
El 50 Aniversario y la desinformación interesada
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Por Andrés Esono Ondo
Siempre fui, y sigo siendo, de la opinión de que la dictadura que oprime a nuestro país, Guinea Ecuatorial, es, como muchas otras, una mesa apoyada en tres patas: el miedo, la pobreza (material) y la ignorancia.
Desde la época colonial, se infundió el miedo en la población guineana con la palabra “política”; ser político era sinónimo de delincuente, proscrito, infractor de normas, un peligro social… Así que el político no solo era mal visto, sino que corría el riesgo de morir “merecidamente” por sus actividades o por su pensamiento e ideas. Con Macías se utilizó la palabra “subversivo” para señalar a todo aquel que discrepase con el régimen o, simplemente, fuera sospechoso de discrepar. Con el régimen de Obiang la palabra de turno es “opositor”, pero siempre con la idea de fondo de que es “opositor” porque hace “política” en el sentido que acabo de apuntar. En los tres casos, en el fondo se persigue, con los recursos represivos a disposición del gobierno de turno, no a la política ni a los políticos (todos los son), sino a los disidentes o presuntos disidentes. Esta idea de política instaló en nuestras mentes un miedo patológico que nos impide actuar contra las injusticias que a diario sufrimos: el miedo a la cárcel, a la tortura, a la muerte… Macías se aprovechó de esa idea de “política” para hacer lo que hizo, mientras que Obiang ha tenido que perfeccionarla a su medida y en función de sus intereses.
La segunda pata de la dictadura es la pobreza material, la miseria. El régimen de nuestro país empobreció a todos los ciudadanos para que no fueran independientes, emancipados ni autosuficientes y, a partir de ahí, quien quisiera trabajar, “tener dinero” o, simplemente, vivir de su esfuerzo personal, tiene que conseguirlo bajo el paraguas del poder, depender del partido gubernamental, el PDGE. Una vez empobrecidos los ciudadanos, y viviendo en la escasez permanente y cotidiana, estos se conforman con que, de vez en cuando, un diputado, un ministro o un prohombre del PDGE, les traiga kilos de chicharros, bolsitas de arroz o cajas de bebidas alcohólicas para poder comer y beber. De ahí el lamentable espectáculo de señoras, hombres mayores y jóvenes bailando en los poblados para festejar la “entrega de víveres” de parte, precisamente, de los responsables de su situación de miseria.
La tercera pata de la dictadura, que es la que me ha motivado hacer esta reflexión, es la ignorancia en un sentido amplio. La dictadura es consciente de que unos ciudadanos formados y conocedores de sus derechos, son ciudadanos que, tarde o temprano, se rebelarán contra las injusticias, la miseria y la opresión. Para mantener al pueblo en la ignorancia, no solo hay que aniquilar el sector educativo, como está ocurriendo en Guinea Ecuatorial, sino también ejercer un control férreo sobre los medios de comunicación, convirtiéndolos en instrumentos de desinformación y de manipulación. Así, ni sabemos lo que ocurre ni tenemos la posibilidad de informar de lo que sabemos; no hay debates públicos ni se fomenta el espíritu de crítica y libertad, sino el pensamiento único.
Tras una larga dominación colonial, seguida de una dictadura de cincuenta años, es lógico que nuestro país esté sumido ahora mismo en el miedo, en la pobreza, en la ignorancia, en la falta de autoestima y en la desesperación. Los ciudadanos ya no creen en sus posibilidades para hacer frente a la dictadura; están paralizados, atenazados por el miedo e inmovilizados a la espera de un salvador o un mesías. Esta situación no solo nos expone a la irrupción del populismo y de organizaciones pseudopolíticas de índole sectaria, sino también a la filtración constante de mensajes engañosos y peligrosos que contribuyen a la confusión, a la pasividad y a la permanencia de la dictadura. Desde que se viene hablando de los preparativos del 50º de la Independencia, circula el rumor, como una teoría “confirmada”, de que en el Acta de Independencia firmada entre España y Guinea Ecuatorial en 1968, se acordó que, tras los primeros 50 años de nuestra soberanía nacional, España volvería a colonizar nuestro país. En estos momentos, y a raíz de esa falsa información, muchos guineanos se hallan de brazos cruzados y, exagerando un poco, algunos estarían encargando ya el traje que se pondrán el 13 de octubre de 2018, cuando “España vuelva a ocupar lo que no debió abandonar”.
Este rumor ha cobrado aún más fuerza en los últimos días tras unas declaraciones manipuladas por el PDGE y atribuidas al Presidente del Partido del Progreso, Severo Moto Nsa, en el sentido de que este apoyaría una supuesta vuelta de España a Guinea para recolonizarnos, declaraciones que el Gobierno dictatorial y su PDGE se han encargado de difundir tendenciosamente por los medios de comunicación estatales, pensando que, de esta manera, le hacen daño al señor Moto, cuando en realidad el efecto es totalmente el contrario. ¿Qué pretenden el PDGE y su Gobierno dando ahora cobertura mediática a Severo Moto en una RTVGE que le fue vetada durante los cuatro años que estuvo en Guinea como líder de un partido legalizado? El tiempo nos dará la respuesta.
Yo creo, sinceramente, que si, en estos momentos, se hiciera una encuesta en la población guineana en condiciones adecuadas, un porcentaje altísimo de la misma aceptaría que nuestro país vuelva a ser colonizado por España, no porque sea posible, aceptable ni positivo para el país, sino por la ignorancia que afecta a la inmensa mayoría de los ciudadanos y ciudadanas, ignorancia que, precisamente, la dictadura se ha empeñado en cultivar y promocionar. Los 50 años de dictadura, miseria, represión y destrucción de valores morales y éticos en nuestra sociedad, han hecho creer a muchos que los propios guineanos no están capacitados para gobernarse a sí mismos. Craso error.
Los demócratas tienen la obligación de decir la verdad al pueblo, cueste lo que les cueste, y la verdad que deben decir al pueblo es que, una vez que alcanzamos la independencia en 1968, como tantos otros países del mundo en sus respectivas fechas, no hay posibilidad alguna de que España vuelva a ocupar nuestro país para colonizarlo. Aunque España recayese en su furor imperial de los siglos pasados e invadiese nuestro país, esto supondría la violación del Derecho Internacional y recibiría la condena unánime de la comunidad internacional.
Frente al hecho de que el régimen dictatorial cultiva la ignorancia, los demócratas, repito, tienen la obligación de formar e informar a la población, y decirle que si los 50 años de independencia han sido un desastre para nosotros, con dos regímenes y sus respetivos gobiernos incapacitados e incompetentes que han causado más víctimas mortales en 50 años que los colonizadores en dos siglos, esto no significa que no haya otros guineanos mejor preparados que Macías y Obiang para gobernar este país con eficacia, decencia y patriotismo.
Guinea Ecuatorial es un país grande con hijos ilustres, preparados para cambiar el trágico rumbo trazado por una dictadura de 50 años. Yo creo en Guinea y en los guineanos, y estoy convencido de que nosotros mismos podremos salir adelante sin necesidad de una segunda colonización española.
Fuente : Página Oficial de CPDS
Otra colonización JAMAS, el pueblo de Guinea Ecuatorial sólo necesita del occidente la remisión a nuesto país de una fuerza de interposición que garantiza nuestra transición hacia la democracia, el pueblo mismo no puede ya resolver esa situación.
El guineano mismo puede conducir al país hacia el éxito si el pueblo se gozara libremente de su soberanía, ya hay gente cualificada, hay gente decente, gente con ánimo de trabajo, solo necesitamos recuperar nuestra secuestrada soberanía que el dictador, ladrón, asesino Obiang y su familia nos tiene robada.