El Partido Democrático de Guinea Ecuatorial (PDGE) ha emitido recientemente un comunicado condenando a Baltasar Ebang Engonga, ex-Director General de la Agencia Nacional de Investigación Financiera (ANIF), tras la difusión de vídeos explícitos en los que aparece en situaciones comprometedoras. La publicación de estos vídeos, sin embargo, no responde a un incidente casual. Su difusión fue orquestada por Teodoro Nguema Obiang Mangue, vicepresidente de su padre y conocido como el “tonto galáctico,” con el objetivo de proteger su imagen y desviar la atención pública hacia Ebang Engonga, quien fue cesado de sus funciones el 7 de noviembre de 2024 mediante el Decreto 118/2024, firmado por el Jefe de Estado días antes, el 4 de noviembre.
Una maniobra de encubrimiento desde la vicepresidencia
La condena a Ebang Engonga, nieto del dictador y sobrino del vicepresidente, tiene menos que ver con una preocupación genuina por la moralidad pública que con una estrategia para encubrir los propios abusos de Nguema Obiang Mangue. Este comunicado oficial responde a la estrategia del vicepresidente, quien al exponer a su sobrino en un escándalo mediático busca distraer a la sociedad de las acusaciones de corrupción que lo rodean. La censura pública hacia Ebang Engonga se presenta, entonces, como una falsa muestra de compromiso ético por parte de un régimen estructurado en torno al nepotismo y la corrupción.
El PDGE intenta presentarse como defensor de los valores y la ética pública, al condenar a Ebang Engonga por un supuesto “agravio severo” a la sociedad guineoecuatoriana. Sin embargo, esta retórica resulta contradictoria viniendo de un régimen que históricamente ha promovido una cultura de impunidad y abuso. Desde su infancia, Ebang Engonga fue testigo de cómo el poder se ejercía sin respeto por la ética o los valores públicos, una enseñanza transmitida por su familia y reforzada por el propio vicepresidente, quien ahora lo condena públicamente.
Teodoro Nguema Obiang Mangue, quien organizó la difusión de los vídeos para desviar la atención de sus propias acciones, es el verdadero “tonto galáctico” y un símbolo del sistema corrupto que define la política en Guinea Ecuatorial.
Leyes anticorrupción como simulación
En el comunicado, el PDGE menciona nuevas leyes de ética pública y lucha contra la corrupción, intentando mostrar un supuesto compromiso del régimen con estos valores. Sin embargo, estas leyes se aplican de forma simbólica y selectiva. Para figuras de alto rango como Nguema Obiang Mangue, estas normativas no tienen consecuencias reales. Con estas herramientas legales se protege más la imagen del régimen que la honestidad en la administración pública, mientras la corrupción sigue arraigada en los niveles más altos del poder.
El comunicado también destaca el “mal ejemplo” que Ebang Engonga representaría para los jóvenes de Guinea Ecuatorial. Sin embargo, el verdadero “mal ejemplo” es el propio vicepresidente, que, con su conducta irresponsable y falta de ética, actúa como modelo de “éxito” para una juventud que ve en él a alguien que se beneficia de su posición sin asumir ninguna responsabilidad. Este mensaje perpetúa una cultura donde la corrupción y la opulencia se ven como el camino al éxito, en lugar del trabajo y el respeto a la ley.
Conclusión
La crisis de valores en Guinea Ecuatorial no se debe a la conducta de un solo funcionario, sino a un sistema que premia la lealtad al régimen y protege a quienes están en el poder. La exposición pública de Ebang Engonga es una maniobra de manipulación política, dirigida por el vicepresidente, que se aleja de cualquier genuina preocupación ética. Bajo el liderazgo de figuras como Teodoro Nguema Obiang Mangue, el PDGE perpetúa un ciclo de abuso, corrupción e impunidad, donde se condenan actos menores para encubrir faltas mayores.
Sin una transformación radical en el liderazgo y una renovación ética profunda, Guinea Ecuatorial seguirá atrapada en una estructura que fomenta figuras autoritarias y corruptas, dejando poco espacio para un futuro de integridad y verdadera justicia.