¿Qué esconden las manos de Monseñor Matogo?


Según fuentes de toda solvencia, el nuevo administrador apostólico ha encontrado vacías las arcas de la diócesis de Bata. El Monseñor Miguel Ángel Nguema Bee, no ha tardado en descubrir el difícil panorama que le ha dejado su predecesor. Al asumir su cargo el pasado 10 de noviembre de 2024, las arcas de la diócesis están vacías y una comunidad eclesial llena de preguntas. Su misión inmediata no deja margen de error: nombrar un ecónomo que ponga orden y buscar recursos de donde sea para salvar a la Iglesia de un colapso financiero.

El estado actual de la diócesis no sorprende a quienes han seguido de cerca la gestión del Obispo Emérito Juan Matogo Oyana. Las denuncias sobre la falta de transparencia financiera han perseguido a Matogo a lo largo de su trayectoria. Desde su paso por el Colegio Internado de Niefang, su etapa como Provincial de los Claretianos, y hasta su administración en la diócesis de Ebibeyín, nunca se molestó en rendir cuentas a nadie. Ahora, las mismas sombras de duda recaen sobre su administración en Bata.

Varios sacerdotes han confirmado que el dinero destinado por el Estado guineoecuatoriano para apoyar a la Iglesia nunca llegó a sus manos. Los fondos que deberían haber sostenido a las parroquias y proyectos eclesiales parecen haber desaparecido sin explicación. Uno de los casos más llamativos es el de los 25 millones de francos CFA asignados para la consagración de Monseñor Oburu, cuyo paradero sigue siendo un misterio. Una fuente cercana de la Iglesia Católica de Guinea Ecuatorial asegura que “para Matogo, nadie más debía tener dinero en la Iglesia, solo él”.

Las quejas tampoco son nuevas. Durante su administración en Nse Abuy, Ebibeyin, los hermanos maristas ya habían denunciado la falta de claridad con la que Matogo manejaba los fondos. En cada uno de sus cargos dentro de la iglesia, la opacidad ha sido la constante, y los fieles ahora exigen respuestas contundentes.

El desafío para Monseñor Miguel Ángel Nguema Bee es titánico. No solo debe resolver la crisis financiera actual, sino también reconstruir la confianza de una comunidad que se siente traicionada. Es un momento decisivo para la Iglesia en Guinea Ecuatorial, que enfrenta una dura batalla para recuperar su credibilidad y cumplir con su misión pastoral.

El Monseñor Juan Matogo ha dejado tras de sí una estela de dudas y vacíos que la nueva administración no puede ignorar. Si el exobispo emérito sigue guardando silencio, las acusaciones de corrupción solo se fortalecerán. La pregunta es tan urgente como inevitable: ¿Qué esconden las manos de Monseñor Juan Matogo? Es hora de que la verdad salga a la luz.

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