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    El coronavirus: Una pandemia bajo puntos de interrogaciones

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    Por Keffa Droh Joël Arnauld

    La actualidad del mundo está infectada de remordimientos. El mundo se ha acostado bajo una lluvia de miedos y pánicos, dejándose consciente o inconscientemente atrapado en una trampa sanitaria desastrosa y envolvente. Esta enfermedad causada por un nuevo coronavirus surgido en

    China ya ha infectado a más de tres millones a nivel global. El veredicto está de forma perentoria claro: la China no ha conseguido esta vez corromper al mundo de sus logradas y portentosas invenciones tecnológicas, fue todo lo contrario. Ha sido la gota que colmó el vaso con una sangrada introducción de un virus a efectos drásticos hincado invariablemente en el cotidiano mundial. En efecto, el conocimiento del horrendo efecto causado por ese virus, además de poner en relieve la verdadera función del ser humano ante esta pandemia del nuevo siglo, nos alecciona de forma bastante amarga. Nos demuestra en realidad hasta qué punto somos pequeños seres naturales, y que la naturaleza de las cosas es tan capaz de reducirnos a la más mínima expresión de nuestra especie primaria.

    El coronavirus es hoy la plaga de muertes indescifrables. Por todas partes, el silbido de la alarma se hace oír. Europa está bajo tensión intensiva, el estrés del desfile de las ambulancias portadoras de muertos, carga la atmósfera con un lote de inquietudes en cuanto a la supervivencia terrestre. Los Estados Unidos, ya no se vanaglorian de su actual posicionamiento de potencia económica, al contrario, se desvanan el seso con tal de arrancar de raíz todos los síntomas al origen de esta crisis sanitaria en su seno. Todo indica pues que es una crisis muy devastadora, y todos se acuerdan con la fácil velocidad de muertes que se registran en cada país. Es flipante comprobar cómo la simple vida se resume a esto de un segundo, de un minuto, de un tiempo no muy largo.

    La China, la verdadera causante de esta increíble pesadilla, ya está cansada de recoger a muertos cada día y de hecho, aboga por la búsqueda de soluciones como por ejemplo algún antídoto susceptible de reparar el daño. Es demasiado tarde, ya el daño se ha hecho más grande. Es pues con razón que se promulgó el estado de alarma que es ahora una realidad que no necesita mayores aclaraciones ante el sorprendente diagnóstico de semejante catástrofe humana. Cada pueblo planetario se afana en la lucha por intentar tener menos muertos diurnos. Tantos los países desarrollados como en vías de desarrollo, se empeñan desgraciadamente contra este enemigo invisible y desestabilizador que por si solo pone en peligro los razonamientos de los científicos y los médicos. ¿Qué hacer contra ese matador de pobre gente? ¿Cómo actuar en consecuencia para contrarrestar estas cifras kilométricas de imparables muertos mundiales? ¿Habrá alguna pócima mágica para salvar el mundo de esta vergüenza humana? ¿Tardará en llegar el antídoto? ¿Cómo pasará este tormento de perdida de vidas? ¿Seguirá su curso normal la vida después del coronavirus? ¿Habrá algún fin a esta carnecería? 

    Son tantas las preguntas que uno pudiera plantearse con respecto a este agobiante fenómeno al que nadie se esperaba. Lo cual, obstaculiza el vivir parsimonioso y al mismo tiempo, pone las relaciones humanas en una situación de desconfianza, de precaución cautelosa, de alejamiento sanitario. ¿Quién sabe quién lo tiene? Esta es la atmósfera de tensión general que dio rienda suelta a un estado de confinamiento general proclamado por casi cada país para tratar de minimizar los posibles riesgos de perdida humana. Lo cierto es que, estamos enfrentados todos con una problemática de gran envergadura que aún queda por resolver, la de deshacerse con mayor brevedad de esta batería ávida de sangre que entorpece nuestro vivir cotidiano. Así, en este intento de reflexión sobre la presente situación sanitaria que sacude actualmente el mundo, nos preocupa sopesar el impacto de esta pandemia en la sociedad, especialmente en plan económico, político y social. Para ello, nuestro análisis girará en torno a África, especialmente en la situación del Covid-19 en Costa de Marfil.

    A-La simbología del Covid-19 en la situación social y económica de la población marfileña

    A-1 A nivel económico

    La pandemia provocó una crisis en una innumerable cantidad de aspectos, infectando así el nido de las relaciones humanas e internacionales. El uso de las mascarillas y el lavado regular de las manos, el confinamiento, el distanciamiento entre otras medidas, fueron impuestas para evitar contraer esta invulnerable enfermedad. Lo cual demuestra sin alguna duda que el mundo está en ebullición total. Las amenazantes noticias de casos interminables de muertos que pululan los noticieros llegan a todas las orejas. Por doquier es el pánico reinante, de forma que todos van apurados por el efecto vertiginoso que tiene esta pandemia en el ser humano. 

    Las grandes potencias mundiales, parecen ser arrodilladas ante este nuevo enemigo invisible, y no será África que con bravura pudiera pretender luchar contra un enemigo que ni siquiera apareció en su tierra. La verdad es que todo está bloqueado con esta nueva crisis sanitaria que impone el orden de un confinamiento general como cuidadosa medida para evitar cualquier posible contaminación. Es horrible darse cuenta de la fragilidad del mundo, sobre todo, de Europa, de los Estados Unidos, ver cómo sus cifras de infectados no dejan de crecer con una velocidad inconmensurable. De momento, por suerte África no parece ser el vertedero de la carnicería humana como lo habían adivinado los expertos del orden sanitario.

    Viéndolo bajo este cariz, África por su doloroso pasado colonial con su lote de sufrimientos aguantados por la colonización occidental y los maltratos racistas debidos a la raza negra, pensaba con certeza esta vez verse escapada de esta enfermedad ávida de sangre fresca. La triste actualidad nos presenta un caso distinto, una opinión contraria. En efecto, tras las noticias del advenimiento del Covid-19 en costa de marfil, y sobre todo con el anuncio de su primer caso de fallecimiento, la vida corriente ha tomado un decisivo giro. De ahí nacen las firmes decisiones gubernamentales con soltura. El presidente actual del país tras haber tardado demasiado en actuar concienzudamente, se siente de forma repentina aludido por esta situación que paraliza el mundo entero, y se atreve desde entonces a tomar algunos decretos para contrarrestar la propagación del virus en Costa de Marfil. Entre aquellos, se puede apuntar: el confinamiento, el cierre de las fronteras y de las pequeñas tiendas de comercio, el cierre de los establecimientos públicos y las aulas de espectáculos, el cierre de las escuelas y universidades, las restricciones de viaje fuera de la capital Abiyán, la flexibilidad del pago de las facturas de electricidad, el toque de queda etc.…

    Es de maravillas todas estas medidas que apuntan a bloquear el paso a este destructor virus y a serenar más a la población.  Sin embargo, hay que ser razonables y ver la realidad con claridad. En efecto, desde la entrada de aquella pandemia en costa de marfil, la situación económica está sin control. Ahora tiene el país una cifra de negocios muy baja. Conoce su economía al igual que todas las economías del mundo, un golpe regresivo bastante significativo en todas las actividades diarias. Las empresas y otros establecimientos estarán de quiebre puesto que ninguna actividad se puede desarrollar convenientemente. Los bancos tampoco pueden funcionar normalmente, y dan lugar a un estado de pobreza creciente en la población obligada a confinarse sin ir al trabajo. En cuanto al sector del transporte, el resultado es igual. La actividad portuaria es flaca, poco entra nada sale. Además, para los taxis y otros vehículos de transporte público, la norma del distanciamiento entre pasajeros en cada medio de transporte, imposibilita un buen funcionamiento de este sector ya que el rendimiento es muy bajo. La población generadora de fondos se encuentra con miedo por desplazarse, y de hecho reduce el porcentaje de beneficios diarios. Si esta situación no se mejora, Costa de Marfil seguirá siendo el mismo país con la misma deuda internacional. Un país que funciona a medias y sigue teniendo por culpa de un virus un retraso fulminante en su desarrollo económico y social.

    A-2 Acerca de la vida social

    Hablando de lo social, cabe aquí apuntar que va naciendo un alto índice de pobreza en la sociedad debido a la inconstancia laboral. La población está en casa y la falta de dinero para mantener a sus respectivas familias se hace notar fuertemente.  Los indicios de casos de violencias conyugales bajo el pretexto de un confinamiento casi abusivo sin rentabilidad, sin comunicación entre parejas, sin costumbre de convivencia permanente, es igualmente una realidad notoria en cada hogar. Además, es bueno subrayar que las debilidades económicas han causado el crecimiento de la corrupción porque el dinero no circula entre las distintas capas sociales, así aquellos que lo tienen disfrutan ilegalmente de esta situación para llevar a cabo sus sucios designios.  Lo cual también provoca un serio problema de inseguridad para la población. Junto a eso, asistimos al nacimiento de numerosas industrias de fabricaciones y ventas de mascarillas dudosamente sanitarias. Usan el pretexto para aumentar el precio de mascarillas —que normalmente deberían ser gratis para todos— para enriquecerse sin algún seguimiento de las normas tomadas por el gobierno. Es también la ocasión para el estado de llevar a buen puerto sus ambiciones políticas con tal de asumirse en el poder en las próximas elecciones presidenciales.

    A-3 En plan político

    El Covid-19 es una situación de interés, además de ser una situación empalagosa. Ya se comprueba que, en plan político, parece ser una oportunidad de petición de ayuda sanitaria. Es normal por lo visto, porque en caso de emergencia siempre hace falta recurrir a otras manos susceptibles de dar socorro. Ante los casos crecientes de muertos, el gobierno marfileño ya con sus insuficientes predisposiciones sanitarias se siente trastornado, y por lo que se ve en la obligación de hacer recurso a posibles donantes de bienes sanitarios para curar a los contagiados por el covid. Muchos han contestado a la inocente petición de ayuda marfileña. Muchas empresas e instituciones privadas, bancarias. ¿Inocente llamada? No creo. Es un sistema de dar para recibir. Las elecciones están a la vuelta de la esquina, así que huelga colocarse bien y dar buena imagen para seguir disfrutando de los favores del gobierno.

    Todo tiene sus raigambres en las acciones, es decir, si uno apoya al gobierno que ahora está en apuro, el gobierno le apoyará. Pero ¿cómo un gobierno puede estar en dificultad económica con todas las rentas de las materias primas y el dinero del fondo social marfileño que gestiona tan bien? Esto es la realidad política y sin dudas una estrategia puesta en marcha para conocer con antelación sus aliados, en razón de las próximas preparaciones electoras. Las numerosas donaciones recientemente hechas a algunos individuos en este momento de crisis social y económica, justifican este fundamento y al mismo tiempo denotan del carácter simbólico del acto. En efecto, el gobierno marfileño se compromete en erradicar lo más antes posible esta pandemia de forma imperceptible para no poner en peligro las elecciones venideras de octubre, aunque es cierto que la salud está en el corazón de sus decisiones para el bienestar común.

    Conclusión

    En resumidas cuentas, cabe decir que el coronavirus es una de las pandemias la más mortales que haya conocido el mundo entero. Ya las cifras mundiales dan muestra de la gravedad de la situación sanitaria. Las consecuencias que acarea no solo sacuden los sectores de actividad humana, sino también afectan principalmente al ser humano quien más sufre. La realidad es tal que urge disponerse en una lucha común para echar fuera este abrumador virus de nuestras fronteras, y parar radicalmente todos estos casos de muertos que no dejan de aumentarse. De momento claro está que lo que queda por hacer es ejecutar al pie de la letra las medidas sanitarias para mantenerse alejados de la enfermedad presente, aunque hasta ahora no se sabe cuando se acabará esta crisis más que sanitaria.

    En ello, la medicina mundial deberá preocuparse por trabajar conjuntamente de modo a encontrar la vacuna salvadora que quite todo el miedo que tiene el mundo por este virus. Por lo que los países del mundo deberán de ser solidarios en algún momento y ayudarse mutuamente sin pizca de algún orgullo de renombre para exterminar los residuos bacterianos que amargan la vida social. Estamos todos condenados a unirse para el bien de nuestros intereses comunes, de nuestras relaciones diplomáticas, de nuestros negocios internacionales que se van debilitando a raíz de esta crisis planetaria. Es pues el momento adecuado de repensar nuestras alianzas económicas y actualizar nuestras debilidades sanitarias, sociales, y económicas para evitar cualquier otra incursión de un posible virus venidero como el de ahora. Lo cual ha de ser la señal llamativa de que la naturaleza pueda ser un peligro o una ventaja con que el ser humano no tenga en cuenta su importancia real.

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