Atropellado por encargo, al querer cobrar de un trabajo realizado

Por Redacción de Radio Macuto

Pablito Owono

Lamentablemente, y por enésima vez, nos encontramos en la obligación de poner en conocimiento de lectores y usuarios de redes sociales que otro guineoecuatoriano ha sufrido en sus carnes los atropellos a los que, por desgracia, nos tiene acostumbrados la dictadura de Teodoro Obiang y sus lacayos. En esta ocasión, la víctima es un varón, por encima de los cuarenta años, vecino de la ciudad de Malabo y responde al nombre de Pablo Owono Bindang, aunque también es conocido por «Pablito».

La víctima es mecánico de profesión; y prestó un servicio a Rosendo Otogo Meñéng, primo del presidente Obiang. Resulta que el pasado jueves, 09 de febrero de 2017, el conductor de Rosendo Otogo, cuya identidad desconocemos, agredió a Pablo Owono con un objeto punzante muy cerca de un ojo, afectándole la cara y llegando a atravesarle el paladar. La vil agresión hizo perder mucha sangre a la víctima, quien fue trasladado a un hospital en el que, por razones de seguridad, permaneció durante un breve período de tiempo, al considerar su familia que, dadas las circunstancias, el hospital no era un lugar seguro.

Cabe explicar que Pablo Owono es amigo de infancia de Florentino Manguire; quien había sido, durante años, preso personal del vicepresidente Tontorín, y que luego fue secretario general del C.I.G.E (formación política liderada por Gabriel Nsé Obiang; que intentó, sin éxito, participar en las fraudulentas elecciones presidenciales del pasado año 2016)… La amistad de Florentino Manguire y Pablo Owono ha provocado que los secuaces y gerifaltes del régimen encasillen a Pablo Owono como un militante activo de la oposición. Le tenían ganas; y hacía tiempo que querían ir a por él. Le habían puesto la etiqueta de opositor, rebelde y ciudadano incómodo. Y esas credenciales –falsas o verdaderas– han sido la excusa perfecta para atentar contra la vida Pablo, como antes la hicieron la de otros tantos.

Al día siguiente de los hechos, tras tener conocimiento de la agresión sufrida por Pablo Owono, un grupo de amigos y conocidos se organizó para localizar al autor material del agravio y ponerlo a disposición de nuestras incompetentes autoridades. Cuando dieron caza al agresor –conductor de Rosendo Otogo– lo llevaron a una comisaría de Malabo; de donde, a las pocas horas, salió libre y sin cargos. Hecho que, una vez más, demuestra la impunidad de la que gozan los prohombres del régimen, la ineficiencia de nuestras instituciones y el escaso sentido de la justicia de las autoridades del país. Huelga decir que el criminal agresor quedó libre gracias a la intervención de su jefe, el señor Rosendo Otogo, quien con un simple telefonazo a la comisaría correspondiente, ordenó la puesta en libertad de su conductor, librando de todo mal a un malhechor, valga la redundancia.

A día de hoy, cuando son las 20:00 de la tarde (hora local de Guinea Ecuatorial), Pablo Owono se encuentra detenido, desde ayer –lunes, 13 de febrero–, en las dependencias de la comisaría de Guantánamo de la ciudad de Malabo. Fue arrestado, manu militari, en el domicilio de su familia  cuando todavía estaba –aún ahora lo sigue estando– convaleciente de la agresión sufrida. Está siendo torturado por orden de Juan Abaga Oyono, fiscal anticorrupción del país y mano derecha de Juan Oló Mba Nseng. A estas horas sigue siendo torturado en los zulos de la cárcel de Guantánamo. Su estado de salud es verdaderamente preocupante. Ha perdido mucha sangre y su vida pende de un hilo. Pablo Owono corre serio y real peligro de perder la vida a manos de los torturadores del régimen.

Paradójicamente, se da la circunstancia de que uno de los que ahora son verdugos de Pablo Owono, el citado Juan Abaga Oyono, también conocido por “Jean Ekeke”; en su vida anterior había ejercido de opositor al régimen del que ahora forma parte y al que ahora sirve con tanta devoción. Hay vídeos que así lo demuestran. También cabe mencionar que al victimario y a la víctima; esto es, a Juan Abaga Oyono y a Pablo Owono Bindang les había unido en el pasado una relación de amistad o, cuando menos, de compañerismo. Ambos habían sido estudiantes en España por la misma época y eran, los dos, vecinos de la ciudad de Alcalá de Henares… Sin embargo, queda demostrado que la cercanía familiar de Juan Abaga Oyono a algunos hombres fuertes del régimen (es hermano menos de Miguel Oyono Ndong Mifumu) y su necesidad de seguir haciendo méritos para no perder el favor del régimen le han borrado cualquier rasgo de moralidad que hubiera tenido alguna vez en su vida.

Por último hemos sabido que el gobierno de Obiang le debe a Pablo Owono la cantidad de cuatro millones de FCFA por otro trabajo realizado ; dinero que negó pagarle la tesorera Milagrosa Obono Angue, después que le presentaran un talón del estado que reunía todas las condiciones y firmas legales.

Una cantidad irrisoria, teniendo en cuenta el despilfarrador tren de vida que lleva la mayoría de los acólitos del régimen. Sin embargo, debe quedar claro que la reclamación de esa deuda por parte de la víctima no guarda relación directa con la agresión sufrida a manos del conductor de Rosendo Otogo. Pablo Owono fue criminalmente agredido por su presunta vinculación con la oposición; en concreto, al partido C.I. Vinculación que se basa –o la basan sus verdugos– en su amistad con Florentino Manguire, pues la estupidez y estulticia de los miembros del régimen de Obiang les ha hecho siempre incapaces de separar las relaciones personales de las filias ideológicas. Así las cosas, la humillación, las vejaciones y las torturas que está recibiendo una persona ya convaleciente de antemano, requieren de la atención necesaria por parte de todos los guineanos con un mínimo de humanidad. Su vida depende de que se haga eco de esta noticia y de que la gente se movilice en su favor. A estas alturas, deberíamos saber sobradamente que en el régimen del infame dictador Obiang, morir torturado es lo mismo que morir de muerte natural; pero los perros de presa del régimen de Obiang se esfuerzan en recordárnoslo. No vaya a ser que se nos olvide.

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