Si la brujería existe

«La brujería es la salsa que los idiotas vierten sobre el fracaso para ocultar el sabor de su impotencia«(Choque de Reyes, 1998 de George Raymond Richard Martin, Nueva Jersey, EEUU, 1948).

Por José Eugenio Nsue

Mi amigo el padre Jesús Rafael me ha vuelto a suscitar con sus preguntas esta semana sobre la brujería: ‘¿Realmente existe la brujería? Los que acusan de brujos a los demás, ¿conocen la brujería? ¿Asisten también en las sesiones?’; la misma inquietud sobre el tema en cuestión.

Nacimos y crecimos en los pueblos en los que el tema de la brujería es el principal, el único del que se ocupan todos sus habitantes; nada se hace, nada se habla y nada se explica fuera de la brujería; la brujería es la fuente por la que beben. Todos los países de África hablan, viven y se inspiran en la brujería y creen firmemente en ella; las prácticas brujeriles están generalizadas mayoritariamente en los países donde hay un gran número de personas de la raza negra, Haití, Cuba, República Dominicana… en América Latina y toda África negra; en esos países, todo el mundo habla de la brujería, hechicería y de la magia negra; unos les atribuyen a otros de ser brujos, hechiceros mientras ellos mismos niegan de serlo. Los efectos de la ¿brujería?, todos negativos, son evidentes y conocidos por todos pero nadie quiere atribuirse su autoría, nadie quiere manifestarse ser el causante ni el provocador de los mismos; familias enteras, amigos y compañeros se destruyen y hasta se matan por cuestiones de brujería.

La brujería, conjunto de conocimientos, prácticas y técnicas que se emplean para dominar de forma mágica el curso de los acontecimientos o la voluntad de las personas, como concepto existe y ha existido desde siempre. Por ejemplo, en el medievo (Edad Media), la brujería y sus prácticas estaban en auge y tenía muchos, muchísimos adeptos; era considerada como una religión que enfrentaba a la religión cristiana; se apoyaba en ciertos prejuicios o presuposiciones en las que se creían que no solo las brujas, sino el diablo, el demonio, los súcubos, eran reales y tenían poderes sobre el mundo; que esos podían curar, producir y provocar enfermedades, grandes catástrofes naturales, dañar cosechas y cultivos, hacer estériles a las mujeres o despertar el amor por medio de pociones…, hasta se les atribuían a los brujos la capacidad de causar la muerte con tan solo una mirada. Los brujos se organizaban a la hora de realizar sus conjuros por medio de los aquelarres y lo hacían de noche, los miembros se vestían de negro; otros afirmaban volar con las escobas como Harry Potter.

Claro, estamos hablando de una época en la que el uso de la inteligencia humana, los avances científicos y tecnológicos escaseaban, eran nulos; a medida que el Occidente ha ido desarrollando y creciendo cultural, intelectual, tecnológica y científicamente, la idea y las prácticas brujeriles han desaparecido por completo. El hombre occidental se ha convencido de que todo lo que pasa en la naturaleza humana, vegetal y animal; todos los acontecimientos y fenómenos universales tienen un por qué y pueden ser explicados lógica y científicamente; si no ahora será en algún momento. Los occidentales se han dedicado desde el Renacimiento a descifrar las leyes naturales, a las investigaciones y estudios creando fórmulas, principios y publicando tesis que están sirviendo al desarrollo de toda la humanidad (avances científicos y tecnológicos).

En cambio, el hombre africano, el negro de los países de mayoría negra, seguimos anclados en el pasado, no en la Edad Media que ya quisiéramos, sino en la Edad de Piedra. En pleno siglo XXI de la Era Cristiana, los hay que siguen pensando que la gente vuela de noche sin aviones visibles, que tienen la capacidad de echarte el mal de ojo, matarte, hechizar e inutilizar a los hijos de uno volviéndoles estériles y tontos; siguen creyendo que hay gente con poderes y fuerzas especiales y sobrenaturales, capaces de dotar o quitar poderes a los demás, enriquecer o empobrecer a los otros, inutilizar o laurear a quienes quieran…; el colmo de esas creencias es que los poderes que se les atribuyen a los brujos son siempre negativos, destructivos, nocivos; los brujos africanos son fuertes para la destrucción, para arruinar pueblos enteros, hasta sus propias familias aún más de lo arruinados que ya estaban; no son capaces para acabar con la miseria y la pobreza de los pueblos africanos, tampoco son capaces de acabar con las enfermedades y demás desgracias que padecen millones y millones de africanos; a los brujos africanos no se les ha ocurrido fabricar medios de transporte aéreos, marítimos o terrestres para que los africanos podamos presumir también de una industria propia que dé soluciones humanas al continente; no han sido capaces de echar el mal de ojo a todos los dictadores que están masacrando a sus poblaciones despiadadamente; no son capaces de meterse con ellos, todo lo contrario; hacen pactos de diablo con los dictadores para que perpetúen en el poder y seguir sembrando el terror, más muertes y más miseria.

No se entiende que hasta aquellos africanos que han tenido la dicha de formarse académica y profesionalmente también sucumben a esas prácticas oscurantistas, hasta son sus principales adeptos y valederos; sacerdotes, monjas y obispos frecuentando a los aquelarres para pedir fama, poder y riquezas; el mundo al revés.

No no creo en la brujería ni en hechicerías ni en las magias negras; pienso que el subdesarrollo africano, la brutalidad que nos caracteriza y la debilidad mental que nos impide pensar, razonar y crear es por esa falacia de la brujería, aunque haya fenómenos inexplicables y paranormales como que Crespuculo, Crepusculín y Crepusculina sometan a todo un país y mantengan a sus habitantes arrodillados durante tanto tiempo, ¿acaso eso puede ser brujería?

«Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene, nada le falta: solo Dios basta» (Santa Teresa de Jesús).

Así lo pienso y así lo digo; ¿ qué os parece?

Comparte tu aprecio

Actualizaciones del boletín

Introduce tu dirección de correo electrónico para suscribirte a nuestro boletín

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *