Por José Eugenio Nsue
«La guerra no es más que un asesinato en masa, y el asesinato no es progreso» (Alphonse De Lamartine, 1790-1869; escritor, poeta, historiador y político francés).
No hace una semana que denuncíabamos y lamentábamos una vez más la ausencia de líderes fuertes y capacitados para poner orden tanto en sus respectivos países, como en el resto del mundo así como garantizar la Paz, la Justicia y la Legalidad Internacional teniendo que recurrir a la fuerza si fuese necesario dado los perturbados y desequilibrados mentales que tienen poder en algunas partes; lamentablemente se ha evidenciado tales afirmaciones con esta invasión rusa a Ucrania, un país soberano y libre que no ha cometido ninguna ilegalidad ni se ha metido con nadie.
El paranoico Presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha ordenado este pasado jueves 24 de febrero del presente año a su poderoso ejército invadir Ucrania; decisión que justificó con la excusa de acudir en ayuda a las dos regiones rebeldes ucranianas, Donetsk y Lugansk, que se autoproclamaron independientes pero que ningún otro Estado había reconocido más que Rusia hace una semana. Hacía semanas que Putin había desplegado sus armamentos pesados y sofisticados: misiles de corto y largo alcance, carros blindados, cazas y helicópteros de combate y buques de guerra, así como un ejército de unos 200000 soldados en la frontera con Ucrania y en Biolorusia, país aliado de Rusia y fronteriza con Ucrania a la vista de todo el mundo cuando no había habido conflicto alguno entre ambos países; entonces Putin empezó diciendo que eran simples maniobras militares de entrenamiento nada hostiles; después juró no tener ninguna intención de atacar a sus vecinos ucranianos, más tarde dijo ir a proteger a los ciudadanos pro rusos de las regiones arriba mencionadas que le habían tenido protección, para finalmente consumar la invasión a Ucrania para acabar con los «drogadictos y nazis» que están gobernando el país y proliferar amenazas a todo aquel que ose cruzar en su camino o que intente enfrentarse contra él porque sufriría un castigo nunca jamás visto en toda la historia.
Estados Unidos sabía perfectamente cuáles eran los planes de Putin, pero el viejo Presidente Joe Biden en lugar de tomarlo en serio y preparar acciones contundentes, se dedicó a hacer de pitoniso advirtiendo televisivamente y en directo que Rusia y su Presidente iban a invadir Ucrania, la fecha y el mes en que iban a hacerlo, nada más; los Presidentes de los países europeos, de Japón, Canadá y Australia estaban al corriente de todo lo que tramaba Putin; en lugar de preparar una respuesta contundente, se dedicaron a reunirse por la mañana y por la tarde, por aquí y por allá; que si la diplomacia persuasiva, simples advertencias y falsas promesas de ayuda y protección a Ucrania; nada se había previsto ni preparado para frenar a un solo hombre y a una sola nación que han sido capaces de poner en jaque mate al orden mundial y a todo el mundo.
Putin es un viejo conocido por sus juegos sucios y métodos y artimañas mafiosos. Como antiguo Jefe de los servicios secretos rusos, el KGB, ha jugado sucio siempre hasta que llegó a ser Presidente, después Vicepresidente para después, tras cambiar la Constitución que le impedía volver a presentarse, convertirse casi en Presidente vitalicio; nunca ha dudado en perseguir, detener, encarcelar y expropiar a sus adversarios políticos y a los empresarios que no se someten; en Rusia no hay nadie que puede ir en contra ni criticar a Putin ni los medios de comunicación ni activistas políticos; hasta ha ordenado envenenar tanto a los antiguos espías fuera de Rusia (Aleksander Litvinenko en Inglaterra con Polonio-210) y a opositores en pleno vuelo (Alekséi Navalni, mediante un agente nervioso Novichok). Se le relaciona con las manipulaciones de votaciones en la elección de Donald Trump al que creía que sería un títere para él, en el referéndum del Brexit de Inglaterra y en todos los movimientos separatistas de Europa como en Cataluña porque está determinado a acabar con la Unión Europea. Antes de esta invasión, Putin ya había anexionado a Crimea y la ciudad autónoma de Sebastopol en 2014 porque en su megalomanía, cree y quiere rehacer la antigua URSS, pero en todo eso la Comunidad Internacional, la ONU, la UE y la OTAN no movieron un solo dedo.
Llevamos bastantes años, después de la Segunda Guerra Mundial que ni los Estados Unidos, ni la UE, ni la ONU no son capaces de resolver los conflictos surgidos, y muchos de ellos provocados por occidente; la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), una organización internacional de carácter político y militar, cuyo objetivo es garantizar la libertad y la seguridad de sus miembros a través de medios políticos y militares; desde su creación a finales precisamente de la 2ª Guerra Mundial, el 4 de abril de 1949, no se la conoce con muchos logros todo lo contrario, ni ella ni los Cascos Azules, supuestas fuerzas de paz de las Naciones Unidas, han podido imponer la Paz, el Orden y la Legalidad en aquellas zonas de conflicto donde han participado; ahí donde se han presentado en vez de mejorar, la situación se ha empeorado: recientemente han salido de Afganistán expulsados por los talibanes con el rabo entre las piernas; Irak está peor que cuando estaba Sadam Huseim; la famosa Primavera Verde Árabe donde Barack Obama prometió que los pueblos que iban a salir a la calle a protestar contra sus dictadores, Estados Unidos les iba a ayudar; ha acabado como el rosario de la aurora; ahí están Libia, Túnez, Egipto; Centroafrica es un estado fallido. La inutilidad y la inoperancia de estas instituciones ha conseguido que todos los antisistemas, anarquistas, depravados, dictadores de muchos países se valentonen, campen por sus anchas y hagan lo que les plazcan con sus ciudadanos y ahora con los vecinos porque saben que no les va a pasar nada y nadie les va a pedir las cuentas.
Mientras, los dirigentes europeos y la autoridad norteamericana, sobre todo desde Barack Obama (el único Jefe de Estado que ganó todo un Premio Nobel de la Paz en un tiempo récord sin haber hecho nada solo por su sonrisa, cara de bonomía y por ser el primer negro o mulato de ser Presidente de los EEUU), pasando por Donald Trump (otro bravucón que pasó todo su mandato desordenándolo todo y sin hacer nada), y ahora Joe Biden que ni tiene fuerzas ni sabe lo que quiere hacer, se han quedado en palabras grandilocuentes, en buenas intenciones que traducidas en hechos concretos, ni asustan a los transgresores ni a los dictadores como Xi Jinping (China), Kim Jong – Un (Corea del Norte), Vladimir Putin (Rusia), Nicolás Maduro (Venezuela), el rey Obiang Nguema I (Guinea Ecuatorial), etc, etc, que no están dispuestos a seguir las reglas de juego aceptables mayoritariamente por los países de todo el mundo; no les toman en serio porque saben que lo único que importa actualmente a occidente es el bienestar material, la economía, y para eso hacen falta los recursos naturales, la materia prima que carecen y tienen que importarlos, ¿de dónde? : de los países tercermundistas y de los dictadores.
Da pena saber que definitivamente el mundo, el planeta Tierra se ha vuelto a convertir en una jungla donde domina la Ley del más fuerte y no la inteligencia ni el raciocinio. Cómo me retumba cada vez más el final del discurso de Cantinflas en la película ‘Su Excelencia’ al dirigirse a los verdes y colorados: «habéis confundido las palabras pronunciadas por el humilde carpintero de Nazaret que dijo: ‘amaos los unos a los otros’; mas ustedes entendieron: armaos los unos contra los otros».
Quién me iba a decir que en pleno siglo XXII y en el corazón de Europa, continente de la lógica, la ciencia, la tecnología y la razón, iba a vivir una guerra devastadora y cruel. Lo siento por mis hijos; si a mis cincuenta y largos años estoy viviendo entre enajenados y agresores, ¿entre quiénes viviréis mañana?
Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?