Estamos siendo gobernados por una cultura enferma. Hemos normalizado situaciones que, en una sociedad justa, jamás habrían sido aceptadas. En un contexto verdaderamente justo, muchos de los responsables estarían en la cárcel, acusados de pisotear nuestra constitución y mofarse de nuestras normas, en lugar de ocupar puestos de responsabilidad.
Cuando se cometen atrocidades como el desvío masivo de los fondos del Estado, las detenciones arbitrarias, el nepotismo desenfrenado, la discriminación étnica y tribal, o el maltrato sistemático a los extranjeros, el problema parece menos grave solo porque tienes algún vínculo con los responsables. Nadie condena los abusos de los militares en las barreras, porque casi todos tienen un familiar o amigo en las fuerzas armadas.
Defender los actos bárbaros de un familiar puede ser bien visto en mi pueblo natal, pero cuando hablamos de construir un país como Guinea Ecuatorial, compuesto por diversas etnias y culturas, esa actitud es peligrosa y nos está costando muy caro. En un país deben existir normas que se apliquen a todos por igual, sin importar si eres un “Muadjang”, “Pupa tío”, “Chico de mi pueblo”, “Muana Mboka”, “E Botcho Wé Eria”, o incluso “Familia del Presidente”.
El 21 de enero de 1998, los servicios de seguridad, al no poder encontrar a los supuestos cabecillas de la revuelta de los boobe, irrumpieron en la casa del padrastro de Bitá. Aunque todos huyeron, el anciano padrastro fue capturado, torturado brutalmente y falleció meses después a causa de las heridas.
En las navidades de 2017, se difundió la noticia de un nuevo intento de golpe de estado contra el régimen de Malabo, supuestamente encabezado por Javier Clemente, hijo del entonces ministro del Interior, Clemente Engonga Nguema Onguene. A diferencia del caso de Bitá, Javier ya había abandonado el país cuando las fuerzas de seguridad fueron a buscarlo. Clemente, protegido por su posición, fue tratado con respeto, se le permitió leer un comunicado en la televisión y, hasta la fecha, sigue siendo ministro, sin haber enfrentado ninguna consecuencia. Un mismo país, dos varas de medir. La justicia en Guinea Ecuatorial parece inexistente.
Cuando Obiang quiso deshacerse de la primera ministra Manoli, acusó a todo el gobierno de corrupto e incompetente. Sin embargo, tras la remodelación gubernamental, mantuvo a casi todos los ministros acusados en sus puestos, demostrando una vez más la falta de coherencia y justicia en su administración.
Con Sergio Abeso Tomo como Ministro de Justicia, su subordinado, Reginaldo Biyogo Mba Ndong Anguesomo, se hizo famoso por desautorizar a su jefe. El sátrapa, consciente de esto, desplazó a Sergio y nombró a Reginaldo nuevo ministro de Justicia, a pesar de que este último había disparado a matar a un joven empleado de Marathon, justificando su acción con el pretexto de que pensó que era un ladrón. Reginaldo nunca fue juzgado y, meses después, fue nombrado secretario de Estado para la seguridad. La sociedad, cegada por lealtades tribales y partidistas, no condena estos actos. ¿Qué tipo de país estamos construyendo?
El Dr. Salomón Nguema Owono, conocido como el «Dr. Muerte»( Dr Bacterio para los amigos), es el nuevo presidente del parlamento. Durante la pandemia de COVID-19, una joven sanitaria, frustrada por las mentiras transmitidas en televisión, denunció que en el hospital de Sampaka no había oxígeno, como se afirmaba públicamente. Fue arrestada y llevada ante Nguema Owono, quien le dijo: “te vamos a llevar ahora a Sampaka y te vamos a poner oxígeno en la boca”. Aunque la enfermera tenía razón y muchos vieron morir a sus seres queridos por falta de oxígeno, nadie se pronunció. En lugar de ser castigado, Nguema Owono fue promovido. Hoy, sigue hostentando cargos públicos, mientras que la enfermera fue acosada hasta que tuvo que dejar su trabajo. ¿Qué tipo de país estamos construyendo?
Nuestra sociedad está enferma; y yo soy el primer paciente.
Para Radio Macuto, Tito Bomabá.
Respecto de la pregunta de porqué no había fernandinos en el seminario, ya que de motu propio se ha hecho a sí mismo esa pregunta que exige oportuna respuesta, se pregunte ¿Porqué sucedía eso, si el seminario se hallaba en Fernando Pó y no en la Guinea Española, colonia adquirida por España de manos de Francia el 27 de junio del año 1900, en virtud del Tratado de París? En segundo lugar, haga una retrospectiva y observará que los primeros sacerdotes de raza negra que se conocieron en la Guinea Española por entonces capital Bata hoy Oyala-Djibloho, fueron de Fernando Pó. Dichos sacerdotes, apenas fueron conocidos por gente menor que ellos en sus propios pueblos. Tal vez le suene Sialo, Berniko, Domingo Lope, Ramón Boloria, etc., y en Ebebiyín, ¿Besari?. Tan pronto se ordenaban sacerdotes de jóvenes, eran enviados a las selvas de la Guinea Española a evangelizar a los hoy, satánicos confesos, habiendo resultado inútiles todos sus sufrimientos. El veto vino después, tras observar su nivel evolutivo; así como su capacidad intelectual, concluyendo que no había que datar aquellas inteligencias; ya que ello, muy pronto generaría ideas independentistas y se perdería Fernando Pó, tal como al formar a los cubanos en Cuba, España perdió Cuba. Pesó mucho y sigue hasta hoy pesando a España, la pérdida de Cuba. Los dos verdugos que, cojidos de la mano han invadido Fernando Pó, han golpeado a éste pueblo exactamente en el mismo aspecto: el intelecto. Fernando Pó, pagó el coste de oportunidad, expresado en términos de la pérdida de Cuba. Por eso se impuso el veto, dando paso a los menos evolucionados guineos, muchísimo más sumisos, y por ende, más fáciles de dominar. El diagnóstico, no estuvo equivocado. Lo prueba el que cuando los pangwes fang expulsaron a los españoles que les mantenían asistidos a todos los niveles, subrogándose en la autoridad colonial invasora ocupante, Fernando Pó era el mismísimo paraíso terrenal, visto desde la producción agrícola. Si a ello se añade su petróleo, pesca, etc., todo ello a lo largo de los últimos 56 años en exclusivas manos del INMIGRANTE-INVASOR pangwe fang, y se observa la ruina y desolación alcanzada, se concluye que el nivel evolutivo del inmigrante -invasor pangwe fang y su capacidad mental para generar progreso, son absolutamente nulos, a tenor del caos irracional y traumático logrado a ojos de todos los habitantes del planeta. No pueden ya proferir sus plétoras de los años 50 y 60 sobre explotación colonial, en referencia a la España que, ante la indolencia manifiesta probada de los inmigrantes invasores pangwes fang, Ésta los diseñó para lo público sobre país ajeno, a lo que en su desesperación e incapacidad, hasta hoy se aferran, llegando a abjurar de su propia tierra, en la que ni muertos, quieren ser enterrados. Pues en sus manos y sin haber invertido un sólo céntimo ni una sola gota de sudor, las paradisíacas explotaciones agrícolas bajo las cuales no crecía la hierba, se las apropió el inmigrante invasor pangwe fang. Hoy, todas las explotaciones agrícolas de Fernando Pó, son selva virgen merced al inmigrante e indolente invasor pangwe fang. Este inmigrante nocivo a todo cuanto existe, ha llevado a cabo el ruinoso expólio colonial genocida-terrorista y, todavía quiere proseguir en lo único que sólo sabe hacer: robar, destruir y matar. Pues mientras el beduino adora su desierto, el pangwe fang, reniega, renuncia y abjura de su Gabón-Camerún ancestral y natal, para mendigar un Fernando Pó, al que es extremadamente nocivo.