Voy a desvelar sobre las estelas de la mar
ese insoportable vivir de angustias;
el que por desdén inmortalizan sus jadeantes
golpes en el lejano sur, en noviembre de 2022;
expandiendo sus malogrados ensueños
y vigorizando miserias en la sociedad.
Acallar frente a tanta perversidad,
injustificada por supervivencia mensual
y fama social no soporto;
vivir así aturde las almas
y la vida fraternal que se ha de vivir.
En Annobón durante mi niñez en los años ochenta,
aunque tampoco fue muy buena infancia,
no había sido tan frívola ni violentada
como esta niñez de los años dos mil;
quizá porque mi inocencia
no me dejaba distinguir nada.
Cada injusto golpe social habido en aquella época,
veloz e imperceptible prefería sumergirme,
esfumarme en mi azulino mar,
plagado de felicidad, de inocentada
y no preocuparme del futuro
ni la cínica crueldad humana.
Ay, aquella humildad, empatía, compresión,
unidad, compasión, lealtad, ternura…
dotes naturales que en mi patria ayer dejé,
ni una volví a encontrar;
toda aquella riqueza natural había sido sepultada,
bajo el imperio del ego humano,
de la dictadura, empobreciendo a la sociedad,
degollando el futuro juvenil,
magullando a la vejez
y dejan fluir lo que nunca había dejado:
espanto y estupor…
Francisco Ballovera Estrada