Oligui exalta a Doumbouya: Obiang Nguema y los demás dinosaurios del poder africano se dan una ducha de agua fría

Durante su toma de posesión, el 3 de mayo, Brice Clotaire Oligui Nguema, presidente gabonés salido de una transición militar, destacó al general Mamadi Doumbouya, presidente de la transición guineana, como el «portador de la antorcha» de la democratización en África. Esta declaración, lejos de ser un simple homenaje, suena como una mordaz advertencia a los regímenes autocráticos del continente, y en particular al de Teodoro Obiang Nguema en Guinea Ecuatorial, donde el poder está confiscado desde hace más de cuatro décadas.

Por OLBIF

Oligui Nguema, tras destituir a Ali Bongo Ondimba en agosto de 2023 y ganar las elecciones de abril de 2025, ha elogiado de forma explícita a Doumbouya por su capacidad para «cambiar las cosas a mejor» en Guinea Conakry. Según el ministro guineano de Asuntos Exteriores, Morissanda Kouyaté, Oligui Nguema declaró: «He reconstruido mi país, he organizado elecciones, he cambiado las cosas a mejor. La única persona a la que veo haciendo lo mismo por su país, y que debería ser un ejemplo para los demás, es usted, señor Presidente». A continuación, confió a Doumbouya la tarea de garantizar que «la democratización de África [y] la reconstrucción de África no se queden en el camino».

Esta calificación de Doumbouya como modelo de democratización es una crítica implícita pero virulenta a regímenes como el de Obiang Nguema, que se aferran al poder por todos los medios, pisoteando las aspiraciones democráticas de sus poblaciones. Obiang, en el poder desde 1979, es un ejemplo perfecto de lo que Oligui Nguema parece denunciar: un jefe de Estado que considera a su país como su propiedad personal, despilfarrando los recursos nacionales en beneficio de su familia y su clan, mientras mantiene a su pueblo en la miseria y la opresión.

El paralelismo trazado por Oligui Nguema entre su propia transición y la de Doumbouya pone de relieve un cambio de paradigma en África. Las transiciones militares, antaño sinónimo de regresión democrática, se presentan ahora como aceleradores del cambio, instrumentos de «refundación» frente al inmovilismo y la corrupción de los regímenes de larga duración. Esta nueva retórica, aunque cuestionable, está encontrando el favor de las poblaciones hartas de autoritarismo y depredación.

Para regímenes como el de Teodoro Obiang, que han perdurado durante mucho tiempo a la sombra de «Françafrique» y de la complacencia internacional, parece haber llegado la hora de la verdad. La aparición de líderes como Oligui Nguema y Doumbouya, que se presentan como paladines de la democratización, está poniendo en tela de juicio los cimientos de su poder. El mensaje es claro: África no tolerará más líderes que confundan su longevidad en el poder con el interés nacional. Los días de los autócratas que persisten en saquear la riqueza de sus países y sofocar las voces disidentes están, por tanto, contados. Los pueblos de África aspiran a la democracia, la transparencia y el desarrollo integrador. Y están dispuestos a luchar por ello.