
Mientras Malabo pide inversión, Tesorería derrocha millones
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Otra gira más, otro cuento que vender. El hijo del dictador ha vuelto a subirse al avión, esta vez rumbo a Corea del Sur, con el argumento de atraer inversión extranjera. La prensa del régimen se deshace en elogios, pero la realidad detrás de este viaje no tarda en filtrarse. Según fuentes nuestras cercanas a la Tesorería, el vicepresidente de su padre llevó consigo 2 millones de euros en efectivo, para una visita oficial que apenas duraría unos días. ¿Cómo se pretende pedir dinero a otros mientras se despilfarra el poco que queda en casa?
A estas alturas, la película es conocida: se habla de alianzas estratégicas, de crecimiento, de desarrollo, pero se evita mencionar que los famosos créditos chinos y la base naval en Bata,tan celebrados hace apenas meses, han quedado en el olvido. Ya ni siquiera sirven de excusa.
Y mientras el gobierno hace campaña fuera, dentro del país se sigue saqueando a plena luz del día. Uno de los nombres que más suena en los pasillos del poder es el de Milagrosa Obono Angüe, Ministra Delegada de la Tesorería y Patrimonio del Estado, y ahora recién nombrada gobernadora de Guinea Ecuatorial ante el Banco Mundial. Un ascenso que escandaliza, no solo por su falta de méritos técnicos, sino por sus negocios personales con dinero público.
Según nuestras, Obono Angüe firmó con BANGE un contrato de alquiler de 10 millones de francos mensuales por un espacio de apenas 50 m² en su centro comercial privado, asegurando de paso un contrato blindado de 20 años, con el pago adelantado de los primeros 10 años. El dinero público fluye, pero no hacia hospitales, escuelas o carreteras, sino directamente a sus cuentas.
Y no termina ahí. Junto a Armando Ela Nsue, el eterno adjunto del PDGE, han gestionado un contrato de 134 millones de francos a favor de la empresa CONEXXIA por tan solo 12 días de conexión a Internet en un seminario africano que se desarrolla en Sipopo. Ciento treinta y cuatro millones por doce días. ¿Quién se traga esto?
Estos escándalos no son anecdóticos. Son la norma. Y reflejan la verdadera naturaleza de quienes controlan el Estado: gente que no gobierna para el pueblo, sino para sus bolsillos. Gente que, sin ningún pudor, pide ayuda internacional mientras exprimen hasta el último billete de la Tesorería.
Porque al final, la verdad es esta: Nunca fueron espabilados como nos vendieron. Fueron, y siguen siendo, delincuentes.