Es fascinante la rapidez con la que los políticos guineanos firman acuerdos. Tan fascinante también es la rapidez con la que los suelen violar. Recuerdo cuando llegué a USA como estudiante, junto con otros seis jóvenes guineanos, antes de nuestro traslado a Western Illinois University, nos tuvieron en Washington D.C. durante una semana. Y en ese tiempo, estuvimos asistiendo, juntos con estudiantes de otros países, a unas clases de adoctrinamiento en la cultura americana, en el “Washington International Center”. Recuerdo que tuvimos ahí una larga sesión sobre la firma: su significado, su importancia, así como las posibles consecuencias cuando no se respeta lo firmado. Esto ocurrió en agosto de 1983 pero sigue vivo en mi mente como si hubiese ocurrido ayer. Cuando comparo lo que nos dijeron ahí con la facilidad con la que los políticos guineanos firman acuerdos y también los violan, me pregunto si dan la importancia necesaria a su firma, a su palabra. La rapidez con la que firmaron “EL MANIFIESTO” es un ejemplo concreto.
Que quede claro desde aquí que, con el título de este artículo no estoy condenando “EL MANIFIESTO”. Ni siquiera lo estoy criticando. Tampoco estoy en contra del “dialogo”. Simplemente estoy diciendo que yo, como ciudadano de la República de Guinea Ecuatorial, no hubiera estampado mi firma en ese documento, no por razones políticas, sino por razones estrictamente técnicas. El rigor profesional no está reñido con la política. Presento a continuación las razones estrictamente técnicas por la cuales no hubiera estampado mi firma en “EL MANIFIESTO”.
La primera razón por la que no lo hubiera firmado es que no había necesidad de firmar nada en ese primer encuentro. En efecto, la firma de un acuerdo es la culminación de un PROCESO. Y con ello quiero decir que hay etapas previas a la firma. Y una de esas etapas previas es el “saneamiento” del ambiente. Pues, el documento lo firman unos señores que casi no se dirigían la palabra durante varios años y las pocas veces que lo hicieron fue por las redes sociales, con abundantes críticas e incluso insultos. Hubiera sido más productivo “sanear” antes el ambiente en este primer encuentro para restablecer la confianza entre ellos y sentar unas bases favorables a un trabajo en equipo y con cara al futuro. En dicho encuentro, los participantes hubieran debido acordar los pasos siguientes a tomar en esta nueva dinámica que se está abriendo. La cosa no debió ir más allá. Como se dice vulgarmente, “escribir despacio pero con buena letra”;
Un posible paso siguiente podía haber sido el establecimiento de unas reglas de juego claras así como la articulación de una mínima organización. Ello no hubiera exigido un encuentro, pues, se aprovecharía las tecnologías disponibles. CPDS podía encargarse de elaborar un borrador, que distribuiría a los demás participantes para sus comentarios. Y sobre la base de esos comentarios, se elaboraría una versión final, que sería distribuida más tarde, utilizando los mismos medios. En ausencia de esas mínimas reglas de juego así como unas mínimas bases organizativas, lo que tenemos es un conglomerado de individuos, sin objetivos comunes, con visiones dispares del futuro, firmando un documento en el que se ofrecen a dialogar con un equipo de fanáticos disciplinados, dirigidos por un individuo sin escrúpulos. El desenlace está más que claro: un suicidio colectivo;
Otro paso posible podía haber consistido en la elaboración de un plan de trabajo conjunto, consistente en acciones a llevar a cabo en un plazo determinado y por quien. CPDS también podía haberse ocupado de elaborar un borrador, compartirlo con los demás para sus comentarios y, más tarde, su finalización y distribución a los participantes. Este plan de acción, que daría un sentido de dirección y de disciplina, podía incluir el tema del dialogo. Lo único que tenemos es un listado de exigencias previas, incluyendo pecuniarias, referentes a temas que ya están contempladas en la constitución del Fundador. ¿Si el Fundador no cumple la constitución, va a cumplir con lo demás? El dialogo es siempre bueno, pero, en este caso, yo hubiera exigido que el Fundador demostrara antes su voluntad de dialogar seriamente, simplemente cumpliendo la constitución y demás leyes elaboradas por él mismo. Estoy hablando de gestos visibles y tangibles.
Las negociaciones se ganan o se pierden, no en la mesa de negociaciones, sino en la fase de preparación. La preparación es muy importante. Por ejemplo, todo lo mencionado arriba hubiera sido parte de la fase de preparación. También habría incluido saber más de qué va el tema. Una de las cosas que me hubiera gustado saber es por que el Fundador quiere dialogar ahora con la oposición en el exilio, a pesar de haber negado su existencia no hace mucho. Y esta pregunta es importante teniendo en cuenta una serie de actuaciones protagonizadas por el Fundador en los últimos meses: a) las ejecuciones clandestinas de presos en Evinayong y en otros sitios, b) el secuestro a Cipriano Nguema Mba, de Nigeria para encerrarlo en Black Beach, donde según se comenta, habría sido bárbaramente torturado junto con otros que habrían sido detenidos sobre la base de declaraciones arrancadas a base de culatazos. Estos no son actos de uno que quiere dialogar. También a tener en cuenta son los juicios que están lloviendo sobre la cabeza del “Tonto Nacional”. En esta ecuación habría que inyectar también los aparentes conflictos con Camerún. Me hubiera gustado saber, además, en toda su amplitud, las implicaciones del documento firmado por CPDS junto con el régimen condenando a otros ciudadanos de Guinea Ecuatorial en el exilio, organizados en torno a la CORED. ¿Significa esto CPDS y los partidos con los que firmó dicho documento se presentarán en bloque en el programado dialogo? ¿Cómo se negoció el contenido de ese documento? Se trata aquí de importantes preguntas cuya respuesta es absolutamente necesaria para una efectiva preparación para dialogar con el Fundador.
Según se comenta, la idea del dialogo surgió a raíz del encuentro entre CPDS y el Fundador. El Fundador habría encargado a CPDS de ponerse en contacto con los partidos políticos en el exilio. Y CPDS, cumpliendo con ese mandato, firmó “EL MANIFIESTO” con dichos partidos. Aquí vemos a CPDS actuando de mediador y de parte en el propuesto dialogo. Normalmente, estas dos funciones no deberían ir juntas. Hay ciertas condiciones para una mediación efectiva. Y una de ellas es la imparcialidad, pues, el mediador no debe tener nada que ver con las partes ni debe tener un interés particular en el asunto. Este principio básico de la mediación, la imparcialidad, no se cumple aquí, pues, CPDS acaba de firmar un documento en que, formando “ítem” con el régimen, condenan a un grupo de ciudadanos de Guinea Ecuatorial en el exilio. Para paliar esta cuestión, yo hubiera exigido la inclusión de una clausula en “EL MANIFIESTO” en la que se definiría claramente el papel de CPDS y limitarlo en el tiempo. La ausencia de dicha cláusula es como un cheque en blanco en las manos de CPDS, pudiendo actuar de portavoz e incluso de representante de la oposición además del papel de mediador que ya está jugando.
Una de las razones por las cuales la negociación de un acuerdo suele llevar mucho tiempo es la necesidad de que todos los términos utilizados en dicho acuerdo tengan exactamente el mismo significado para las partes. Precisamente, muchas veces, se incluye la definición de aquellos términos que pudieran crear confusión, polémica o estarían abiertos a diferentes interpretaciones. Y un ejemplo concreto es el concepto de “Ley de Reconciliación Nacional”. ¿Qué significa? ¿Que debe haber en esa ley? ¿Significa que el Fundador, de un decretazo y unilateralmente, va a decir que: “este decreto entra en vigor a partir de su publicación por los medios informativos nacionales” y a partir de ese día, ya hay reconciliación nacional en Guinea Ecuatorial? ¿Y si es el Fundador que el que va a decretar la reconciliación nacional, de qué se va a hablar en ese dialogo? Y este no es más que un ejemplo. Y sobre esta base, me aventuraría a afirmar que, si se pidiera a los firmantes de ese documento, cada daría una interpretación diferente del mismo. Y un acuerdo que está abierto a diferentes interpretaciones, es un acuerdo que está llamado a fracasar.
Se observa una ausencia total de lo que vendrá después de la firma del documento. ¿Qué es lo que se espera que pase desde ahora? ¿Y qué papel jugaran las partes firmantes? Yo hubiera exigido que se incluyera este aspecto en el documento: una clausula en que se presentaran los pasos siguientes a la firma del acuerdo así como el papel que deberían jugar los firmantes. En ausencia de dicha cláusula, se produce la incertidumbre: nadie sabe nada, nadie sabe a qué atenerse. Por lo visto, parece que los firmantes del acuerdo van a pasar a un periodo de espera, para que el Fundador se pronuncie. Y el Fundador puede tomarse todo el tiempo que quiera. Al fin y al cabo, no se sabe por qué quiere el Fundador dialogar ahora y si realmente quiere dialogar. Donde la gente hace las cosas de una forma “normal” se podía haber esbozado unos escenarios así como el curso a tomar correspondiente a cada escenario. Por ejemplo, ¿que se haría si el Fundador se toma todo el tiempo del mundo o si rechaza esta o aquella exigencia? En ausencia de tal análisis escenarios, los firmantes del acuerdo se exponen a la improvisación, con posibles resultados desastrosos.
Una de las exigencias del “Manifiesto” es la presencia de observadores durante el dialogo. Sin embargo, “EL MANIFIESTO” no dice nada sobre la selección de dichos observadores. Y ello pone en manos del Fundador la libertad absoluta de seleccionar a “sus” observadores internacionales, tal como suele hacerlo en “sus” elecciones. Una frasecita describiendo la forma en que se haría la selección y el papel de las partes, hubiera resuelto el problema.
El acuerdo incluye la siguiente frase: “El siguiente manifiesto queda abierto a todos los grupos del exilio y del interior del país que posteriormente quisieran adherirse a él”. Se trata aquí, de una frase muy interesante, sobre todo cuando se tiene en cuenta que uno de los firmantes acababa firmar, solo días antes, otro acuerdo en tándem con el régimen, en el que se refiere a uno de los “grupos del exilio” como ““elementos descontrolados y de dudosa afinidad política.” Esta cláusula pone a CPDS en un dilema, especialmente si la CORED decidiera “adherirse posteriormente” al manifiesto. De hecho, indirectamente la CORED se presenta como el principal beneficiario de este “Manifiesto”, si analizamos el tema recurriendo a la Teoría del Juego.
Normalmente, tras la firma de un acuerdo tan importante, se suele organizar una rueda de prensa para explicar al pueblo la importancia del acuerdo, su contenido, etc. Que yo sepa, no hubo tal rueda de prensa. En consecuencia, está proliferando la especulación. A propósito, la palabra “Democracia” brilla por su ausencia en “EL MANIFIESTO”. ¿Se trata de una involuntaria omisión o se ha hecho a propósito? Y surge la pregunta: ¿Cuál es el propósito del DIALOGO NACIONAL?
Por todo lo que antecede, yo no hubiera firmado “EL MANIFIESTO”.
Fernando ABAGA EDJANG
(Un Simple Ciudadano de a Pie, Expresándose estrictamente a titulo personal)