Me cogió de la mano tan despacio, con una alta ternura infinita…
Unas cuantas lágrimas florecieron mi lindo rostro.
No me acuerdo haber sentido esa sensación increíblemente hermosa nunca.
Estaba en el cielo y vi a todos mis queridísimos santos.
¡Es maravilloso! Exclamé.
La muerte mejor apetecible, me dije.
Se acercó hacía mí, pausadamente otra vez, y me dio un beso en la frente. Llovió en mi desierto.
Sentí que me ahogaba,
mi respiración se aceleraba más de lo normal.
Estaba nadando en mi propia felicidad.
Estaba feliz, ¡¡¡caramba!!!
Me sonrío…
¡Díos! es tan bello, tan bello…
Me hechizó con su sonrisa.
¿We lele? (¿Estás bien?) Preguntó,
Eee, ne lele, boteba, (sí, corazón, estoy bien,) respondí.
Añadió, quiero que disfrutes de esto como yo, ¿vale ? déjate llevar, amore, por favor, elevate como las nubes y verás lo precioso que es.
Le respondí con un beso que incendió todo su cuerpo.
Seguidamente hice lo mejor que se me da, amarlo, amarlo sin reserva.