Al igual que ocurriera con el fallecimiento repentino de Manuel Guerrero Modo (alias Manú) a resultas de un presunto accidente de tráfico (nocturno), y de José Lima Gonzalo (alias Abuelo Lima) a consecuencia de un pretendido crimen pasional (nocturno), la noticia del trágico fallecimiento del ex ministro Prudencio Botey Sobole, a consecuencia de otro presunto accidente de tráfico (también nocturno) fue enlazada a traves de la cuenta X del vicepresidente de la Republica Teodoro Nguema Obiang Mangue, con una llamativa celeridad (a escasos minutos de acaecer). Al no haberse instruido el preceptivo atestado policial, se entiende que la publicación de la noticia en las redes sociales intima a la autoridad judicial, a los medios de comunicación y a la familia del finado, a confortar la tesis oficial del accidente de tráfico. No obstante, un minucioso examen de los escasos relatos publicados sobre el suceso, y de las fotografías de los vehículos implicados en el accidente no deja lugar a dudas : se trata de una escena de crimen ocultada tras un simulacro de accidente.
Ningún testimonio avala la versión oficial.
La noticia difundida en la cuenta X del vicepresidente de la República no precisa quién transmitió la información (qué autoridad policial), cómo y cuándo lo hizo, ni cómo tuvo acceso a la información sobre el suceso. Toda vez que al tiempo de publicarse la noticia del presunto accidente, no existe aún testimonio o comunicado oficial acerca del mismo, pese a concernir una notoria personalidad. Las fotografias divulgadas tampoco permiten identificar con certeza el lugar en el que se produjo (a juzgar por las mismas pudiera ser en cualquier lugar de la isla, y no forzosamente en Cupapa como se alega). No se precisa a que hora exacta tiene lugar el supuesto accidente (al objeto de contrastar testimonios sobre el itinerario de la víctima mortal), ni se revela quién participó en el rescate de las víctimas. A fecha de hoy, tampoco ha trascendido ninguna información del centro médico La Paz acerca del estado en el que se encuentran las victimas supervivientes (cuya identidad no ha sido revelada), sobre su actual evolución, o sobre la identidad del médico que los atendió. Todo lo cual revela inequivocamente el ánimo de obstruir cualquier cuestionamiento acerca de las circunstancias que envolvieron el presunto accidente de tráfico.
No se acredita la tesis de la colisión.
Es de notoriedad pública que el régimen recurre habitualmente a la técnica del simulacro de accidente de tráfico para disimular asesinatos, tal como revelaron fuentes confidenciales acerca de la tentativa frustrada de asesinato del ministro de seguridad Nicolas Obama Nchama, y tal como se averó en el asesinato mediante tortura del precitado Manuel Guerrero Modo (esposo de Mariola Bindang Obiang). Al igual que en el presente caso, numerosos indicios permitieron entonces cuestionar la tesis oficial del accidente de tráfico, si bien el ministerio público descartó la pertinencia de iniciar diligencias de investigación, pese a relevar numerosas incoherencias en el relato oficial. Volviendo al caso que nos ocupa, según la versión oficial difundida por el vicepresidente, se trataría de un accidente de tráfico mediante colisión entre el vehículo del finado (circulando a alta velocidad) y un camión circulando a baja velocidad. Lo cual, a defecto de atestado policial y de testimonios directos, se pretende acreditar mediante sendas fotografias publicadas de manera anonima en las redes sociales, en las que puede apreciarse separadamente a ambos vehículos (en ninguna de las cuales se muestra al véhiculo del finado empotrado en el camion).
No obstante, el examen de las fotografias del camiñon (cuyo numero de matricula no ha sido divulgado) desmiente a todas luces la tesis oficial de la colisión. Puesto que las mismas revelan que no estaba rodando a baja velocidad al tiempo de producirse el presunto accidente, al estar estacionado en el carril derecho en un tramo recto de carretera, por tanto visible a distancia (pese a la oscuridad), que debió apercibir el finado a los efectos de reducir la velocidad y adelantarlo por el carril izquierdo. En efecto, por un lado sus neumáticos traseros derechos aparecen desgastados y desinflados, mientras los de la izquierda aparecen sujetos por una cala (al estar estacionado en una pendiente ascente). No apareciendo tampoco indicios de que se hubiera podido mover a consecuencia del impacto de la colisión, razón por la cual la humedad circundante de la lluvia no alcanza su area de estacionamiento. Por ende, el perfecto estado del cargamento de madera desmiente igualmente la eventualidad de una colision. Todo lo cual desbarata la tesis de la colisión.
En relacion al vehículo del finado, el mismo aparece estacionado a distancia y en diagonal respecto a la posición del camión, no está por tanto empotrado en el mismo (véase ut supra), ni hay señales de que lo hubiera estado, en cuyo caso los listones de madera hubieran atravesado la cabina provocando la muerte instantanea de los tres pasajeros. En efecto, el estado intacto del cargamento de madera desmiente que se hubiera producido una colisión con resultado de heridas mortales (las heridas del finado resultan de un golpe frontal). Respecto a su posición final, es improbable que tras empotrarse violentamente en el camión, el vehículo se encontrase en la descrita posición (como por efecto de rebote), salvo que hubiera sido desplazado mediante intervención externa. Tanto es así que, no aparecen huellas de que el vehículo hubiera rodado hasta su posición final, y sus neumáticos aparecen girando hacia la derecha, indicando que la última maniobra no se corresponde a una colision frontal en línea recta. El parachoque y el chasis aparecen intactos, lo cual descarta igualmente la eventualidad de una colisión frontal a alta velocidad con el camión presuntamente implicado. En realidad, todo indica que los desperfectos causados en el vehículo lo fueron por un impacto en la parte izquierda del techo (la del conductor) y en la luna principal, afectando por rebote al motor. Por ende, y conforme señalan algunos observadores bajo anonimato, puede apreciarse el impacto de balas de pequeño calibre en la puerta derecha del vehiculo. Si tal fuera el caso, las mismas habrian impactado logicamente en el pasajero ubicado en el asiento delantero de la derecha.
La escenificación del simulacro de accidente
La escena del pretendido accidente (la que aparece en el relato oficial y en las fotografias difundidas al efecto), es la de un teatro de sombras en la que las únicas siluetas visibles son la del camión (desde un ángulo trasero) y la del vehículo del finado con el capo y el motor destrozados (desde varias perspectivas, con y sin pasajero). No se releva presencia humana en el reportaje fotográfico difundido en las redes sociales, en contraste con el bullicio que caracteriza habitualmente las escenas de los accidentes de tráfico en nuestro País, sobre todo cuando implican a personas de renombre como en este caso. No aparece sombra, silueta o reflejo humano en las fotografías, ni de las personas que acuden al rescate, ni de simples curiosos, ni del mismo autor de las fotografias, si bien éstas destacan por su profesionalismo, merced a una perfecta iluminación que parece extraída de un estudio fotográfico (aparecen rastros de proyectores). En una de ellas puede apreciarse el vehículo estacionado en diagonal (a distancia del camión), con el motor y el techo destrozados y sin ninguno de los tres pasajeros a bordo del mismo. En otra publicada posteriormente aparece solo Prudencio Botey Sobole sentado al volante (sujetando el volante) con indicios de haber recibido unicamente un golpe frontal (desde la nariz hasta el maxilar), con una marca circular en el antebrazo izquierdo. Su apariencia física denota normalidad y contrasta con la brutalidad y violencia de la pretendida colisión, que debieran haberle eyectado del vehículo (al no hacer uso del cinturón de seguridad). Observándose por ende, en ambos planos, que la puerta delantera izquierda del vehículo (la del conductor) ha desaparecido misteriosamente (mientras las otras tres estan intactas) pese a no ubicarse en el punto de colisión (el frontal). Otros indicios incoherentes refuerzan el malestar que causa la grotesca escenificación, tales como la aparición de una almohada y de una zapatilla del finado (la colisión habría preservado el cuerpo intacto pero le habría descalzado !). En definitiva, la escenificación de la muerte por accidente no convence a nadie, ante la persistencia de numerosos indicios que demuestran que se trata en realidad de un asesinato perpetrado por los sicarios del régimen por motivos oscuros (se rumorea que habría sido a consecuencia de una frustrada tentativa de extorsión relativa al consabido entramado de malversación de fondos públicos).
El último crimen impune de una larga lista
A la vista de las observaciones que preceden, el ministerio público debiera iniciar diligencias de investigación, si bien es de esperar que, como en los precedentes sucesos, no se avenga a emprender ninguna acción en defensa de la Ley, dada su consabida sumisión a la dictadura (por oportunismo y por miedo a la represalia). No habrá por tanto ninguna acción legal para averiguar las causas del repentino fallecimiento de Prudencio Botey Sobole, ni a instancia del Estado ni a la de su familia, que desde el principio se apresuró en validar la tesis oficial del accidente de tráfico, por razones obvias. Tan solo le quedará el consuelo de las ceremonias oficiales con su elenco de sermones, y tal vez el gran movimiento de masas enardecidas destaque a sus representantes en la zona política considerada (Pedro Oliveira Borupu, quien sucede en el cargo al finado, y Andres Ikuga Fernandez, recien nombrado ministro) para asegurarse de su incondicional e inquebrantable adhesión al PDGE.
Prudencio Botey Sobole, descanse en la paz eterna del Señor.