Por Nguema Faus
¿»Por qué os quejáis, no veis que todo lo que somos y tenemos es gracias al régimen»?
¿Y QUÉ ES LO QUE TENEMOS Y SOMOS?
Los sociólogos dicen que, cuando las personas y los pueblos llevan demasiado tiempo viviendo en condiciones económicas, sociales, políticas y culturales infrahumanas, pierden su dignidad, se olvidan de sus derechos, y son incapaces de asumir su responsabilidad como ciudadanos, organizarse y luchar por su libertad.
Se reducen al estado animal, donde cada uno lucha por sobrevivir, y son capaces de hacer lo que sea para tener algo de pan y llegar al día siguiente. Los pocos que consiguen abrir los ojos e intentan criticar y denunciar su situación son vistos como enemigos
No se trata sólo de ignorancia de sus derechos o deberes, sino de una debilidad interior, de una fragilidad personal, de cierta quiebra de la persona, una tendencia irrefrenable a abandonar la lucha por la vida, y una ausencia invencible de responsabilidad.
Ante esta realidad inexplicable, surgen preguntas: ¿Cómo es posible que una persona o grupo de personas dominen, sometan y manipulen tanto a todo un pueblo hasta perder consistencia propia, cohesión interior, fortaleza de espíritu, libertad interior, responsabilidad, poder de decisión y proyecto de vida?
Este daño antropológico del guineano se agrava más y más cada vez que deja de pensar con cabeza propia para repetir consignas por miedo o por conveniencia, como si le hubieran mutilado su cabeza o su cerebro.
Cada vez que tiene que esconder sus sentimientos más sanos para seguir viviendo en la hipocresía y el disimulo, y tiene que esconder los más puros y profundos sentimientos por miedo al qué dirán o qué le harán.
Cada vez que tiene que perder o esconder sus relaciones humanas, su amistades o sus amores, hacia determinadas personas o grupos humanos, sólo porque están mal vistas por otros grupos o por el poder.
Cada vez que establece entre los pocos ciudadanos de su pequeño país separaciones artificiales e impuestas por razones de etnia, tribu, región, partido político, condición económica, posición social o cualquier otra forma de discriminación.
Seamos un poco humanos, miremos a nuestro alrededor, y comprobemos por nosotros mismos, sin prejuicios ni miedos, si es verdad o no que esto ocurre en nuestras familias, en nuestros barrios, en nuestros centros de trabajo, en nuestras relaciones humanas, en las relaciones del régimen con los simples ciudadanos, en nuestras cárceles o en la gran cárcel que es todo el país, en los diferentes ambientes de nuestra sociedad civil, en el mundo de la cultura, la política y de la religión.
Ya es hora de que nos detengamos un momento, con verdad y responsabilidad, y tomemos, por lo menos, conciencia de que este daño antropológico es el más grave y profundo que nos ha hecho el régimen que nos malgobierna, y el que nos costará más superar.
La economía se puede arreglar en unos años, con buena gestión, voluntad y responsabilidad; pero la destrucción humana, moral y espiritual del guineano, de generación en generación, no será tan fácil de superar.
• NOTA: Este artículo va dedicado a MARIANO ONA NSI, detenido ayer al salir de su trabajo, ante la impotencia de su mujer. Es el mejor homenaje que le puedo hacer. Podría decir muchas cosas, pero creo que debemos tener coraje para no caer en lo mismo que estamos denunciando