«YA LO SABÉIS, YO LO DIGO AQUÍ. EL QUE CREE QUE HAY DEMOCRACIA SE HA CONFUNDIDO DE LUGAR» (TEODORO NGUEMA OBIANG, SUCESOR DE SU PADRE Y ENCARGADO DE DEFENSA Y SEGURIDAD).
Por José Eugenio Nsue
Como es sabido, los dementes, borrachos y los niños nunca mienten. Es lo que le pasa con el heredero del trono y del coto privado que han convertido Guinea Ecuatorial; él no sabe mentir aunque no hacía falta que nos recuerde una vez más que no había democracia en el país; cualquiera sabe que donde los parlamentarios, los senadores y los alcaldes no son elegidos por sufragio universal, sino que son nombrados a dedo y por decreto presidencial; donde el Parlamento y el Senado no legislan (las leyes son dictadas), no interpelan a los miembros del Gobierno, ni el Jefe de Estado y Gobierno puede ser requerido para dar explicaciones de su gestión o sobre su política exterior ante la Sede de la soberanía y ante aquellos que debían ser los representantes del pueblo, tampoco puede ser interpelado, ni censurado todo lo contrario; él y toda su familia, parientes y la familia política, gozan de total inmunidad e impunidad, no responden ante nadie, ni ante ningún Órgano o Institución; es más, el Jefe de Estado y Gobierno está aforado in eternum, no podrá ser juzgado, ni condenado antes, durante, ni después de su mandato; donde las formaciones políticas o partidos no pueden instituirse sin la previa autorización del Ministerio del Interior o Seguridad, tampoco pueden ejercer libremente las funciones que les son propias, como controlar al Gobierno de sus gestiones y políticas, interpelar a sus miembros, convocar a sus militantes o hacer mítines, explicar sus ideas y proyectos políticos para que los ciudadanos los conozcan en los medios de comunicación públicos y/o privados; donde no existe ni la libertad de expresión, ni de la prensa independiente; donde secuestran y encarcelan a los disidentes arbitrariamente sin ningún mandamiento judicial y sin ningún juicio y les dejan pudrirse en prisión, torturan y hasta asesinan sin que nadie responda por ello; donde violan a menores y a mujeres, asesinan en plena calle; donde todos los familiares del Presidente, hasta los más inútiles, ocupan y copan los grandes cargos y puestos de responsabilidad del Estado, Gobierno y Administración, los colocan como generales del ejército sin haber pisado una academia militar, y no pasa nada, no se puede llamarlo un estado democrático.
En un Estado democrático, el Gobierno prepara y forma los cuerpos y fuerzas de la Seguridad del Estado, dotarlos de herramientas y recursos suficientes para que protejan a los ciudadanos y vayan a su auxilio, defiendan la integridad y la seguridad territorial en caso de una emergencia o catástrofe, como lo estamos viendo estos días en España (Valencia, Albacete y Cuenca) o en el Huracán Milton en Florida, EEUU.
En una democracia, las autoridades, el Gobierno velan por el interés común, muy especialmente por los más vulnerables; procuran y se preocupan por los servicios públicos básicos, útiles y eficientes, como las escuelas, los hospitales, los transportes públicos (autobuses, trenes, metros, barcos y aviones) para comunicar a todos los rincones del país.
En una democracia, el único imperio es la LEY, a la que todos absolutamente tienen que estar sometidos, nadie puede estar por encima de ella, incluido todas las Instituciones y Organismos.
En una democracia, la corrupción, la malversación del erario público, la apropiación indebida de los fondos públicos, el tráfico de influencia, el nepotismo o enchufismo…, son castigados severamente.
En una democracia, el Gobierno y todos sus Órganos, rinden cuenta ante el Parlamento, Sede de la soberanía nacional; se respeta escrupulosamente la separación de los Poderes que la sustentan: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.
En una democracia, la libertad de expresión es sagrada, no se puede prohibir; igualmente son sagradas: las libertades de culto, pensamiento, circulación, afiliación o militancia a una ideología, movimiento político o sindicato legalmente establecidos.
En una democracia finalmente, los Derechos y la Dignidad de las personas son sagrados, respetados, incluido el habeas corpus en el caso de haber cometido, presuntamente, un delito; y aun habiendo sido juzgado y condenado, sus derechos son y han de ser sagrados, inalienables.
En cambio, en el país de los Obiang, nada de eso se aplica, se reconoce o les importa. O sea, en la República de Guinea Ecuatorial, no existe la democracia y no hacía falta que uno de los responsables de que no la haya, venga a fanfarronear abierta y públicamente como lo hizo el actual mandatario del país y encargado de los ejércitos tierra, mar y aire el pasado 20 de octubre en la clausura de la primera promoción de la Brigada de Intervención Rápida (BIR) en Oveng Azem, Mongomo; una fuerza paramilitar entrenada para matar, torturar y atemorizar aún más a la ya atemorizada población dependiendo exclusivamente de la Jefatura del Estado y no del Ministerio de la Defensa o Seguridad del Estado.
Los Obiang nunca ha ocultado sus intenciones de perpetuarse en el poder, tampoco han mentido en ningún momento a los pobres mentales de la sufrida población; llegaron al poder matando y están para quedarse, han convertido la Jefatura del Estado en una monarquía hereditaria, al país en una especie de coto privado. No les importa la vida de nadie que no sea de su entorno familiar o el círculo de sus amistades por eso no han hecho nada absolutamente beneficioso para la población; el sufrimiento y las calamidades de los guineanos, se les trae al pairo; los ejemplos sobran: durante la época de las vacas gordas en el período del búm del petróleo, no fueron capaces de adecentar o reformar un solo barrio de donde vive el 99% de los guineanos en Malabo, Bata o cualquier distrito o isla; en todas las desgracias habidas, provocadas por ellos por acción, negligencia o por omisión: accidentes aéreos, hundimientos de barcos, inundaciones, incendios como el último de Timbabé o las explosiones de Nkoantoma…), los damnificados han sido mandados a tomar por culo, mientras que son benevolentes y filantróficos con las desgracias ajenas (cientos de miles de euros para las víctimas de Gaza, millón de euros para los damnificados españoles por la terrible dana sufrida, etc, etc).
A nadie le extraña esa animadversión y ninguneo hacia los guineoecuatorianos de esa familia, lo que deprime y ha hundido nuestros ánimos, es constatar que frente a estos hechos consumados y frente a la determinación de los Obiang de eternizarse en el poder y secuestrar el país, con el heredero a base de contratar a mercenarios y formar paramilitares (BIR) en Oveng Azem, no haya habido un solo grupo de guineanos capaz de articular un proyecto de resistencia para si no acabar con ese régimen, al menos frenar sus satánicas y diabólicas intenciones. Los llamados partidos políticos de la oposición interna y externa se han limitado al igual que nosotros los activistas, a lanzar comunicados que solo leen los mismos, implorar la intervención de la Comunidad Internacional que sólo existe en su imaginario y a levantar, estrategias que nada han servido. A parte de que todos los guineanos de bien somos pobres de solemnidad y los pobres no tenemos acceso ni a los ricos, ni a los poderosos del mundo (los pobres con los pobres se juntan); los que empezaron esa lucha, ya se han envejecido y no se ve a los jóvenes ofrecerse para tomar el relevo, usar la imaginación y expresar su disconformidad con lo que está pasando en su país aunque hayan nacido fuera. Otros cantamañanas tirándose los trastos unos contra otros a través de los audios, mientras tanto el actual Jefe de todo promete comprar no los helicópteros de rescate y evacuación de las personas, tampoco las ambulancias, tractores y herramientas para construir los puentes en los poblados anegados o para abastecer los mercados con el arroz y chicharro a menos de un mes de las navidades; promete comprar misiles y videocámaras para seguir grabando escenas pornográficas, su deporte nacional, para así entretener a la población.
¿Dónde está la esperanza? ¿Qué esperamos los guineoecuatorianos?
Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?