Desfile de esposas y mercenarios: ¿Quiénes participan en el teatro del régimen de Teodoro Obiang?

En la Guinea Ecuatorial de Teodoro Obiang, donde la lógica y la justicia brillan por su ausencia, uno no puede evitar preguntarse: ¿Y qué hay de las esposas de los mercenarios que cobran jugosos salarios por defender los intereses del régimen? ¿Ellas también serán obligadas a participar en el circo del desfile del 12 de octubre? Porque si el régimen se atreve a someter a las esposas de los militares, que apenas sobreviven con sueldos miserables, la coherencia indicaría que las esposas de los mercenarios mejor pagados deberían ser las primeras en estar al frente de esa grotesca exhibición de poder.

Estas mujeres, cuyas familias disfrutan de los beneficios económicos de un sistema corrupto, ¿también desfilarán bajo las amenazas y la presión del/a «lamebotas» de turno?, según audios de Whatsaap que circulan. Es fácil imaginar que no.

Los mercenarios, esos soldados de fortuna que el régimen contrata para apuntalar su control autoritario, probablemente no verán a sus esposas obligadas a someterse al mismo trato humillante que reciben las familias de los militares locales. Para ellos, el régimen reserva otro tipo de «honores», alejados de las imposiciones que sufren quienes no tienen otra opción que aceptar lo que se les ordena.

Mientras las esposas de los militares guineoecuatorianos se ven forzadas a participar en este «bunga bunga» bajo la amenaza de represalias, las familias de los mercenarios viven en una burbuja privilegiada, a salvo de las demandas absurdas del régimen. Es un claro ejemplo de cómo en Guinea Ecuatorial las reglas no son las mismas para todos. La élite, tanto local como extranjera, sigue disfrutando de privilegios mientras la población sufre la represión diaria de un régimen que no duda en pisotear los derechos más básicos.

Así que no, las esposas de los mercenarios no estarán en el desfile. Ellas no necesitan someterse a las mismas humillaciones que se imponen a las familias de los militares locales. Al fin y al cabo, en la dictadura más longeva del mundo, el dinero y la lealtad al régimen siempre han sido la mejor forma de escapar de la represión.

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