El reciente audio del Director de la Gendarmería de Bata, filtrado a la opinión pública, expone no solo un abuso de poder, sino también una atmósfera sofocante de miedo y coacción que impregna todos los niveles de la sociedad en Guinea Ecuatorial. Con un tono de advertencia, el Director amenaza a los militares cuyas esposas no asistan a las celebraciones del 12 de octubre, prometiendo «serias medidas» y «consecuencias severas» para aquellos que no cumplan con su orden.
El miedo como herramienta de control
Este tipo de declaraciones refleja el uso sistemático del miedo como herramienta principal de control dentro del régimen. Las amenazas lanzadas no solo contra los gendarmes, sino también hacia sus familias, muestran cómo el terror es el mecanismo preferido por las autoridades para asegurar la obediencia ciega. Aún más preocupante es el hecho de que el propio Director de la Gendarmería, encargado de imponer estas órdenes, parece actuar también bajo una presión invisible, un miedo escénico que le obliga a cumplir con las expectativas del régimen.
El temor con el que se vive en Guinea Ecuatorial no es solo un sentimiento del pueblo, sino que afecta también a quienes ocupan puestos de poder. El Director, pese a su posición, parece estar actuando en un ambiente de constante vigilancia y control, donde fallar en la tarea de imponer la voluntad del régimen podría costarle caro. Este miedo estructural, que se ha instaurado en todos los niveles del sistema, provoca que incluso aquellos con autoridad deban recurrir a la intimidación para protegerse.
Violación de derechos personales y familiares
La amenaza explícita de sanciones contra aquellos cuyas esposas no asistan a la celebración del 12 de octubre revela una violación profunda de los derechos familiares y personales. ¿Desde cuándo la decisión de participar en una festividad nacional está sujeta a coacción estatal? Este acto de represión no solo afecta a los gendarmes, sino que también somete a sus familias, imponiendo un control absoluto sobre la vida privada de las personas. La libertad de elegir, incluso en un asunto tan cotidiano como asistir o no a un evento, ha sido completamente eliminada.
La frase «habrán otras consecuencias accesorias» es particularmente inquietante. En un país donde el miedo es la moneda de cambio, esas palabras encierran una amenaza implícita: aquellos que desobedezcan serán castigados de maneras impredecibles, y sus vidas podrían verse afectadas de formas que van más allá de una simple reprimenda laboral. Este miedo a represalias es lo que define la vida en Guinea Ecuatorial, donde el silencio y la sumisión son las únicas formas de sobrevivir bajo un régimen tiránico.
El uso de las fuerzas armadas como herramientas del régimen
Lo más perturbador es cómo el régimen utiliza a las fuerzas armadas, y en este caso particular a la Gendarmería, como meros instrumentos para sus propios fines. Las amenazas del Director de la Gendarmería no son un acto aislado, sino parte de un sistema profundamente arraigado de control que busca someter a la población a través de sus propias instituciones. Lejos de proteger al pueblo, las fuerzas de seguridad se ven obligadas a obedecer órdenes que van en contra de los derechos y libertades fundamentales, actuando como agentes represores en lugar de defensores de la nación.
El hecho de que un acto de celebración nacional, que debería ser motivo de orgullo y unidad, sea utilizado para imponer la voluntad del régimen mediante amenazas y coacción, revela la naturaleza autoritaria del gobierno. El 12 de octubre, en lugar de ser una festividad nacional inclusiva, ha sido transformado en una oportunidad más para consolidar el poder y recordar a la población, y a los propios militares, que no hay lugar para la disidencia.
El miedo escénico del poder
Incluso quienes emiten las amenazas, como el Director de la Gendarmería, están actuando bajo un constante miedo a perder su posición o caer en desgracia ante el régimen. Este «miedo escénico» es una de las marcas más profundas del sistema de opresión en Guinea Ecuatorial: el poder se ejerce mediante el temor, pero ese mismo temor domina incluso a quienes lo imponen. El Director, al imponer estas medidas draconianas, revela su propia inseguridad y la precariedad de su cargo. Sabe que cualquier signo de indulgencia o fallo en el cumplimiento de las órdenes podría ser su condena, tal y como ha sucedido con otros funcionarios en el pasado.
Falta de transparencia en la represión
Es crucial que la opinión pública sea consciente de que este audio es solo la punta del iceberg. Si un mensaje tan intimidatorio ha llegado a ser grabado y filtrado, ¿cuántos otros audios de amenazas y coacciones de diferentes cuerpos castrenses y fuerzas del orden no han salido a la luz, ocultos por “órdenes de la superioridad”? La opacidad que rodea a las fuerzas de seguridad en Guinea Ecuatorial sugiere que este tipo de abuso es más común de lo que se podría imaginar, alimentando aún más el clima de miedo y desconfianza en la población.
Un llamado a la resistencia y a la dignidad
Es crucial que los ciudadanos y los miembros de las fuerzas armadas de Guinea Ecuatorial se enfrenten al miedo con dignidad y resistan las imposiciones arbitrarias de un régimen que usa el terror como su herramienta principal de gobierno. Las amenazas del Director de la Gendarmería no son más que una muestra del temor que gobierna el país. Es hora de rechazar este ciclo de opresión y reclamar los derechos que todo ser humano merece, empezando por la libertad de decidir, sin coacción, cómo participar en la vida pública y privada.
La intimidación y las amenazas deben ser condenadas enérgicamente. El pueblo de Guinea Ecuatorial merece una celebración de su independencia que sea verdaderamente libre, no una donde las familias vivan bajo la sombra del miedo y la represión.
¿ Y las mujeres de los mercenarios rusos, no asistirán a la fiesta?
No hace falta que los militares de Guinea vayan a ninguna guerra, están en guerra todos los días consigo mismos
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¿Cobran? ¿Cuánto cobran y cómo y quién paga sus sueldos?