En el prestigioso vecindario de Bishopscourt, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, dos mansiones que alguna vez representaron el lujo y la exclusividad ahora se encuentran en un estado de abandono total. Lo que antes fueron símbolos de riqueza se han convertido en ruinas despojadas ladrillo a ladrillo por criminales que han aprovechado una combinación de negligencia, disputas legales y falta de seguridad adecuada.
El caso involucra a Teodoro Nguema Obiang Mangue, vicepresidente de Guinea Ecuatorial e hijo del presidente Teodoro Obiang Nguema Mbasogo. Teddy, conocido por su estilo de vida extravagante, adquirió una de estas propiedades en 2004. En su momento, estas mansiones no solo reflejaban su riqueza personal, sino también una proyección de influencia en el extranjero.
Sin embargo, las propiedades han sido objeto de una larga disputa legal derivada de un conflicto entre Obiang Jr y el empresario sudafricano Daniel Janse van Rensburg. Este último ganó una demanda millonaria contra Obiang tras haber sido encarcelado en Guinea Ecuatorial en condiciones infrahumanas. Mientras la batalla legal se prolonga, las propiedades quedaron sin mantenimiento ni vigilancia efectiva, lo que permitió a los ladrones entrar y desmantelar las estructuras pieza por pieza.
El daño va más allá de lo material. Estas mansiones, alguna vez íconos arquitectónicos, ahora representan las tensiones entre las elites políticas y empresariales. Los intentos por reinstalar cercas eléctricas y reforzar la seguridad se han quedado cortos frente a la determinación de los saqueadores, quienes se han llevado desde muebles hasta materiales de construcción valiosos, dejando tras de sí un paisaje de desolación.
El caso también resalta cómo los conflictos internacionales pueden tener un impacto devastador en el patrimonio cultural y arquitectónico. Las propiedades del vicepresidente de su padre, distribuidas en diversos países, han sido objeto de investigaciones legales por parte de gobiernos que buscan confiscar bienes adquiridos supuestamente con fondos obtenidos de manera ilícita. Este caso en Sudáfrica no es la excepción, mostrando cómo la opulencia puede convertirse en símbolo de decadencia frente a las realidades del crimen y la negligencia.
Los residentes de Bishopscourt lamentan la transformación de estas propiedades, que alguna vez fueron el orgullo del vecindario. Lo que queda son escombros que narran una historia de excesos, conflictos y el inevitable paso del tiempo cuando el lujo no encuentra protección frente a la justicia y el abandono.
Fuente : Sunday Times, 24 de noviembre de 2024