Por Crispin Mba
A mí me resulta difícil cada día clasificar a nuestro país en una categoría alineada con otros países del mundo. Tú me podrás decir que nuestro país no es el único donde haya violencia callejera, ni el único donde los políticos roben a plena luz del día, donde las menores realizan desfiles desnudos en la calle, donde un grupo de cretinos violan inmisericorde a una muchachita, donde los que deberían hacer cumplir las leyes son los que extorsionan a la población, desprecian las leyes y un largo etc. Pero sí que te respondo que los otros países, sin ir más lejos, los países de nuestro entorno, al que nos deberíamos parecernos en algo, solucionan ese tipo de cosas de otra manera. Aquí en Guinea Ecuatorial parece que el gobierno de Teodoro Obiang ya tiene tantas secuelas y trauma que ya no le interesa arreglar nada.
Parece que nadie quiere ponerse en primera fila para hacer frente a toda esta ristra de imbéciles que un día sí y otro también quieren desmontar y borrar completamente de cualquier atisbo de clasificación de los países mejores o para mejorar en cualquier situación que percute en la vida de los guineanos. La violencia callejera vive estos días su efervescencia más notoria de la mano de los macheteros (niños y jóvenes que asaltan las calles con machetes) y el poder fáctico del ministerio de Seguridad, la fiscalía del estado y el ministerio de justicia miran sin ofrecer una alternativa a tanta violencia callejera. Un olvido que pueden costarnos caro, así surgieron los Boko Haram en Nigeria o Ash-Shabab en Somalia, por citar algunos. Ahora todos se disfrazan de cómic y quieren dar la impresión de que Guinea Ecuatorial está dentro de los países normales con el vicepresidente descubriendo robos en Getesa, en miles de barcos que pululan por el mundo con la bandera de Guinea Ecuatorial sin la autorización de las autoridades competentes, pero siendo el responsable máximo de la seguridad del estado, no pone solución a la violencia callejera y los niños con machete en mano para atacar y amedrentar a la población siempre indefensa.
Y yo me pregunto ¿el gobierno no tiene ninguna intención de impulsar reforma legislativa que asimile penas a estos terroristas callejeros y a los que roban a la administración publica? ¿Qué ha pasado desde que el famoso VII congreso del PDGE exhibiera susodichos análisis, intuiciones, propuestas para liquidar una vez por todas la inseguridad ciudadana? No sólo nada ha cambiado, sino que la violencia ha ido creciendo gradualmente.
Hay una ecuación que, peligrosamente se da en nuestra sociedad, que la violencia juvenil tiene base y su ramificación en la Seguridad del Estado, para ser mas explicito, los cretino de la violencia proceden de la calle y de la estructura armónica de la Seguridad del Estado guineano. Los niños con machetes no representan a ellos mismos, sino que sus actos están sumamente avalados por miembros de la policía guineana. El perfil militar no es ajeno a los grupos de chavales con machetes en las calles que han hecho del placer el deseo de destruir la convivencia de los guineanos. El difunto Maikol, a quien todo el mundo atribuyó un grupo de delincuentes, falleció hace unos años, la pregunta es sencilla, ¿quién quedó al mando de esos jóvenes delincuentes que ejercitaban sus actos con el paraguas del fallecido comisario?
La esfera política del Ministerio de Seguridad está llena de personas con mala intención y de conductas incorrectas. Desde que llegó la persecución política de la dictadura a la oposición con la irrupción de los “Ninjas” los militares guineanos siempre se han comportado como gamberros, violentos profesionales. Son muy facinerosos de escasa edad mental y de no poca excitación desmedida ante los ciudadanos; que extorsionan, pegan, detienen sin ninguna orden del juez, destrozan bienes y se dedican al pillaje, esta vez se han unido con la cantera de los macheteros que muchos de ellos acabaran en distintas academias para convertirse en delincuentes profesionales.
Lo más indignante es que las autoridades ecuatoguineanas no parecen darse cuenta de que la violencia es un serio problema para todos incluido para el propio gobierno. A pesar de los lamentos que ya salen de boca de la tontuna de esa panda, no se percata ningún compromiso real y efectiva para acabar con esa lacra de nuestra sociedad. Si esos terroristas callejeros son capaces de intimidar y amilanar todo un estado, no quiero pensar cuando el día de mañana se convierte en una estructura terrorista. Dios no lo quiera y que los responsables de la defensa de la nación guineana hagan su trabajo.