Circula un documento con graves denuncias laborales en la Central Hidroeléctrica de Djibloho


Durante el fin de semana pasado, ha comenzado a circular un documento que, supuestamente, ha sido escrito por empleados de la Central Hidroeléctrica de Djibloho y dirigido al Presidente de la República de Guinea Ecuatorial. En este texto, los trabajadores relatan con desespero las dificultades que enfrentan: meses de impagos, falta de contratos formales y condiciones de vida que describen como insalubres y precarias.

Los denunciantes señalan que llevan varios años trabajando sin seguridad social y soportando atrasos salariales que se repiten cada final de año. A esto se suma la frustración de no saber quién es el responsable de sus pagos, cuánto les corresponde cobrar o cuándo podrán recibirlo. Describen compartir utensilios de cocina con roedores, lidiar con mosquitos y vivir bajo una constante incertidumbre laboral que los deja al margen de la estabilidad que deberían garantizar empleos como este.

Nos sentimos abandonados”, reza uno de los párrafos del documento, que compara su situación con la de otros sectores como SEGESA, donde, al menos según los empleados de Djibloho, los pagos se efectúan con mayor regularidad. La expresión de malestar refleja una sensación de desigualdad y desamparo que parece extenderse como un eco entre los trabajadores del sector público en el país.

A pesar de la gravedad de las denuncias, este documento no está libre de controversia. Si bien algunos cuestionan su autenticidad debido a la falta de firmas o nombres específicos, las condiciones descritas encuentran ecos en denuncias previas de otros sectores, como el personal de cabina de la mal llamada compañía CEIBA y empleados de diversas empresas paraestatales. Estas similitudes aportan verosimilitud a las quejas y refuerzan la percepción de que este problema no es un caso aislado, sino parte de una crisis más profunda que afecta a los trabajadores del país.

Este texto, sea auténtico o no, ilumina una realidad que no puede ser ignorada. Las voces detrás de estas palabras —si efectivamente provienen de los trabajadores— expresan un hartazgo que viene gestándose desde hace años. La pregunta que surge ahora es si las autoridades se dignarán a actuar para resolver esta situación o si todo quedará, una vez más, en el silencio que tantas veces ha sepultado los reclamos justos de los más vulnerables.

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