La dictadura de Malabo reconoce acercamiento con EE.UU. para deportaciones de migrantes africanos

Después de días de rumores y especulaciones en redes sociales, el régimen de Malabo ha reconocido finalmente que mantiene conversaciones con el gobierno de Estados Unidos para aceptar en su territorio a migrantes africanos deportados desde ese país. Así lo confirmó el vicepresidente de su padre, «Teddy», en una publicación difundida a través de su cuenta de X ( antiguo twitter ).

“El gobierno de EE.UU. manifestó sus intenciones, pero no hubo ninguna conclusión”, aseguró Teodorin, sin dar más detalles sobre los términos ni los interlocutores de dicha propuesta. Sin embargo, no negó que Guinea Ecuatorial esté considerando aceptar a personas expulsadas por las autoridades migratorias norteamericanas, siempre que cumplan ciertos requisitos.

Entre los criterios planteados por Malabo estaría la exclusión de personas con antecedentes penales y la exigencia de que Estados Unidos asuma los costes de alojamiento, manutención y reinserción de los deportados. “En nuestro país no queremos encarcelar a nadie”, dijo Nguema Obiang, quien defendió que su intención sería ofrecer a estas personas “una nueva oportunidad de vida”.

El discurso suena amable, pero choca con la realidad que se vive en las calles de Malabo, Bata y otras ciudades del país, donde las autoridades han lanzado en las últimas semanas una nueva ola de redadas y deportaciones arbitrarias contra inmigrantes subsaharianos, muchos de ellos con años de residencia en Guinea Ecuatorial. Ciudadanos de origen nigeriano, camerunés y chadiano han sido arrestados sin orden judicial y expulsados en condiciones indignas, sin importar su situación legal o laboral.

“Nos sacaron de nuestras casas como animales”, relató a esta página un ciudadano camerunés deportado recientemente. “Nos dijeron que no éramos bienvenidos, aunque llevo aquí más de diez años trabajando en la construcción.”

Resulta difícil de entender cómo un régimen que expulsa a migrantes pobres y asentados en su territorio ahora se muestre dispuesto a acoger a otros migrantes deportados desde Estados Unidos. Más aún cuando no existe ninguna infraestructura oficial para la reintegración social ni mecanismos estatales que garanticen la seguridad jurídica de esas personas.

La propuesta recuerda a las negociaciones impulsadas por el presidente Donald Trump que, en 2020 intentó cerrar acuerdos con países africanos como Guinea Ecuatorial y Angola para deportar a migrantes africanos que no pudieran ser devueltos a sus países de origen. Según documentos revelados por CBS News, esos planes incluían pagos económicos a cambio de aceptación, sin importar la nacionalidad real de los deportados.

Organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han advertido que este tipo de acuerdos pueden dar lugar a nuevas formas de destierro forzado, vulnerando los derechos de personas ya en situación de extrema precariedad. Guinea Ecuatorial, además, carece de un sistema judicial independiente, no tiene prensa libre y registra un historial sistemático de torturas, represión y corrupción.

Con su declaración, el régimen de Malabo no solo confirma los contactos con Washington que días atrás pretendía desmentir, sino que deja entrever que está dispuesto a actuar como depósito humano de migrantes africanos no deseados, siempre que haya dinero de por medio.

Falta por saber quiénes serán esos “elegidos” que podrían ser deportados a un país que ellos mismos no han pisado jamás, y si se les informará del destino al que los envían.

Para Malabo, se trata de una negociación más. Para quienes podrían ser enviados a Guinea Ecuatorial a la fuerza, puede ser una condena.