Jubilados famélicos en Guinea Ecuatorial, olvidados por el Estado


El desfile del Día de la Independencia de Guinea Ecuatorial, celebrado en Djibloho, dejó una imagen inquietante: un grupo de jubilados famélicos, desnutridos y sin acceso a la atención básica que merecen, marchando como si fueran símbolos de un país que cuida de los suyos. Pero nada más lejos de la realidad. Estos ancianos, abandonados por un sistema que no les garantiza ni siquiera una jubilación digna, fueron obligados a desfilar como parte de una fachada que oculta la verdadera miseria de su situación.

El Día de la Independencia, que debería ser un momento de reflexión sobre las luchas del pueblo guineano por su soberanía desde 1968, se ha convertido en una plataforma para el cinismo político. En lugar de rendir homenaje a quienes trabajaron toda su vida por un futuro mejor, el régimen eligió presentar a unos jubilados debilitados, haciendo desfilar su miseria frente a las cámaras. Este acto no solo es humillante, sino que revela la desconexión total del gobierno con la realidad de su población.

Un gesto desconectado de la realidad

La imagen de estos jubilados es el reflejo de un problema mayor: la falta de un sistema de seguridad social efectivo que garantice una jubilación digna. Sin pensiones adecuadas, sin acceso a atención médica, y con un futuro incierto, miles de ancianos en Guinea Ecuatorial viven en condiciones de extrema pobreza. Estos hombres y mujeres, que en su juventud contribuyeron al desarrollo del país, ahora son olvidados por el Estado, expuestos a la intemperie de la indiferencia gubernamental.

Mientras la élite política y militar aplaudía desde las gradas, estos jubilados marchaban, pero no en señal de orgullo. Sus cuerpos, marcados por la desnutrición y la falta de cuidados, parecían más una advertencia sombría de las graves desigualdades que corroen el país. Lo que el gobierno intentó mostrar como un símbolo de respeto a los mayores se convirtió en una denuncia visual de la negligencia y el abandono que sufren.

Desfile de la hipocresía

Es incomprensible que, en un país con tantos recursos naturales, sus ciudadanos más vulnerables vivan en tal precariedad. La hipocresía de este desfile es abrumadora. Mientras se gastan millones en proyectos faraónicos que no benefician a la población, los jubilados, que dieron todo por el país, no pueden permitirse el lujo de una jubilación digna ni el acceso a una atención sanitaria adecuada. Son obligados a marchar no como héroes, sino como peones en un teatro cruel montado por el régimen.

El desfile de independencia de Guinea Ecuatorial no debe ser una excusa para encubrir los fracasos del sistema. Debería ser un momento de reconocimiento sincero de las luchas pasadas y presentes, un espacio para celebrar a quienes realmente sostienen al país. Mientras los jubilados marchen famélicos, sin el apoyo y la dignidad que merecen, no habrá verdadera independencia que celebrar. Este acto, lejos de ser un homenaje, fue una bofetada a la dignidad humana. El país debe reflexionar y exigir un cambio que permita que sus mayores vivan con el respeto que les corresponde, en lugar de ser utilizados como marionetas en una farsa política.

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Un comentario

  1. Se echó a uno de ellos porque tenía un bocadillo en el bolsillo y se vio en el escáner. Y lo hicieron salir de la fila ya en marcha.

    Muy triste, el anciano, encima medio cojo andaba con dificultad. Fue un acto humillante para aquellos que lo vimos secarse las lágrimas mientras sacaba el medio bocadillo que envolvía en una bolsa de plástico y guardaba en uno de los bolsillos para luego comer. Salió de las filas y estaba limpiando las lágrimas mientras se alejaba de la multitud.

    Quizás para una persona así, mayor ya, su orgullo hubiera sido volver a desfilar como en los buenos tiempo con sus compañeros.

    Pero aquello, fue humillante.

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