El mejor momento

 

Por Francisco ELA ABEME

 

Aunque parezca una paradoja, en un momento en que el hambre arrecia, la malnutrición severa espolea la mortalidad infantil, los pueblos se ven comidos por la miseria, las naciones se hunden bajo la inoperancia de sus gobernantes, las tiranías imposibilitan que se asienten los estados de ciudadanos, hablar de que se le avecinan los mejores momentos a nuestro Continente.

Ya hemos escrito y repetido hasta la saciedad que la esclavitud y la colonización no eran sino las dos caras de la misma moneda. Y el que nuestros pueblos se independizaran para perder sus libertades, cambiando el sometimiento colonial con el sometimiento a los tiranos locales, no es sino fruto de cómo fuimos concebidos y de quién o quienes nacimos.

Si, concebidos durante la esclavitud y nacidos y criados durante la colonización, nuestros países hubiesen sido ejemplos de democracia, estaríamos hoy viviendo un milagro único en la historia de la humanidad.

La actual realidad africana es la consecuencia lógica de nuestro origen. Somos fruto de lo que nos ha producido: la pareja esclavitud-colonialismo. Y, como se sabe, quien envenena la raíz, envenena la fruta.

Pero, miren por dónde, nuestros tiranos y nuestras tiranías se han convertido en nuestros crisoles.

Siempre lo digo: la tiranía de los Nguema ha hecho que nuestro Pueblo, en sólo cincuenta años, viva la experiencia que otros pueblos necesitaron centurias. Hemos descendido del limbo al infierno, sin solución de continuidad.

Uno tiene la sensación de que, con Macias, la violencia era gubernamental. Pero, con Obiang, el estado, agotado oír su propia violencia, tocó el zafarrancho de combate, para generalizar la violencia.

Es una forma torticera de eludir la propia responsabilidad: «quien cifra tendones ahora en Guinea no es Obiang, sino el Pueblo. Quien lucha en la calle no es Obiang, sino el Pueblo.

Esta sutil actuación, impropia de marrajos, firma parte del plan de destrucción de Guinea, para después de la tiranía. La tiranía ha logrado que la violencia infecte todos los genes del tejido social, para así imposibilitar la construcción nacional, al destruir a nuestro Pueblo. Si ni hay pueblo, no hay nación.

Embruteciendo a los individuos, se dificulta la formación de los ciudadanos.

Lo que Obiang hace ahora, con su gira, es inspeccionar el éxito de su labor política. Es para cerciorarse de que, con su hacer político, Guinea será absolutamente inviable.

Sin embargo, siento decirle al fundador que se equivoca en sus cálculos, porque una Guinea culta, próspera, democrática y desarrollada le sobrevivirá.

Guinea ya existía antes de los Nguema, ha existido durante los Ngema, y seguirá viviendo lozana, cuando ya los Nguema sólo estén en los libros de la historia.

Nuestro Pueblo echará mano de su inteligencia natural, recurrirá a sus hijos e hijas formados, hará valer su dignidad y, sacando fuerzas de la flaqueza, convertirá a Guinea Ecuatorial en el ejemplo de progreso y convivencia democrática en África.

Si alguien cree que todo esto no es más que un «desiderátum«, por favor, » que no salga al patio de noche, que espere el amanecer«.

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