Crónica de la «muerte» del dictador y criminal más longevo de la historia, Obiang Nguema Mbasogo


Por José Eugenio Nsue
.

Desde el pasado 7 de los corrientes está corriendo como pólvora en las redes sociales y audios de WhatsApp de los guineanos de todo el planeta, la posible muerte de uno de los sátrapas más despiadados que ha conocido la historia de la humanidad y más longevo, un hecho que se habría ocurrido en la noche/madrugada del 6 de enero, día de los Reyes Magos o la Epifanía, de un infarto fulminante y no se pudo hacer nada para reanimarle, tampoco dio tiempo para su traslado hasta París, Francia.

Lejos de las imputaciones que los esbirros del régimen así como los sicarios, torturadores profesionales y los estómagos agradecidos al servicio del régimen nos atribuyen a los que vivimos con ratas en Europa y América como lo afirmó uno de ellos en un audio furibundo y desquiciado, de estar inventando bulos de la muerte de su ‘inmortal y divino Dueño y Señor’ (es curioso que los que viven rodeados de la inmundicia absoluta llena de ratas, cucarachas, insectos, moscas tsé tsé y anopheles, causantes de la malaria y cientos de enfermedades mortales, sean los que afirman que vivir en España, Francia, Alemania, Inglaterra, Canadá o en los Estados Unidos…, es vivir con ratas. La envidia mortifica y mata); lo cierto es que todos esos rumores y todo lo que se sabe de los entresijos de la familia Obiang salen de su círculo más próximo, de las confesiones de sus propios colaboradores y los familiares de esos. El mismo sátrapa moribundo lo había repetido en sus numerosas intervenciones, en reiteradas ocasiones llamaba traidores a los suyos (familiares, su primera mujer, los oriundos de Mongomo, los interesados y chupópteros del PDGE).

Sabíamos que el simple hecho de vivir entre humanos y en las sociedades cívicas y civilizadas, nos salvaba estar en la lista de los pobres mentales de los habitantes de la Guinea de los Obiang y nos convertía en personas, pero no en sabelotodo ni adivinos como para saber lo que le pasa a Obiang en su habitación, con quién se acuesta Constancia, o cuántos chutes coloca cada día el Vicepresidente de su padre, etc, etc; así que si quieren saber quién o quiénes son las gargantas profundas del régimen, que las busquen entre ellos mismos, seguro que hay muchos Iscariotes en sus propias filas.

Verdaderas o falsas, las reiteradas filtraciones de las muertes del criminal Obiang nos resultan reveladoras, de demostración o adelanto de cómo serán las reacciones de la población guineana, en su inmensa mayoría, víctima de todas las atrocidades, barbaridades y de todos los crímenes cometidos por ese sujeto bajo su amparo y patrocinio; sirven para que el mismo moribundo en su lecho de muerte se dé cuenta de que lejos de angustiarse por su desaparición, su muerte será una gran alegría, una gran fiesta y un gran alivio para el 95% de la población por tanto daño causado; sirven para que sus allegados, familia y todos los que se han beneficiado durante su largo mandato sepan que todo lo que tiene principio siempre tiene final, su impunidad se ha acabado, van a tener que responder ante los tribunales y pasar por la justicia aquí, allí y acullá para responder por sus actos execrables, por su enriquecimiento ilícito y por las apropiaciones indebidas, y van a tener que pagar por ello.

La posible muerte del criminal y asesino Obiang también está evidenciando no sólo el síndrome de Estocolmo que padece el pueblo de Guinea Ecuatorial (empatizarse con los verdugos), sobre todo lo ofuscados que son los guineanos en relación con el concepto de cristiandad, de la compasión y la misericordia divinas, incluidos los hombres de sotana, al increpar y afear a todos los que espontáneamente se alegran por la desaparición de un asesino para muchas familias, torturador de cientos de miles de personas; violador de innumerables adolescentes, menores, mujeres casadas y esposas de sus colaboradores, amigos y parientes; responsable del fracaso profesional de cientos de miles de guineanos que con sudor y lágrimas salieron a estudiar, sacar carreras universitarias, formación profesional, o aprender cualquier oficio; al regresar al país con la intención e ilusión de desarrollar y mostrar sus conocimientos y contribuir a su desarrollo, progreso y reconstrucción, en cambio él por su sectarismo, complejos de inferioridad y cobardía, se lo impidió, los desterró en su propio país; muchos de ellos por frustración se convirtieron en alcohólicos, otros murieron por depresión y otros viven marginados en la indigencia, etc, etc; pero para esos «cristianos» de pacotilla, se atreven a decir que ‘un cristiano no puede alegrarse por las desgracias ajenas, ni celebrar la muerte de nadie’, como si las desgracias de Obiang, vivo o muerto, o las de toda su maldita familia, que no tienen ninguna desgracia, fueran más que las de todos nosotros que vivimos desgraciados por su culpa y se ríen de nosotros desde hace más de cuatro décadas, o como si la muerte de Obiang fuera la única cristiana y diera pena mientras que la de miles y miles de guineanos asesinados no sirviera para nada; esos mismos «cristianos» sensibles, sensibilizados y consternados por las manifestaciones de alivio y satisfacción espontáneos de los guineanos que celebran la posible desaparición definitiva del segundo psicópata y monstruo de Akoakam, después de su tío Macías, al igual que lo hubo cuando cayó ese, jamás reprocharon a Obiang y su familia durante los más de 43 años matando, secuestrando, maltratando, encarcelando, persiguiendo, discriminando, violando, marginando y arruinando a la población, ahí no tenían la misma sensibilidad cristiana ni la empatía como creyentes. ¡¡ Cómo nos conocemos los guineanos!!

No sé si Obiang Nguema definitivamente ha estirado la pata, pero si fuese cierto que la muerte le ha llegado tal como cuentan los que le acompañaban y nos llega en forma de audios por un infarto, estoy convencido de que habría hecho un pacto con Dios porque no se puede morir mejor y de forma más placentera, sin sufrimiento ni agonía, en su cama nupcial abrazado con la que ha sido el amor de su vida, su pichurri Coconsia (como la llama el maestro Ondo Ekekam), a lo Romeo y Julieta; como les gustaría morir todos los enamorados, aunque viendo que la Primera en todo solo ha acompañado a su media naranja hasta la puerta de la muerte y se ha quedado en vida y no le ha acompañado hasta el final (pour le meilleur et pour le pire jusqu’à la gard), uno empieza a dudar si lo de esa mujer con Obiang fue un amor sincero o más bien un medio para alcanzar las metas insospechadas sabiendo lo arribista que es.

Lo que me extraña es lo adormilada que está la llamada «verdadera oposición»; no se les oye ni se sabe cuáles son los pasos a dar, lo que hacer o si tenían plan B ante el inminente desenlace del tirano que durante tanto tiempo habían combatido sin éxito, pero la madre naturaleza les/nos ha echado una mano solucionándonos el problema; es como si les haya cogido o les va a coger de sorpresa, ¿o es que realmente no tenían nada previsto para cuando llegara el momento? No vaya a ser que muchos de la oposición también van a lamentar la muerte del sátrapa porque se van a quedar con el trasero al aire porque ya no tendrán más excusas, ¿puede ser?

Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?

Comparte tu aprecio

Actualizaciones del boletín

Introduce tu dirección de correo electrónico para suscribirte a nuestro boletín

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *