La gestión de los recursos en Guinea Ecuatorial ha sido motivo de debate durante años, especialmente bajo la mirada crítica de ciudadanos que ven la falta de inversión en sectores esenciales como la sanidad, la educación y el empleo. En este contexto, es imperativo reflexionar sobre la reciente actitud del Vicepresidente de su padre, cuya postura es seguir una línea de prioridades que favorecen la seguridad sobre la salud pública, dejando de lado las necesidades básicas de la población.
El monopolio del poder y la ineficiencia gubernamental
Una de las críticas más recurrentes es la concentración de poder en manos de una sola figura, una reminiscencia del viejo lema de Luis XIV: «El Estado soy yo». En Guinea Ecuatorial, este principio parece tomar forma en la práctica, donde los altos cargos gubernamentales carecen de verdadera autoridad para tomar decisiones que impacten positivamente en la vida de los ciudadanos. Si el «vicebabuino» tiene la última palabra en cada decisión significativa, entonces, ¿por qué existen más de 80 miembros en el Gobierno? La respuesta parece estar en la falta de un verdadero espacio para el debate y la presentación de propuestas que puedan desafiar el statu quo.
En lugar de ser un foro donde se discutan y solucionen los problemas del país, el Gobierno parece ser una fachada, donde la mayor parte de los ministros simplemente cumplen con órdenes y ejecutan políticas sin tener voz ni voto en su formulación. Esta estructura no solo paraliza el desarrollo del país, sino que promueve una cultura de sumisión y estancamiento en la cual las necesidades de la población se quedan en segundo plano.
Cámaras de seguridad frente a hospitales desolados
En este contexto, el análisis de los presupuestos asignados revela una dolorosa paradoja: se destinan 110 millones de dólares para la instalación de cámaras de seguridad en todo el país, mientras que sólo se asignan 297 millones de francos CFA para la reparación de equipos médicos en hospitales. ¿Qué revela esto sobre las prioridades del Gobierno?
La asignación de recursos indica que la seguridad —o, más bien, el control— es la prioridad principal, mientras que la salud pública es un tema secundario, tratado con una alarmante negligencia. El país cuenta con un número limitado de hospitales que no están equipados con las tecnologías necesarias para dotar a los médicos de herramientas básicas de diagnóstico. Esto ha dejado a los ciudadanos en una situación desesperada, donde la atención médica adecuada es un lujo, disponible solo para quienes tienen los medios para buscar tratamiento en el extranjero, el exilio sanitario.
¿Cómo puede justificarse un gasto tan desproporcionado en cámaras de vigilancia mientras los hospitales carecen de equipos esenciales? Este es un ejemplo claro de una política que prioriza el control sobre la vida de los ciudadanos en lugar de garantizar su bienestar.
Invertir en salud, educación y empleo
Es imperativo que las autoridades, especialmente el vicebabuino que se considera Estado, reconsideren la distribución de los recursos del Estado. Las prioridades deben cambiar, y es esencial que se destinen más inversiones en sanidad, educación y la creación de empleo. Solo a través de estas inversiones se podrá garantizar el futuro de Guinea Ecuatorial y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
El gasto en seguridad es importante, pero no puede ni debe ser a expensas de la salud y el bienestar de la población. Si no se invierte en la educación de la juventud, en proporcionar acceso a atención médica de calidad y en generar empleo para una economía más sólida, el país seguirá en un ciclo de dependencia y estancamiento.
La incapacidad y desdén del Vicepresidente
Es indignante que, a estas alturas, alguien en la posición de Vicepresidente de Guinea Ecuatorial, con acceso ilimitado a recursos y decisiones de alto nivel, no solo demuestre una completa incapacidad para dirigir su país hacia el progreso, sino que además muestre un absoluto desdén hacia las necesidades básicas de su pueblo. Cada día que pasa, con la sanidad en ruinas y la educación olvidada, queda más claro que el «todologo» no está a la altura del cargo que ocupa. Su enfoque en la seguridad y el control es el reflejo de un gobernante inseguro y miope, incapaz de entender que un país no se construye con cámaras de vigilancia, sino con hospitales equipados, escuelas funcionales y una sociedad laboralmente activa.
Su indiferencia hacia los problemas reales del país no es solo una falta de visión política, es una muestra de desprecio hacia su propio pueblo. Cada vida perdida por la falta de acceso a atención médica adecuada es una condena directa a su inacción y negligencia.
Es hora de que se haga a un lado, o al menos de que reconozca su evidente incapacidad para dirigir. Si no tiene la voluntad o la capacidad de escuchar el clamor de su pueblo, lo mínimo que debería hacer es dar un paso atrás y permitir que alguien con más conciencia y humanidad asuma las riendas. Guinea Ecuatorial no necesita más vigilancia, necesita líderes que inviertan en la vida, no en el control.