La pobreza de los pueblos

Por  Nguema Faus

Detrás de la pobreza material de muchas personas y pueblos, está otra gran pobreza, la mental.

A veces no nos damos cuenta de esto, porque lo que salta a la vista es la pobreza material; la pobreza mental, a primera vista, y permanece oculta.

Por eso vemos que hay personas y pueblos que se han quedado totalmente arruinados por un fracaso, una crisis, una guerra, etc; pero se han levantado con trabajo, esfuerzo, organización y la ayuda de los demás.

Sin embargo hay otras personas y pueblos que, a pesar de tanto trabajo, esfuerzo y ayudas de todo tipo, nunca se levantan. ¿Por qué? Por muchas razones.

Unas de las razones pueden ser la mentalidad, los complejos, la falta de organización, gastar en lujos innecesarios y desear más de lo posible, etc. Cuanto más tengo, más gasto; cuanto más tengo, más aumentan mis caprichos.

¿El por qué de esta pobreza mental? Aquí hay una responsabilidad personal, social y nacional. A veces los mismos pobres desprecian la educación, la reflexión, el pensamiento, la formación intelectual, etc. Prefieren que les den todo hecho y les solucionan los problemas. Dicen que son prácticos y no valoran todo lo que no da de comer, beber o ganar dinero. Para ellos es pérdida de tiempo.

Además, hay personas y gobiernos que aprovechan esta mentalidad y esta pereza mental para convencerles de que no sirve de nada pensar ni formarse. Se encargan de darles de comer y de solucionarles todo; y les ayudan a ver como enemigos a todos aquellos que piensan y quieren ayudarles a pensar.

Luego es curioso cómo estos mismos gobiernos llaman a sus ciudadanos «pobres mentales»; y la pregunta es: ¿por qué son pobres mentales? ¿Qué han hecho con ellos durante tantos años para que sean así?

En esta vida todo cuesta y a todo nos acostumbramos. Si vamos eliminando y persiguiendo a todos los intelectuales del país como enemigos, los niños y jóvenes se quedarán sin modelos de referencia. Tendrán como únicos modelos los fanfarrones, matones y sinvergüenzas.

Una persona o un país que desprecia las ideas, el pensamiento, la reflexión, la educación; y vive permanentemente por encima de sus posibilidades, no puede levantarse nunca. Siempre dependerá de otros, le guste o no.

¿Por qué, por ejemplo, en Estados Unidos salen nuevos talentos, todos los años, en todos los sectores? Porque fomentan la educación y el espíritu emprendedor de sus niños y jóvenes desde pequeños. Esto no se improvisa. Luego nos quejamos de que nos invaden y nos imponen su cultura y sus ideales.

Así que, si las personas y los países pobres queremos levantarnos de verdad, y dejar de depender de otros, tenemos que ponernos a trabajar un poco la cabeza. Todo empieza por tener una idea clara de lo que quieres, por qué lo quieres y cómo lo quieres. Luego lo vas poniendo en práctica.

En la Teología católica decimos que Dios lo creó todo de la nada con el poder de su palabra. Los hombres compartimos con Dios este poder de nuestras palabras, pensamientos e ideas, para construir nuestro mundo y evolucionar.

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