Por José Eugenio Nsue
El dictador más longevo de todos los tiempos, Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, convencido de que el país que dirige desde hace casi cinco décadas, la República de Guinea Ecuatorial, es una hacienda privada, su coto personal y por lo tanto la herencia que iba a repartir entre su numerosísima familia compuesta por incontables hijos, numerosas consortes e interminable parentela; así, ha intentado repartírsela dejando a su primogénito, Teodorín Nguema Obiang Mangue, además de la Vicepresidencia del Gobierno, encargado de la seguridad y defensa; el sector forestal y aguas (es el dueño absoluto de todas las maderas que se exporta en el país, así como la pesca ( seguro que no sabía que una década después iba descubrirse el petróleo); a Gabriel Mbega Obiang Lima, le dio el sector petrolífero y minas, además de nombrarle Ministro plenipotenciario del rango; a Paquita, Francisca Obiang Jiménez, le confió la dirección y la administración de la máxima institución del Estado para las inversiones públicas: GE-PROYECTOS (Oficina Nacional de Planificación y Evaluación de Proyectos Gubernamentales); o sea, por ella pasan todos los presupuestos de todas las obras que ejecuta el Estado; al hermano de Gabriel Mbega, Alberto Ndong Obiang Lima, le fue confiada la Dirección de Puestos, es decir todas las contrataciones llevadas a cabo por el Gobierno; actualmente anda por algún ministerio como «supervisor» o «controlador» de todo y todos; a la hija bastarda, Anita Mbasogo Obiang y su marido Tito Gariga, les dio el control de la aviación nacional; al otro bastardo, Ruslán Obiang, le confió la dirección de la principal compañía aérea nacional, CEIBA; actualmente controla también los aeropuertos (es su director); a los probetas Justo Obiang Mangue y Pastor Hassan Obiang, les ha dejado el sector de la telecomunicación, telefonía, Internet, etc junto con los franceses en exclusividad.
Se podía escribir toda una biblia para enumerar los familiares del sátrapa que copan sectores y parcelas estratégicos, claves y donde se manejan ingentes cantidades de dinero, dado el altísimo número de los miembros que compone dicha familia, más aún lo que es indudable es que no hay un solo miembro de esa familia que no tenga acceso al usufructo de todas las riquezas, de todos los recursos y de todos los caudales públicos del Estado sin control y sin límites. Él les ha dicho que todo eso es suyo, todo está a su servicio y para su beneficio personal; no hace falta pedir permiso a nadie para hacer lo que quiere cada uno de los miembros.
Obiang, incapaz de educar a su prole a la mesura, el autocontrol, la decencia; formarles y prepararles para que se valga por sus conocimientos y méritos; inculcarles la cultura del esfuerzo, en cambio les preparó y les enseñó a robar, vivir del cuento, apropiarse de los bienes y recursos públicos como él mismo; a ser insultantemente ambiciosos y exacerbadamente materialistas (de tal palo tal astilla). Esa ambición desmesurada, ese afán de acumular, de poseer y de ostentar sin límites heredado de su padre, es lo que ha llevado a los hermanos, hermanastros y demás parientes declararse una guerra sin cuartel encabezada principalmente por el que se cree el heredero principal, el Hermano Mayor, Nguema Obiang. Él no ha esperado siquiera que el padre estire la pata para atosigar y perseguir tanto a sus hermanastros como a los parientes, amigos y familiares de su padre (tíos paternos, primos, sobrinos, hijos de los amigos de su padre, etc); señalar que todos los que están forrados en el país, lo están con el beneplácito de Obiang Nguema quien les ha dicho lo mismo que a sus hijos y esposas, que cada uno explote, saquee y se haga con todo lo que esté a su alcance, pase por sus manos y nada va a pasar; entonces, empezar ahora hablar de la corrupción, exponer en público a los hermanos, primos, familiares o amigos de su moribundo padre para acusarles de ladrones y exigirles que devuelvan lo que han sustraído durante más de 43 años porque dice llevar a cabo o quiere «limpiar el país de bandidos, aprovechados y corruptos» donde él, su madre, sus tíos maternos, sus hermanos de leche y el mismo patriarca de la casta, son catedráticos y los primeros de esa sociedad cleptocrática, simplemente es buscar la propia muerte.
Resulta que hace un par de semanas que el susodicho el «Teniente Colombo» de la corrupción en Guinea, nos alardeaba con declaraciones e imágenes televisivas donde decía que se buscaba todo un avión ATR 72-500, y juraba que iban a rodar cabezas de los implicados de esa trama corruptela y se iba a abrir o crear una comisión de investigación para esclarecer el paradero tanto del aparato como las ingentes cantidades de dinero que se había destinado para el pago de la deuda contraída con la empresa encargada para el mantenimiento del mismo (unos 700.000€); días después nos saca un twit diciendo haber ordenado el arresto domiciliario de un tal Leoncio Esono Bitegue, antiguo director de la compañía y piloto de la flota de aviones presidenciales por descubrir que él había autorizado el 25 de noviembre de 2020 el desmantelamiento del aparato; después ha aparecido otro documento, verdadero o falso, firmado por el hermanastro, Ruslán Obiang Nsue, donde ese autoriza la venta del mismo avión antes de la autorización de Bitegue, el 10 de enero de 2020 y ¡¡¡firmado en Madrid el 21 de julio de 2022!!! Surrealismo y despelote absolutos.
Ahora que el Alí Babá nacional se ha dado cuenta, si es que no se había dado cuenta en todo ese tiempo del módus operandi de la casta, de que los 40 ladrones (y muchos más) son sus propios hermanos, padres, tíos, primos, sobrinos y los familiares de los amigos de su padre; ¿qué piensa a hacer? ¿Habrá revocado la orden de arresto domiciliario dictada contra Luciano Esono Bitegue ya que quien vendió el avión era otro? Lo cierto es que al abrir esa caja de Pandora Teodorín e intentar arrebatarles a sus hermanastros, amigos y parientes de su padre la parte de herencia que ese les ha dejado en su presencia (aunque desahuciado y falto de fuerzas, ya es incapaz de reaccionar), ha socavado su propia tumba y ha dinamitado la aparente armonía que su padre habría querido dejar en el seno de su familia. Como la avaricia de Nguema Obiang no conoce límites, seguro que ninguno de los hijos, parientes, esposas o amigos permitirá que ese les despoje lo que creen que es suyo; tienen tanto derecho sobre las «riquezas» de su padre/esposo/pariente/amigo como él.
Así que, Tontorín; deja de hacer el ridículo si no quieres salir escaldado. Gabriel está al acecho esperándote, bruto. A ver si te atreves con él, o con Paquita, o con la familia Anita Mbasogo – Gariga, o con el mismo Ruslán Obiang. Venga ya.
Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?