Por José Eugenio Nsue
El desmoronamiento cívico, ético y moral del pueblo de Guinea Ecuatorial ya es brutal, insostenible, abominable e irreparable, no se puede tocar más fondo; la ruina de este país no se limita solo en la economía, ni en la política, ni en la educación, ni en la sanidad; también lo es en la sociedad; Guinea Ecuatorial está en quiebra total, casi irrecuperable, si Dios no lo remedia.
Si a los que nacimos allá antes de 1968, año de la independencia nacional, que habíamos recibido una educación en nuestra familia, una formación escolar y una enseñanza religiosa basada en principios y valores de la moral cristiana, nos hubieran dicho que 50 años después el país iba a estar así de degenerado, degradado, destruido…, no nos lo hubiéramos creído. Todo lo que nos habían inculcado nuestros padres y todo lo que nos habían enseñado los religiosos y los maestros: el respeto, el pudor, la decencia, la honradez, el esfuerzo, la responsabilidad, la amabilidad, etc, etc; se han ido al traste; en 50 años no queda ni un vestigio de aquello; ni los que quedan con vida han podido mantener esa herencia cultural e implantarla en la sociedad, ni tampoco se la han podido/transmitido a sus descendencias; los dirigentes de la Guinea Ecuatorial «libre e independiente», se han dedicado a pervertir a la juventud, a reprimir a los padres y a convertir el país en la Sodoma y Gomorra; en la cuna de la perversión, la iniquidad, la fornicación, la lujuria y la depravación.
Lo que estamos viendo actualmente en las calles, barrios y poblados del país: violencia juvenil y callejera, actos vandálicos, bandas criminales organizadas, costumbres salvajes, prostitución infantil, robos y atracos, violaciones y abusos a menores, exhibicionismo de los adolescentes, la borrachera, la drogadicción, embarazos a menores…, es la demostración de la decadencia y el vacío moral que nos han sumido los dirigentes criminales de los parientes Nguema que están al frente de la nación desde la independencia hace más de 53 años.
Los latinistas dicen que ‘nemo dat quod non habet’ (nadie da lo que no tiene); este adagio resume lo que está pasando en Guinea Ecuatorial. Los dos familiares que lo han gobernado, al carecer de moral, de principios, de educación y formación, y al declararle la guerra contra la inteligencia, la ciencia y la conciencia; abrazar la estupidez, la brujería y la violencia como los ejes de sus mandatos, lo único que han conseguido, es el embrutecimiento y el asilvestramiento del pueblo; por otra parte, en una sociedad asilvestrada y embrutecida, sus habitantes consecuentemente vuelven asilvestrados y embrutecidos; se comportan como en la selva, no son capaces de diferenciar y distinguir entre el mal y el bien, entre lo malo y lo bueno y así viven y actúan inconscientemente, carecen de la conciencia; de ahí lo que vemos en los vídeos que circulan por las redes sociales de niñas adolescentes desfilando algunas en paños menores, otras desnudas de la cintura para arriba en las calles de Malabo cerca del Palacio del Pueblo y la Catedral, jaleadas por centenares de adultos y con las miradas de incredulidad de muchísimos menores que no daban crédito de lo que veían sus ojos.
Se han escuchado algunas justificaciones de esta aberración y el espectáculo vomitivo de las niñas desnudas por las calles de la capital de todo un país, que debería de poner a cualquiera los pelos de punta como que: «desde que se vive en Malabo siempre han habido ‘desfiles’ de menores en topless haciendo concursos de misses, es normal y natural«; «los que lamentan y se avergüenzan por las imágenes son puritanos, y el puritanismo es nocivo…«
A pocos metros de la Presidencia del gobierno,en lugar de formar a las niñas se dedican a desnudarlas en público y aumentar la promiscuidad sexual…
— Josimar Oyono Eseng 🇬🇶 (@OyonoEseng) April 4, 2022
Por una Guinea mejor pic.twitter.com/nFqLO4KTYS
Nada sorprendente; los que justifican esta y las demás conductas depravadas que a diario vemos en Guinea y las califican de normales, seguramente son los nacidos en la independencia, son las generaciones del tío Macías Nguema de la triste memoria y el sobrino Obiang Nguema de la alegre memoria. Al no haber visto nada más que lo que lo que están viviendo, no tener referentes a los que imitar y no haberse formado académica, ética y espiritualmente, no saben lo que dicen; piensan que lo que se vive en Guinea es lo normal, es lo que hay y es lo que hay que hacer. Lo peor de todo es que son tan fanáticos, ciegos y obtusos que ni quieren ver, ni quieren aprender. No hay forma humana para hacer entender a los guineanos de las generaciones postindependencia y aquellos que siendo más mayores en cambio al prestarse a colaborar activamente con los regímenes abyectos de los parientes criminales de gobernantes del país, se les han vaciado la sustancia gris de sus cerebros, y con ello todo lo que se les habían inculcado y habían recibido de sus padres, de los maestros y de la iglesia; que tal y como se vive en Guinea ni es vida, ni es humano; la vida social requiere unas pautas, reglas conductuales que se basan en el respeto, el civismo, el orden, la disciplina; respeto a la dignidad humana, a las normas establecidas, a la privacidad, a los bienes ajenos. Vivir en la comunidad o en la sociedad exige además el respeto mutuo, la autoexigencia, el autocontrol; aplicar siempre el principio elemental de no hacer a los demás lo que no quiere que se les haga.
Son desconcertantes y muy preocupantes los comportamientos de laxitud, indolencia, apatía, indiferencia, insensibilidad e inconsciencia de muchos guineanos; viven confusos y confundidos. Afirman lo que no saben; ven bien lo que está mal; hacen lo que ni deben ni quieren y quieren lo que no hacen; y justifican lo que es injustificable.
Decir que es normal que unas adolescentes catorceañeras improvisen un desfile callejero en bragas y tangas con los senos descubiertos en plena calle y a plena luz del día delante de cientos de personas emulando una elección de miss si jurado y sin orden ni concierto, simplemente es porque les falta un tornillo. Si les gusta, quiere decir que también animarían a sus propias hijas para que lo hicieran; ¿Verdad?
No podemos ni debemos escudarnos siempre detrás de los maleantes que nos gobiernan y han arruinado el país; hay responsabilidades y principios que son individuales e inherentes a todo ser humano; si no nos concienciemos de nuestros actos, seguiremos comportándonos como seres amorfos, amorales y seguirán tomándonos por tontos y por pobres mentales que son, desgraciadamente, bastantes guineanos.
Otro deber para los dirigentes de la Tercera República: humanizar y civilizar al guineano de las eras de los Nguema para una sociedad sana, cívica y civilizada. Una ardua tarea.
Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?
No se puede pedir a un tonto inculto que razone.
Difícilmente se puede gobernar un país rodeado de gente que ayer se dedicaban a la caza.
El sátrapa no estuvo en la escuela, pues dudo que pueda rodearse algún día de gente culta.
Ayer le cantabais, adulabais,y los pocos que refutábamos la familia nguemista, nos tratabais de subversivos.
Porque, porque lloráis de la miseria intelectual, social, cultural, moral, religioso…etc, que nos dejaran?
Ustedes deberían levantarse para reconquistar sus libertades y dejar de comentar las atrocidades de esta plebe.
Hace tiempo que estoy convencido que la única vía posible, es la lucha armada.
El problema de falta de moral social no parte de la familia Obiang, que desde luego tiene la culpa de inculcar y tolerar todo lo que es inmoral, como lo hizo un tiempo a sus hijos. El problema es cada una de las familias donde proceden estas muchachas y los muchachos que se deleítan por ver espectáculos que les recuerdan a pornografía.
Son hijos e hijas posiblemente sin padres o madres, crecidos en compleja orfandad. Seguro que nadie les ha amado en sus vidas, ni les ha enseño la decencia, el pudor, la moral. No tendrán ejemplos de personas con valores a imitar. Quiero decir con esto que el edificio de una casa se empieza desde abajo, en el fundamento, y éste es la familia. Los hijos tienen que nacer en familias sólida, donde los padres son presentes y educan. La inmoralidad empieza cuando los hombres y jovenes ambarazan a niñitas por doquier, dejandoles la responsablidad a los hijos, y éstas a su vez las dejan a las abuerlas o en la calle. Este es meollo del problema.