Hace tres días, el buque escuela Smolny de la Flota del Báltico de Rusia llegó al puerto de Malabo, desatando una ola de descontento entre la población guineoecuatoriana. Lo que se presenta como una misión de reabastecimiento y fortalecimiento de lazos bilaterales, es visto por muchos ciudadanos como una muestra más del respaldo ruso a la dictadura de Teodoro Obiang, que lleva más de 40 años oprimiendo al país.
Desde su llegada el 19 de septiembre, la presencia del Smolny ha sido percibida como una afrenta directa a un pueblo que lleva décadas sufriendo los abusos de una dictadura apoyada por potencias extranjeras. Para los guineoecuatorianos, lejos de representar una oportunidad de intercambio cultural, la visita del buque ruso simboliza la connivencia de Rusia con el régimen, protegiendo los intereses de la familia de Teodoro Obiang a costa del bienestar de la nación.
La tripulación del buque ha realizado actividades de reabastecimiento y visitas guiadas, enmarcadas en una misión que, a ojos de la ciudadanía, refuerza el control opresivo que la dictadura ejerce con la complicidad de aliados externos. El Smolny no es solo un buque de entrenamiento, es el recordatorio flotante de que el régimen de Obiang cuenta con el respaldo de países como Rusia, que priorizan sus intereses geopolíticos sobre los derechos humanos y las libertades fundamentales del pueblo guineoecuatoriano.
Esta parada en Malabo se suma a otras en puertos como Cuba, Venezuela, Sudáfrica, Namibia y Angola, naciones con regímenes que también se sostienen gracias a alianzas con potencias extranjeras. En Guinea Ecuatorial, la llegada del Smolny el 19 de septiembre no solo es incómoda, sino que ha profundizado la frustración de una población que sigue viendo cómo la dictadura de Obiang fortalece su poder con el apoyo de aliados internacionales.
Para muchos en Guinea Ecuatorial, esta visita es una muestra clara de que el régimen no solo sigue impune, sino que continúa beneficiándose de la protección y legitimación que le brindan países como Rusia, prolongando el sufrimiento de su gente.
Este país está vendido, hipotecado o vete tú a saber.
Lo peor es que los que rodean a esa diabólica familia, no ven el peligro que eso supone.
Solo sabe Dios qué acuerdos habrá firmado ese cobrón