todo seguía su curso normal de «un tupido velo sobre la apartada orilla». Y Annobón, sin figurar en ningún mapa político, continuaba convertido en un ataúd perfecto para los antaños – dicen – llegados en viejos fardos. Es decir, su gente llevaba tres años de absoluto aislamiento: sin barco, ni ningún otro tipo de comunicación.
Para los hechos de aquel entonces, hacía tiempo que un tal de nombre «Angel Macías Ntuntum» – decía ser Ministro de Sanidad – había pisado la apartada tierra porque la cólera hacía su trabajo diezmando a los dejados a su suerte por el bien de la tribu elegida. Y en eso que, ya apunto de desfallecimiento, se les ocurre a los de la tierra azotada pedir auxilio a un tal su gobierno y presidente de su república para remediar tanto mal; siendo entonces cuando acude el de sanidad para decirle al pueblo aislado:
«En Guinea, no se regala nada a nadie; sino que cada uno debe encontrar soluciones a sus propios problemas«.
Y, dicho el cual mensaje, el barco se gira, y el Ministro, después del horizonte, ya más se supo hasta la fecha; dejando a los afectados sin una sola pastilla, y con la obligación de encontrar «soluciones a sus propios problemas» – Eran años de 1974 –
Al siguiente año, 1975, verano, ocho hombres de la tierra aquejada (TAMAYÌ, SANZE PADJIL, PÙ AMPÀ, GUTIN MÀpÊNDÊ, DAINYÀ BÀÊ, TONY EL FEO, CHITA KICHÌ Y PÙDÙ FLOL), suguiendo aquello de «buscarse la solución a sus propios problemas», toman un cayuco, «Kindjadja», y remo en mano, enfilan su destino camino de Gabón en busca de la ayuda internacional que gobierno de la tribu les negaba. Antes, pero, se hicieron con documentos públicos con la firma de toda su población reclamando ayuda internacional y denunciando el abandono y marginación que reciben de su gobierno nacional.
Como otra cualquiera de las naves del olvido, los ocho hombres abordo de Kindjadja, tardan exactamente siete días de remo hasta alcanzar las costas de su objetivo: Gabón. En donde, una vez apresados, arrebatados los documentos conteniendo peticiones de ayuda internacional y acusados de traición a su patria, fueron devueltos y entregados a su gobierno de origen: Francisco Macías Nguema. – Digo, verano de 1975 –
Sacudidos todos los cimientos de aquella «nación de todos sus pueblos y territorios», sus dueños de la tribu dominante, o mejor dicho, su dueño, que para entonces era el jefe del brazo armado de su tío, Teodoro Obiang Nguema, ordena al otro hijo de la casa tribal y Ministro del Interior, Bató Obama Mangue, regresar de nuevo a Annobón para dar a los annoboneses la mejor ayuda de un buen gobierno tribal.
Del 1974 a 1976, como marca de la casa tribal, dentro de su política para con los de Annobón, habían trancurrido dos años de absoluto abandono y aislamiento de los annoboneses; y, entonces el gobierno de la casa tribal envía su ayuda en forma de una expedición militar con lo mejor de los «Milicianos en Marcha con Macías» (lo peor de la escoria de la propia casa) y con la orden de: «disparar a matar».
La misión era simple: «Escarmentar a los annoboneses, dejando su tierra y sociedad sin hombres capaces de seguir saliendo en busca de la ayuda internacional.«
De ese modo, investido de «Mariscal de campo», Bató Obama, bastón en mano, llega a Annobón para solucionar los asuntos propios de su cometido de interiores. Y, tras mandar reunir a la población en la plaza central, para los primeros saludos de la «bien venida», hace saber lo siguiente:
«Sé lo que andáis haciendo por detrás, salido a hablar mal y a traicionar al país; así que, al menor movimiento falso de la población, voy a hacer correr un río de sangre.»
– Y desde entonces hasta hoy, en Annobón, a este sujeto de la triste casa de la tribu, se le conoce como «LUBÀ SANG» (Río de Sangre) –
Aunque todo continuaba estando ignorado por parte de la población, ya el sólo saludo del Ministro tribal y las ráfagas al aire de sus milicias con sed de sangre, la población annobonesa se hacía cargo de allarse en la sala del juicio final. Si bien, tras aquella sencilla epístola de hacer brotar un río de sangre, hubo que reunir de nuevo a la población en los días sucesivos, en el Ayuntamiento de la Plaza, para ir dosificándole los tragos largos de la acostumbrada violencia marca de la casa: Una bofetada por aquí, una violación por allá, una amneza velada por ahí, cuatro ráfagas de matralletas al aire, militares armados por cualquier esquina, una provocación en busca de la primera chispa que haga saltar todo; en fin. – La tribu, con hambre de pelea, dando muestras de su saber hacer –
Finalmente, se desvela el misterio: «Todos los hombres deberían alistarse para ser embarcados para ir a Malabo a trabajar en los campos estatales de cacao.» – Se entiende: en régimen de esclavitud –
La medida afecta a todos los varones comprendidos entre los 15 a 70 años: era la única forma de que en Annobón no quedara más hombre capaz de remar un cayuco hasta Gabón.
Dicho y hecho: o los hombres se embarcan, o Bató Obama hacía correr un río de sangre al menor movimiento falso de la población annobonesa.
Como digo yo, en esas fechas de 1976, contaba yo 15 años; lo que, como cualquier otro capaz de remar hasta Gabón, no podía hacer ningún movimiento falso, sino alistarme para el embarque. Sin embargo, con lo que no contaron los hombres de la tribu, es que, entre los alistados, ya tenían a mi padre y a mi hermano mayor, siendo ésta la baza que finalmente me serviría de movimiento perfecto para burlar el cerco de los hombres armados sobre la población.
Llegado el día «D» y la hora «H», ya con todos los hombres embarcándose, la población en llantos y lágrimas, los disparos al aire sonando sin cesar, los más afortunados recibiendo palizas de hombres armados, las últimas violaciones, los últimos robos y algún desafortunado logrando escaparse a los bosques, antes de que la milicia tomara posesión en todos los caminos de acceso en cualquier dirección, padre y los dos hijos nos dimos cita en el hoy ya desaparecido muelle a la espera del turno del embarque. Fue en ese momento, cuando el destino escribió mi nombre en otra lista que luego no entregó al jefe de la expedición. Me dijo entonces mi hermano mayor:
«Mira, no sabemos sabemos a dónde nos llevan, no sabemos si nos van a matar a todos; así que, yo no puedo cuidar de mí, de nuestro padre y de tí. Por tanto, busca la forma que sea, pero escápate de esta playa; así, si nos matan, que nuestra familia no se quede sin la figura de un hombre».
Paradógicamente, es el mismo viaje de la esclavitud en el que prohombres annoboneses de la talla de: Asumu Mum, Hilario Sisa, Manel Quintana, Damián Segura, …etc; cambiaron Annobón por una Guinea mejor hasta hoy, de la mano del mismo que decretó su deportación como esclavo en los campos de la cosa estatal.
Jugándome pues, la última carta de un destino macabro, por obra y gracia de los hombres de una tribu, armas en mano, dejé a los míos solos e inicié mi propio camino de retorno desafiando el caos , las ráfagas, las lágrimos, las milicias y el griterío. Eso sí, mi destino no podía salirse de los propios márgenes de la playa sin ser o bien, abatido, o bien, reenganchado para el embarque. Pero, la suerte esta vez, me condujo hasta las puertas de una delas casas que lindan con las arenas marinas: la casa de la Señora Mamà Ñiäna (Main Fílio Dezu). Sólo alcancé a decir: «Estoy buscando un sitio para esconderme«. Y, sin más comentarios respondieron madre e hija: «Métete debajo de la cama«. Y allí permanecí hasta la partida del barco camino del horizonte, con toda la población masculina annobonesa embarcada para la esclavitud en las fincas estatales de la tribu dominante.
Tras la partida del barco, los supervivientes, reunidos en la misma playa de la partida, hicimos un recuento de todos los presentes; y en el Annobón del «Barco de Cacao«, que así quedó bautizado en la historia reciente de Annobón de aquel viaje del célebre Bató Obama Mangue, habíamos quedado tan sólo 20 muchachos; a los que el destino los ha condenado a pasar de los 15 años, a desempeñar funciones para los que no estaban preparados; en una sociedad de sólo mujeres, ancianas y los hombres que no podían remar hasta Gabón.
Ya en los años venideros y de la mano del siempre Teodoro Obiang Nguema, llegarían los asesinatos en Annobón de Súmene y Simplicio, cumpliendo así la promersa de «hacer correr un río de sangre» y los vertidos de residuos nucleares, siempre buscando la manera de exterminar al pueblo que la tribu dominante siempre ha tenido especial cariño y aprecio entre los pueblos de las tribus especialmente queridas y aceptados por «los gobiernos de la nación de todos sus pueblos y territorios».
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