El barco prometido a los annobones deja en tierra a sus pasajeros

La población de Annobón vuelve a ser víctima del desprecio institucional del régimen de Malabo. Según testimonios recogidos por reporteros de Radio Macuto, más de un centenar de personas, entre ellas madres, niños pequeños y ancianos, han quedado varadas en la capital tras el bochornoso episodio de la salida anticipada de un barco con destino a la isla, sin respetar las listas de pasajeros previamente registradas por las autoridades.

Desde hace más de dos meses, el Gobierno venía prometiendo a los annoboneses residentes en Malabo y la región continental la habilitación de un barco que permitiera viajar a la isla para pasar las vacaciones veraniegas. Se trata de un viaje ocasional, no anual, cuya imprevisibilidad obliga a muchas familias a organizarlo todo con urgencia: inscripción en listas, empaquetado de cargas voluminosas, ropa, víveres, medicinas, y la gestión de un desplazamiento costoso, pero crucial. En Annobón sigue faltando casi todo.

La salida del barco fue anunciada hace dos semanas. Se indicó a los pasajeros que debían concentrarse en el estadio, punto desde donde un autobús los llevaría al puerto con su equipaje. Pero el domingo, en medio de una total descoordinación, las autoridades dejaron fuera a decenas de familias. Algunas madres, confiando en que habría varios turnos de transporte, enviaron a sus hijos con familiares en el primer autobús, esperando embarcar con el siguiente. Cuando este llegó al puerto, el barco ya había zarpado.

“Han dejado a muchas mujeres llorando, sin saber qué hacer. Niños de tres o cuatro años han salido sin sus madres porque pensaban que embarcarían enseguida en el siguiente autobús. Pero el barco partió sin esperar”, relató una testigo .

La indignación se ha extendido rápidamente. Más de cien personas han quedado varadas. En el momento de esta redacción, el aeropuerto de Malabo está saturado de ciudadanos que intentan volar urgentemente a Bata con la esperanza de alcanzar el barco desde allí y no perder su única oportunidad de llegar a la isla este año.

Pero las condiciones juegan en su contra: el precio mínimo de un billete aéreo Malabo–Bata se sitúa actualmente en 78.000 francos CFA, una cifra inalcanzable para muchas familias. Los vuelos, además, son escasos, irregulares y suelen cancelarse sin previo aviso(Ceiba Inter-cancelaciones).

Una vez más, Annobón recibe el trato reservado a quienes el régimen considera ciudadanos de segunda. Se suma el hecho de que el barco no solo tenía destino Annobón: también debía hacer escala en Bata, donde recogería a más pasajeros. Pero, según denuncian los afectados, el barco fue ya sobrecargado desde Malabo, con pasaje y mercancías, para garantizar espacio a los viajeros de Bata, dejando en tierra a decenas de annoboneses previamente inscritos.

Y como si todo esto fuera poco, las condiciones del viaje en sí son un nuevo insulto a la dignidad humana. La barcaza utilizada en viajes anteriores recuerda más al transporte de ganado que al de ciudadanos. Decenas de personas hacinadas, durmiendo sobre cuerdas de amarre, sin ventilación ni asientos, sin espacios adecuados ni garantías mínimas de seguridad. La imagen que acompaña esta publicación da testimonio de ello.

Este nuevo atropello no es un caso aislado. Cada vez que se habilita una salida marítima hacia Annobón, el proceso se convierte en una pesadilla para sus habitantes, quienes dependen exclusivamente del Estado para desplazarse. No hay líneas regulares, ni vuelos accesibles, ni libertad real de movimiento. La insularidad es usada como excusa para ejercer una marginación estructural.

Mientras el Gobierno presume en foros internacionales de unidad nacional y justicia para todos, la comunidad annobonesa sigue condenada al olvido y a la improvisación. La negligencia institucional ya no es un accidente: es una política de Estado.